Copiamos de: Marta Esteban Miñano.

Tordesillas ,un toro rodeado de cientos de personas. El parado, sin entender ni hacer nada. Hasta qué algún iluminado se acerca demasiado y arremete. Suena el segundo petardo, la gente aclama por fin! Se alegra, se regocija. Llego la hora. Es el petardo que marca la hora de entrar a matar. El público aclama la entrada de la muerte. Entran los lanceros en escena, le acosan, le hieren, uno a caballo recibe el honor de ser el verdugo final. Le ataca una y otra vez, intenta huir pero sólo le rodean filos especialmente afilados para herirle, matarle, castigarle por el solo delito de haber nacido otro en este país llamado España. #Elegido cae herido de muerte pero se levanta, una y otra vez, una y otra vez. Cada vez que lo hace la gente echa a correr, llamándole cabron, hijo de puta, por luchar por su vida, por huir de ese marea de verdugos sedientos de sangre. La agonía es interminable. Al final se le acaban las fuerzas mientras la gente sonríe, ignorando su miedo y su sufrimiento. Intentó grabar su último respiro pero me lo impiden. Se abalanzan sobre el y le clavan la puntilla, todos vitorean. El cae, hemipléjico, pero no muerto y rápido lo cubren con una lona azul. La lona de la vergūenza, la lona con la que intentan que el mundo no vea aquello de lo que dicen sentirse orgullosos. Le suben al remolque y se suben a el. Me doy la vuelta, estoy rodeada de caballos y me encuentro la cara del "vencedor" congestionado, la mirada extraviada y en su pica, el rabo aún caliente y sangrante de #Elegido. A mi lado Celestino, un Tordesillano que me pregunta si estoy soltera. De vuelta, conversamos. Me Dice convencido, que los Antitaurinos se van a cargar la fiesta. Con eso me quedo Celestino.


Copiamos de: Marta Esteban Miñano.

Tordesillas ,un toro rodeado de cientos de personas. El parado, sin entender ni hacer nada. Hasta qué algún iluminado se acerca demasiado y arremete. Suena el segundo petardo, la gente aclama por fin! Se alegra, se regocija. Llego la hora. Es el petardo que marca la hora de entrar a matar. El público aclama la entrada de la muerte. Entran los lanceros en escena, le acosan, le hieren, uno a caballo recibe el honor de ser el verdugo final. Le ataca una y otra vez, intenta huir pero sólo le rodean filos especialmente afilados para herirle, matarle, castigarle por el solo delito de haber nacido otro en este país llamado España. ‪#‎Elegido‬ cae herido de muerte pero se levanta, una y otra vez, una y otra vez. 



Cada vez que lo hace la gente echa a correr, llamándole cabron, hijo de puta, por luchar por su vida, por huir de ese marea de verdugos sedientos de sangre. La agonía es interminable. Al final se le acaban las fuerzas mientras la gente sonríe, ignorando su miedo y su sufrimiento. Intentó grabar su último respiro pero me lo impiden. Se abalanzan sobre el y le clavan la puntilla, todos vitorean.



 El cae, hemipléjico, pero no muerto y rápido lo cubren con una lona azul. La lona de la vergūenza, la lona con la que intentan que el mundo no vea aquello de lo que dicen sentirse orgullosos. Le suben al remolque y se suben a el. Me doy la vuelta, estoy rodeada de caballos y me encuentro la cara del "vencedor" congestionado, la mirada extraviada y en su pica, el rabo aún caliente y sangrante de #Elegido.

 
 A mi lado Celestino, un Tordesillano que me pregunta si estoy soltera. De vuelta, conversamos.


 Me Dice convencido, que los Antitaurinos se van a cargar la fiesta. Con eso me quedo Celestino.