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lunes, 15 de septiembre de 2014

Una becerrada se convierte en un espectáculo bochornoso en Pozuelo, con permiso de la autoridad

Becerrada3



El lunes por la noche, a última hora, las redes sociales se empezaron a mover en torno al que, decían, había sido penoso espectáculo taurino que se había producido por la tarde en la plaza portátil de Pozuelo de Alarcón.


Se habían colgado unas fotos de la becerrada en una cuenta de Facebook y todo se había disparado. El eterno problema de las dos Españas volvía a Pozuelo. La España de la rabia y de la idea de Antonio Machado se actualizaba y, en este pueblo, se reproducía el eterno y absurdo debate entre taurinos y anti-taurinos al que se unía el de fiesteros y anti-fiesteros y el otro de un Pozuelo lejano y otro Pozuelo que no sabe a dónde va.


El debate se incendió tanto que derivó en insultos y el autor de las fotos las retiró. Las retiró sin explicación y eso, aunque calmó el debate, produjo un cierto desasosiego.


Como era mi obligación averiguar qué había pasado, empecé a investigar el tema. Me concernía. Soy taurino. Me interesa salvaguardar la Fiesta. Y, al parecer, en la becerrada del lunes en Pozuelo de Alarcón no se salvaguardó la Fiesta. Todo lo contrario. El espectáculo había dado argumentos a los anti-taurinos para pedir que se supriman los toros.


Así que vayamos por partes, como decía Jack el Destripador. Ya saben.


Una becerrada es algo distinto a lo que me cuentan que pasó. Según el artículo 25. e) del actual Reglamento de Espectáculos Taurinos en la Comunidad de Madrid, una becerrada es un espectáculo taurino en el que profesionales del toreo o simples aficionados se lidian machos de edad inferior a dos años bajo la responsabilidad en todo caso de un profesional inscrito en las Secciones I o II del Registro General de Profesionales Taurinos o en la condición de banderillero de la categoría primera de la Sección V, que actuará como director de lidia.


Primera pregunta: ¿Había director de lidia en la becerrada?


No lo sé. Pero no parece, ya que permitió que tres peñistas bajasen al ruedo a levantar al becerro. Un becerro, por cierto, que, sin duda, tenía menos de dos años. Lo que no está claro es que tuviera siquiera uno. Y eso no es.


Por supuesto, los peñistas eran muy “valientes” bajando al ruedo a sujetarlo. Ya me gustaría ver si bajaban con, simplemente, un utrero. Me temo que no. También resulta penoso el estrafalario torero que cita a otro becerro caído, como se ve en otra foto. Era una becerrada, no un espectáculo del Bombero torero.


Pero lo más sorprendente de todo es que, entre las recomendaciones del propio Programa de las Fiestas del Ayuntamiento de Pozuelo se hace referencia al artículo 4 del Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares en el que prohíbe el maltrato a las reses bravas. Dice, textualmente: “Queda prohibido en todos los espectáculos taurinos populares herir, pinchar, golpear, sujetar, atar o tratar de cualquier modo cruel a las reses”. La foto de portada muestra lo contrario


Segunda pregunta: ¿Había Delegado Gubernativo en la plaza?



El Gobierno del Ayuntamiento dice que sí. Que había Delegado y dos veterinarios. Y asegura que todo depende de ese Delegado Gubernativo. Que el Gobierno de Pozuelo no tiene nada que ver. Y yo lo creo. Pero si el Delegado estuvo o no se había leído el Reglamento, no sabía de toros o estaba a otra cosa. Todo es posible en Pozuelo. Y debería hacérselo mirar. Mejor, creo que sus superiores deberían no consentirle que presida ninguna becerrada más. Por la dignidad de la Fiesta Nacional.


 No se puede consentir que Pozuelo pase de ser un pueblo que amaba los toros a maltratarlos.


Pero todo no puede quedar en la dejación clara de funciones que se produjeron en la becerrada sino en su origen. Causa de la causa es causa del mal causado, se decía en Derecho Penal. Y la causa de la causa del mal causado hay que buscarla en la poco escrupulosa vigilancia que ha ejercido la Concejalía de Fiestas sobre el empresario taurino contratado.


 Si será desastrosa que aún no se sabe de qué ganadería son los toros que se lidiarán el sábado en una falta absoluta de respeto a los aficionados.




Y la otra causa del mal causado es la locura en la que han entrado algunos miembros de las peñas que, como se sienten protegidos, se creen los dueños del cortijo. Está vez, parece que los protagonistas son miembros de la Peña El Botijo por lo que pone su uniforme.


Y ahí es donde hay que entrar. En la responsabilidad inicial del asunto. Aunque haya que empezar a debatir si se quiere o no se quiere que haya toros en Pozuelo. Y, si no se quiere, que se quiten. Pero, al menos, yo no consiento que se proyecte una imagen de este pueblo como la que se está proyectando.


 Y, menos con algo tan serio, como es la Fiesta de los Toros.


A los suspicaces, les diré que llevo viviendo en Pozuelo de Alarcón desde 1977 y que hubo un tiempo que lo hice en el mismo centro. En la calle Julio Ferrer. Así que no me cuenten milongas. Aquel era un Pozuelo y esté es otro. Y conozco bien a los dos.



 http://www.capitanpossuelo.com/2014/09/10/una-becerrada-se-convierte-en-un-espectaculo-bochornoso-en-pozuelo-con-permiso-de-la-autoridad/




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