El autor del blog Fashion Scans Remastered,
basado en subir a la red los editoriales mensuales que aparecen en las
revistas de moda, no pudo evitar pronunciarse al respecto de la sesión
de fotos del último número de Interview: "sinceramente, no sé si este editorial está pensado para ser pertubador y oscuro, si pretende ser irónico y divertido o si simplemente es estúpido"
La moda vive de las mujeres. Pero parece que se niega a respetarlas.
El título, Pretty Wasted (bastante
acabadas), no deja lugar a dudas del contenido de los retratos: las
modelos Anja Rubik, Andreea Diaconu, Lily Donaldson, Daria Strokous y
Edita Vilkeviciute aparecen retratadas borrachas, seminconscientes y tiradas entre la basura. Eso sí, llevan prendas de lujo:
Hace muy poco la polémica volvió a saltar con una sesión de fotos del indio Raj Shetje, que se inspiró en las violaciones en su país para
realizar una serie en la que una modelo es acosada en un autobús.
Shetje se amparaba en la libertad artística y afirmaba que cualquier
parecido con la realidad era mera coincidencia, pero nadie compró su
argumentación y las redes sociales se llenaron de críticas.
Las fotos que componen Pretty Wasted las firma Fabien Baron, ex editor de Interview
y reputado director artístico de marcas de moda. Pero eso quizá sea lo
de menos. La práctica de situar a las mujeres como víctimas lleva tanto
tiempo usándose y en campañas editoriales de moda que nadie la ve como
algo perjudicial. Es algo tan común que casi nadie dentro de la industria se plantea realmente su calado real.
"Hay una razón por la que estas imágenes proliferan. Si
el estereotipo sexualizado de la mujer en nuestra cultura siempre las
representa de forma pasiva y vulnerable, la industria publicitaria se ha
dado cuenta de que, llevando esta lógica al extremo, no hay nada más atrayente que una mujer muerta", afirmaba la periodista Kira Cochrane el pasado invierno un reportaje en The Guardian.
Lo hacía a propósito de una campaña de la firma Marc Jacobs, que
retrataba a Miley Cyrus al lado del cadáver de una mujer, pero enumeraba
algunos de los muchísimos retratos en los que las modelos fingían estar
inconscientes.
Resulta paradójico (al menos aparentemente) comprobar que la principal clientela de la moda e s también la principal víctima.
Si la finalidad de estos editoriales es contextualizar ciertas prendas
en un entorno artístico para que un sector de mujeres se encaprichen de
ellas, no se entiende por qué otras mujeres suelen ser cosificadas,
victimizadas o agredidas en dichas fotografías.
Por ejemplo, ¿por qué una serie fotográfica titulada Beauty Victim y encaminada a mostrar las bondades de algunos productos cosméticos, muestra primeros planos de mujeres con el rostro lleno de hematomas?
¿O por qué la firma de zapatos de lujo Jimmy Choo necesita retratar a
una mujer muerta en el maletero de un coche para representar sus nuevos
modelos de calzado? Y eso son sólo algunos de los miles de ejemplos que
existen y cuya lista se engrosa prácticamente cada mes.
¿De verdad sigue siendo la transgresión a cualquier precio un recurso efectivo?
Habría que plantearse seriamente por qué marcas y publicaciones
enfocadas hacia el público femenino consideran que maltrato simulado de
sus protagonistas es más una forma de expresión artística que una
banalización de problemáticas bastante serias.
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