Indignante, cabreante, repugnante
De las decenas de miles de corrupciones habidas en España durante los últimos años, probablemente ésta de los consejeros y directivos de Caja Madrid y Bankia es la que más irritación y frustración provoca. ¡Y mira que los ha habido gordos y sonados! Pero éste es especialmente ofensivo por producirse al tiempo que los obligados o engañados clientes eran desahuciados de sus viviendas o desposeídos de sus ahorros con participaciones que llamaban preferentes.
Lo resume muy bien y con gran precisión el comentarista Furca45
SI NO LO ESCRIBO NO DUERMO
La cúpula de Caja Madrid y de Bankia disfrutaron de tarjetas de crédito “fantasmas” y opacas con las que cargaron sobre la entidad 15,5 millones de euros falsamente contabilizados para pagarse viajes, restaurantes y otros bienes y servicios dignos de su encumbrada posición. También extrajeron dinero en efectivo de cajeros automáticos, por lo menos de 2,1 millones de euros. Estas tarjetas fueron otorgadas al margen de los gastos de representación que tenían los directivos quienes aparte cobraban como sueldo una media de más de 2,5 millones de euros anuales.
Entre los directivos, además de Blesa y Rato, figuran los consejeros nombrados por PP, PSOE, IU y CCOO, 22 de los cuales siguieron usando las tarjetas meses después de cesar en sus cargos. La caja fue rescatada en 2011 con 4.465 millones de fondos públicos, capital e intereses que estamos pagando todos, con nuestros impuestos y a través de los salvajes recortes sociales que sufrimos ¿Qué pena se merecen estos verdugos, ladrones, vividores, antipatriotas, excelentísimos excrementos, hijos distinguidos de la más abyecta bestia? “La horca”, le responde el comentarista Arlekín.
Por supuesto que no merecen la horca ni los 20 años de trabajos forzados a pico y pala, de sol a sol y a pan y agua y cobrando el salario mínimo que sugiere el comentarista CapitanRed. Pero sí que merecen la horca social y la implacabilidad de la justicia por apropiación indebida, delito societario y cuantos se deriven, en pieza separada del asunto principal si preciso es y en aras de que no se diluya en el tiempo y las argucias. Estos señores instauraron la corrupción ‘legal’, como si el dinero y la empresa fueran suyos y con un concepto patrimonialista de los bienes públicos. No bastaría con que devolviesen el dinero, como ya ha hecho el famoso Rodrigo Rato al ser requerido para justificación de sus gastos opacos, sino que es necesario el reproche penal, y por supuesto la prisión si procede.
El descrédito de política y finanzas ha sido difícilmente reversible. La presunción de inocencia para otras entidades queda destruida. Y por supuesto habrá de rendir cuentas el responsable del Banco de España por su clamorosa falta de controles. Hay que auditar España y sus trampas y corrupciones al completo y no solo su deuda. Y habrá que preguntarse para qué servía y hacía la Asamblea de 300 miembros de Caja Madrid, a la que perteneció el ahora Secretario General del PSOE.
No por la cuantía, pero sí por su significado social, ésta bien puede calificarse de paradigma de la indecencia política y profesional. Tanta, que los ciudadanos, fatigados, temerán que, como siempre, no pase nada.
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