EL TATUAJE DE LA CAMPAÑA. Es el símbolo del "plan policial contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual"
POLICÍA NACIONAL
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A Gianina le tatuaron un código de barras y su precio: 2.000 euros
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Hoy la marca de la niña es el símbolo contra la trata.
La marcaron como a ganado. Un tatuaje de código de barras con precio y
desprecio. A Gianina, testigo protegido A1, se lo hicieron después de
raparle cabeza y cejas. "Esto es lo que vales, lo que pagué por ti",
escupió Nelutu, cuyo nombre verdadero es Iulian Tudorache. No tuvo
pudor en imponer, con tinta en la piel de una adolescente de 17 años, su
valor monetario: 2.000 euros. Prostituida a la fuerza, Gianina poca
resistencia ofreció. Entre risas y terror. Disfrutaban ante los golpes
de Tudorache, su mujer y sus cómplices. El horror estaba en el rostro de
prostitutas que veían su futuro.
La foto de la muñeca derecha de Gianina es
la protagonista de la campaña #contralatrata de la Policía. Una imagen
tan real que parece inverosímil. Su dolor, si sirve de consuelo, busca
acabar con traficantes de mujeres, esclavistas del siglo XXI. Una cadena
que, en su caso, comienza en Bucarest y el último eslabón termina en el
centro de Madrid. Allí Gianina, indefensa, vejada en la calle Montera,
al lado de un McDonald's, un fastfood del sexo en España...
La voz de Gianina es como ruido blanco. Suena a melancolía que ha
madurado con el tiempo. Los expertos dicen que padece "como secuela un
trastorno orgánico de la personalidad grave". Pero es valiente. Este
viernes, durante el juicio a sus verdugos, se enfrenta a las preguntas
de la fiscal -de la sección 5 de la Audiencia Provincial de Madrid- con
entereza.
El proxeneta que la tatuó, moreno, chaqueta de piel negra,
agacha la cabeza, cual avestruz que no tiene escapatoria. "Me decía que me iba a matar",
cuenta Gianina. Él se tapa los oídos por largos ratos como no queriendo
escuchar. El negrero Tudorache, Nelutu, se enfrenta a las acusaciones
por "trata de seres humanos y prostitución coactiva de menor de
edad...". Sólo por eso, 18 años. La suma de todos los delitos por los
que está procesado suman 52 años.
Analfabeta, a Gianina le ha costado todo en la vida. Sin educación
básica, era una superviviente en esta Europa en la que parece que esta
palabra estaba descartada. Vio una luz de espejo cuando un tal Alí
-Traian Iulian Dumitrana, también llamado Alex- le ofreció un trabajo en
España. Ella le creyó. Él era un experto en generar confianza. No sabía
lo que pasaría después.
Contactamos con investigadores de la policía rumana para saber
quiénes eran estos despiadados. "Los nombres aquí en la policía rumana
de los delincuentes son Iancu Tudorache y su pariente Iulian Tudorache.
Eran amigos y lugartenientes del gitano Ioan Clamparu, el famoso mafioso
rumano condenado en España, Cap de Porc [Cabeza de cerdo].
En las
conversaciones de los chulos, las chicas tenían códigos como "paquete"
[colet], "bicicleta" [bicicleta], "equipaje" [bagaj]... Ellos -Ioan e
Iancu- tenían en Rumania un grupo compuesto por 30 personas que recolectaban (sic) chicas jóvenes de
las comarcas de Ialomita y Constanta, prometiendo trabajos seguros y
bien pagados en España. Solamente en La Junquera [Cataluña] tenían un
grupo de 200 chicas. En la calle Montera tenían 13 muchachas trabajando,
dos de ellas menores, de 15 y 17 años..."
Hay otra víctima infantil, Alexandra. Tiene 15 años y le tatuaron el cuello con un clavo al rojo vivo
Ioan es el despiadado Nelutu. Alí -o Alex o Iulian Dumitrana- era uno
de los mejores de ese grupo de recolectores. "A sabiendas de su difícil
situación económica... y de su carencia total de estudios... inició con
ella una relación de amistad con el único propósito de conseguir su
confianza y convencerla de que se trasladara a España", asegura
fiscalía. Acompañó a Gianina en un autobús desde la capital rumana a
Madrid. Llegaron a la estación de Méndez Álvaro.
"Vine sin equipaje",
declara ella. Claro, el equipaje era ella y no lo sabía.
Diciembre de 2011.
Nelutu, a golpes, le mostró la realidad apenas
arribó. Ropajes sugerentes y documentación falsa para hacerla mayor. No
esperaron ni una noche para subastarla.
Alí volvió a Rumania apenas supo que ya tenía otro paquete por el
cual iba a cobrar comisión. "Para doblegar su voluntad y servir de aviso
a otras mujeres, con conocimiento del resto de los acusados, [Nelutu] la agredió, golpeándola con un cable de ordenador
en los brazos, piernas y espalda, así como con puñetazos en la cara y
la amedrentó con una pistola, haciendo el gesto de apretar el gatillo".
Pero ella, a pesar de todo, tenía fuerzas para resistirse. Escapó, con
ayuda de un taxista con rasgos orientales, la noche del 13 de diciembre.
Esta semana empezó en Madrid el juicio contra los rumanos que, tras traerlas engañadas, las prostituían
Como los antiguos practicantes del comercio negrero, los amos Nelutu y
Alí fueron en búsqueda de otra víctima cuando Gianina huyó. Tardaron
días. En enero, el primero fue a Bucarest para traer a España a la
testigo protegida G8-35 [llamémosla Viorica]. La convenció con una paliza y amenazas a su familia.
Alí la acompañó hasta Barajas. El mismo método: "Golpeándola con una
silla, una espada o con un cable". Viorica fue la primera tatuada por el
esclavista. En el mismo brazo, el derecho. La misma muñeca. "Un tatuaje
consistente en la inscripción de Nelutu, con una máquina de tatuar con
agujas que él mismo guardaba en el domicilio".
Los tratantes no dejaron de buscar a la fugada... Tras unas semanas
protegida por una ong y después en casa de una amiga [preparaba el viaje
de vuelta a su país], Gianina fue atrapada de nuevo el 10 de marzo... Y
la castigaron cual tratantes de plantaciones de Louisiana.
El saludo de reencuentro de Nelutu -o Iulian Tudorache- fue «una patada en la boca».
Lo demás pasó en un piso en Valdemoro, escenario madrileño de la
desgracia de Gianina. "En represalia por su huida, fue agredida
brutalmente... con un cable doblado en dos, propinándole puñetazos en su
rostro y clavándole levemente la punta de un cuchillo....". También le golpeó con una barra de hierro. Con una máquina de afeitar le rasuró su cabellera de querubín y sus cejas.
El propio Nelutu, con una sangre fría que silenció a quienes lo
escucharon en el juicio, reconoció ser el autor de las vejaciones. Y del
tatuaje. "Me había robado 2.000 euros, por eso lo hice". Una policía
nacional traga saliva. La marcó como ganado con "la misma máquina de tatuar" -afirma la fiscalía- que usó con Viorica.
Habría otra niña más entre las víctimas del clan, según desvela a
Crónica la policía rumana. Sólo 15 años de edad. "Se llama Alexandra,
también testigo protegida". Iancu Tudorache, allegado a Nelutu, citado
antes y también procesado en España, "le rapó la cabeza con un brici
[cuchilla de afeitar, en su idioma] y el tatuaje fue escrito con un
clavo al rojo vivo en la parte trasera del cuello".
Una semana después de ser humillada, el 17 de marzo de 2012, la
Policía rescató Gianina. Su tatuaje aparece en informes del New York
Times y de la agencia contra el crimen británica. Tatuajes como el suyo
han aparecido por el mundo, copiados por mafiosos, a
partir de su caso... Dos años después, sigue anónima, en Rumania. Fue
atendida por una Ong española especializada. Algo de amor disfruta ya.
Se ha casado.
Ha declarado esta semana contra sus esclavistas desde Rumania. Su voz
es frágil y, a veces, no se le escucha. Si se acepta la indemnización
que pide fiscalía, ésta será de 71.000 euros [para Viorica, 49.000
euros, otras prostitutas que estaban obligadas junto a Gianina
recibirían 30.000 euros cada una]. Hay fondos. Al clan les decomisaron
más de 160.000 euros, armas y coches de lujo que se subastarán. No habrá
final feliz... ¿Le han tatuado el alma? "La testigo protegida A1 [ha
sufrido] shock traumático... síntomas de amnesia... sensación de
despersonalización y miedo intenso". Un código de barras, un precio.
Nelutu, el tatuador del infierno, le ha dejado secuelas
por siempre. Pero, para su condena, la ha convertido en símbolo contra
la esclavitud de seres humanos. #Contralatrata. Por ella.
Con información de Alexandru Petrescu (Bucarest)

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