Por Marat
Ya está bien de
plantear las resistencias hacia Podemos en términos de dudas o de
rogativas para que el lobo (Pokemon) sea compasivo y no se coma a
Caperucita (IU).
Podemos es castuza,
oligarquía de cuatro "profes" sobre una masa de borreguitos a los que
les han contado el cuento de la democracia participativa 2.0 y un
recetario de medidas para simples y reformistas vergonzantes.
A Podemos sólo le
interesa hablar de “casta” y de democracia participativa 2.0, no de
derribar al sistema capitalista y al sistema de dominación de
empresarios contra trabajadores porque, si así fuera, caerían como un
castillo de naipes, al ser abandonados por aquellos que les financian y
difunden “urbi et orbe” hasta el último pedito que se tiran.
Y, ante todo,
Podemos es la avanzadilla del fascismo que llegará cuando la
“des-ilusión” hacia el movimiento-partido-antipartido se torne en
frustración. Hoy Podemos ya está lleno de dirigentes fascistas en sus
círculos que han visto la oportunidad de un discurso consonante con el
joseantoniano. A su cabeza tienen un fürhercito y varios curillas de
comparsa que bendicen un modelo de partido autoritario en el que la masa
está sólo para “creer, obedecer y combatir...al teclado de sus
ordenadores”, claro está en su cibercracia, en la que el que hace la
pregunta controla ya los límites del debate y de qué se discute y de qué
no en esa “democracia digital para gilipollas”.
Cuando el fracaso
de Podemos se produzca y el fruto esté ya maduro, el problema ya no será
que no haya “democracia participativa”. El problema será el mero hecho
de que exista una de las bases fundamentales de la democracia: el
pluralismo de partidos. Sobrarán todos los demás, menos el único y el
del jefe al que acatar y adorar en un Estado histérico de fervor
desaforado.
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