"En el pasado, todo lo que un rey tenía que hacer es mostrarse razonable en uniforme y no caerse de su caballo. Ahora hay que arrastrarse gorra en mano hasta el interior de la casa de la gente que huele a col hervida y hablar amablemente con ella. Nos vemos reducidos a la más vil, a lo más bajo de todas las criaturas. Nos hemos convertido en actores". (Jorge V, a su hijo el príncipe Alberto, en la película 'El discurso del rey')
Diciembre de 2011. A mediados de mes, el juez José Castro había decidido levantar el secreto del sumario del caso Nóos y citar como imputado a Iñaki Urdangarín el 6 de febrero de 2012. El lunes 19, Mariano Rajoy hacía su discurso de investidura en las Cortes. El 24, el rey Juan Carlos daba su tradicional discurso de Navidad. Y el 27 estaba el inicio de la legislatura con el solemne discurso del rey en el Congreso ante diputados y senadores. Había que decirle a Castro que aplazara el anuncio de su decisión para después.
En su mensaje de Nochebuena, el rey resaltó la ejemplaridad de las personalidades institucionales y pronunció una frase significativa: "La justicia es igual para todos". El 27, sus señorías recibieron al rey con una larga salva de aplausos que duró dos minutos. En su discurso, el rey pidió a los presentes que ayudasen a recuperar el prestigio de las instituciones, las mismas que habían obligado a Castro a retrasar su anuncio.
Este año, Castro no ha cedido a las presiones que ha recibido para no imputar a la infanta Cristina, y el anuncio de su decisión de sentarla en el banquillo lo hizo cuando creyó que había que hacerlo: tres días antes del discurso del nuevo rey Felipe VI. Hoy, todos somos (algo) más iguales ante la ley.
El Rey recibe el aplauso de los representantes del pueblo
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