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sábado, 15 de noviembre de 2014

Este año el anuncio de la lotería de Navidad sí que es una mierda



Este año el anuncio de la lotería de Navidad sí que es una mierda 

 

 



(Lo es siempre, nota de blog) El "Sorteo extraordinario de Navidad" es, en sí mismo, absolutamente esperpéntico y absurdo y, como tal, debería ser representada audiovisualmente con una estética igual de extrema.


El anuncio del año pasado​ sería un ejemplo perfecto. Si bien la idea de que un juego de azar —impulsado por el gobierno a través de ese organismo llamado Loterías y Apuestas del Estado— que genera millones de euros y consigue una participación masiva supuestamente pueda "salvarle la vida" a un ciudadano ya es bastante demente, contextualizarlo en un entorno de crisis y recortes causados e implantados, precisamente, por el mismo estado ya supera todas las expectativas de lo grotesco. Francamente resulta aberrante y burlesco y es por esto que la imagen de Raphael, Bustamente, Caballé (quien ha tenido precisamente sus problemas con el fisco) y compañía resulta absolutamente acertada para pontificar esta verbena anual. El regocijo de una España negra.



 Por lo tanto, es lógico que lo extravagante, lo cañí y lo ridículo se represente a sí mismo.


Lo que transmite este bingo nacional anual es la celebración de la suerte por la suerte. No existe el esfuerzo, el trabajo, la educación, la cultura, solamente la suerte podrá salvarnos, y lo hará con el comodín del dinero. Solamente el dinero trae la felicidad. La cultura del "chollo", del ladrillo, de los nuevos ricos, del pobre que pasa a ser rico de la noche a la mañana. Esta esperanza ingenua es como la existencia de los fines de semana, esos dos días cruciales y administrados sabiamente cada cinco días que son los que hacen que la mayoría de gente no se pegue un tiro en la cabeza y se quede muerto en el comedor de su casa (o piso compartido, lo que sea). Es la esperanza de salir del pozo.


 A eso exactamente se juega: con la esperanza de la gente. Y luego este espectáculo atroz se televisa y espectaculariza en los telediarios, demostrándole a la nación entera que no se trata de una ficción, que puede suceder, de que es algo posible y que puede pasar; es más, de que puede pasarte a ti. Utilizan conceptos como "soñar" o "compartir" cuando son palabras que no existen en el diccionario del capitalismo.

Con todo este panorama, cuando se trata de hacer un anuncio sobre este ritual, no puedo si no decantarme a favor de la locura absoluta y la celebración del caos más que por la manipulación a través de los códigos audiovisuales. Este año nos encontramos con una historia "real" y representada de forma "realista" (más cercana a Michael Bay que al Neorrealismo italiano —vale, puede que me haya excedido un poco—) que lo único que hace es manipular al espectador de forma inmoral. Este anuncio nos conduce por donde quiere. ¿Qué coño es esa música? Directamente nos obligan a tener cierta predisposición a emocionarnos. Los actores están al borde de la lágrima, los silencios llegan en el momento perfecto al igual que los planos cerrados para ocultar lo que narrativamente es tópico, previsible y barato.


 ¿Es que somos unos paletos o qué? Toda esta artificiosidad hace que este anuncio sea tan irreal como el del año pasado pero oculto en un manto de realismo y bondad. Que no vistan a la prostituta de duquesa (esa frase hecha tan popular). Es mejor hacerlo mal conscientemente que caer en los tics más patéticos y típicos del cine de industria más popular y populista (¿hola, Fernando León de Aranoa?). 


Es más lógica la fantasía macabra del anuncio de 2013 que la pretenciosidad de querer "darle un giro" a la propuesta y apostar por algo más "social". Estamos hablando de lo que estamos hablando y la Lotería de Navidad es cualquier cosa menos algo "social".


Anuncio Lotería Navidad 2014






Para terminar, ¿qué es ese plano final? Ahí se descubre todo. Está ese plano detalle de una tele que nos muestra al protagonista apareciendo en un telediario (¿remarcando quizá que todo lo que hemos visto no deja de ser una gran ficción?) pero luego, si nos fijamos bien, dentro de esta ficción "realista" aparece otra capa de ficción que se solapa y despliega.



 Esas imágenes de "telediario" se supone que están grabados por una cadena de televisión, con una presentadora a pie de calle (una imagen que todo el mundo reconoce y puede identificar y sentirse identificado) pero el travelling out nos descubre una cámara que es la que creíamos que estaba grabando la escena.



 Ese giro metacinematográfico evidencia la pérdida absoluta del "realismo" que pretendía esgrimir la pieza y la sitúa al mismo nivel que Montserrat Caballé cantando con la mandíbula desencajada. Esas imágenes no han sido grabadas por personajes de una ficticia cadena de televisión, han sido grabadas por un narrador omnisciente (¿Santiago Zannou?), por un ente que sobrevuela esa escena (¿Dios?, ¿el concepto de "esperanza" de "compartir"?).
 






Insisto, no nos encontramos delante de un anuncio realista, es, como lo que propone la propia Lotería de Navidad, una enorme e inmoral fantasía. Ya lo decía ​el tipo ese, "los travellings son una cuestión de moral". Pues claro que sí, y por mucho que estés dirigiendo un anuncio publicitario, lo seguirá siendo hasta que no queden imágenes.

vice.com


 




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