César Vallejo |
Sin embargo, fue en España donde dichas crónicas despertarían mayor interés, pues la revolución rusa era un tema de gran actualidad en medio de la efervescencia político-social en que se debatía el país. Desde el 1º de febrero de 1930, Vallejo publicó sus crónicas en la revista Bolívar, que fundara su gran amigo peruano Pablo Abril de Vivero en Madrid. Tal fue su resonancia, que una firma editorial recién fundada, Ediciones Ulises, encargó a Vallejo un libro que recogiera todos sus artículos relacionados con la URSS.
Así nació Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin, en gran parte basada en las crónicas y reportajes ya publicados, pero también incluyendo textos inéditos. Se terminó de imprimir en julio de 1931, rebasando todas las expectativas del autor y los editores. Llegó incluso a merecer, por su calidad literaria, aparte de informativa, la recomendación de la Asociación del Mejor Libro del Mes, asociación integrada por gente de gran talla y sin militancia politica, como Azorín, Ramón Pérez de Ayala, Enrique Díez Canedo o Ricardo Baeza. Antes del fin de aquel año se habían ya agotado tres ediciones casi consecutivas, lo que demuestra el gran éxito editorial que constituyó en su momento, lo que hoy denominaríamos un “bestseller”.
La obra de Vallejo se compone de dieciséis capítulos, en los que se estudian temas tan diversos como qué es la urbe socialista y la ciudad del porvenir, el trabajo soviético, la industria del Estado, la racionalización socialista en contraste con la anarquía capitalista, el régimen de salarios en la URSS, la jerarquía económica, la literatura, el amor, el deporte, el teatro, la democracia, la familia soviética, el cine, la educación, o la tan aparentemente grave lucha ideologica entre troskismo y stalinismo, y la indiferencia de los trabajadores ante esta en las calles y fabricas de Rusia. En este sentido, me parece importante lo que escribe Vallejo, cuando explica lo que pensaban los trabajadores sovieticos de este tema frente a la información manipulada que se vertía entonces en Occidente, y que desmiente también la malentendida divinización de los líderes en los paises socialistas (no obstante, hay que señalar que todavía no se sentía tan cercana la gran amenaza del ataque nazi contra la Unión Soviética, y no habían tenido lugar los procesos de Moscú, que comenzarían más adelante, en 1936):
"Políticamente, los grandes hombres (Lenin, Trotski, etc.) no son objeto de esa idolatría individualista y endiosadora de que gozan los buenazos gobernantes burgueses de los países capitalistas. Interesado en sondar la opinión pública acerca de Stalin y Trotski, he preguntado con frecuencia lo que las gentes piensan sobre ambos jefes bolcheviques. La conclusión que siempre he sacado es que nadie se ocupa del caso personal e individual de uno y otro. Stalin y Trotski no existen ni interesan a nadie. Lo que existe e interesa a todos es la teoría y la acción de cada uno en función del interés revolucionario. Nadie se ocupa en discernir "quién vale más que el otro", ni "quién tiene más talento o más energía". De Lenin mismo, nadie se ocupa de su caso individual. Lenin es una idea, una acción revolucionaria, no una persona".
La finalidad de Vallejo en estos escritos era ofrecer al mundo occidental su testimonio personal sobre los alcances de la revolución rusa: “Mi esfuerzo es, a la vez, de ensayo y de divulgacion” dice Vallejo en la introducción del libro. Pretendía además poner en contacto al “gran público” de Europa y América con las inquietudes del proletariado ruso.
Rusia en 1931 fue el primer libro de reportajes sobre la URSS que se publicó en España y seguramente, el primero en español. Aunque actualmente es una obra venida a menos, estigmatizándosela por su descripcion positiva y sincera de la que los capitalistas llamaban la "Rusia de Stalin", tuvo una gran resonancia en su momento, en una época de crisis mundial en la que la esperanza de muchos trabajadores del mundo se volcaba en el desarrollo del socialismo que habia sido proclamado por el proletariado soviético, lo que le convertiria en un amenazador peligro para los explotadores capitalistas de todo Occidente.
Pero por otro lado, el ansia de objetividad de Vallejo no le hace rehuir, ni mucho menos, los problemas que, sin embargo, no convierte como otros en pruebas irrefutables del fracaso de la revolucion, sino en errores contra los que luchar, pues, para Vallejo, la revolucion era un proceso, un experimento nuevo cada dia, lleno de problemas y obstaculos que solo el énfasis y la fe revolucionaria, junto al analisis dialéctico y cientifico, podian superar. En todo caso, como dice César Vallejo en el prólogo, en una frase de gran actualidad por todos aquellos que todavía en el siglo XXI, por la causa principal de la propaganda de los medios capitalistas pero, también, por la imbecilidad de una ciudadanía que, a pesar de tener más acceso que nunca a la cultura se somete, quizás por vez primera en la historia, a una analfabetismo voluntario, el gran significado y valor del triunfo fue su vocación de futuro, de transformación del mundo para construir una sociedad sin clases, sin explotación, la sociedad comunista:
"Causa en verdad estupor de ver cómo hay aún gentes para quienes el fascismo y el comunismo no acaban todavía de deslindar sus fronteras en la historia. No logran convencerse de que el fascio conduce a la barbarie, mientras que el Soviet conduce al porvenir".
El libro "Rusia en 1931: reflexiones al pie del Kremlin" se puede leer y descargar a continuación, y como aperitivo, compartimos antes un fragmento del prólogo escrito por Vallejo a la primera edición española, donde nos expone sus intenciones al regalar a la humanidad este extraordinario documento, sus impresiones sobre la Unión Soviética, del primer estado de los trabajadores de la historia:
"El presente libro se dirige, de preferencia, al gran público. Mi propósito es de dar en él una imagen del proceso soviético, interpretada objetiva y racionalmente y desde cierto plano técnico. Trato de exponer los hechos tal como los he visto y comprobado durante mis permanencias en Rusia, y trato también de descubrirles, en lo posible, su perspectiva histórica, iniciando a los lectores en el conocimiento más o menos científico de aquéllos, conocimiento científico sin el cual nadie se explica nada claramente. Mi esfuerzo es, a la vez, de ensayo y de vulgarización.
Los juicios de este libro parten del principio según el cual los acontecimientos no son buenos ni malos por sí mismos ni en si mismos, sino que tienen el alcance y la significación que les da su trabazón dentro del devenir social. Quiero decir con esto que yo avaloro la situación actual de Rusia. más por la velocidad, el ritmo y el sentido del fenómeno revolucionario —que constituyen el dato viviente y esencial de toda historia—, que por el índice de los resultados ya obtenidos, que es el dato anecdótico y muerto de la historia. La vida de un individuo o de un país exige, para ser comprendida, puntos de vista dialécticos, criterios en movimiento. La trascendencia de un hecho reside menos en lo que él representa en un momento dado, que en lo que él representa como potencial de otros hechos por venir. De aquí que en este libro insisto a menudo en acotar y hacer resaltar los valores determinantes de futuras realidades, mediatas o inmediatas, pero ciertas e incontrastables".
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