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En este futuro que empieza a dibujarse en el horizonte, los estados-nación se disolverán y su poder será sustituido por el de las grandes corporaciones transnacionales, algo que ya empieza a apuntarse claramente en los borradores filtrados de los tratados TTP y TTIP.
Pero la implantación de todas estas estructuras depende enteramente de cómo evolucionen las nuevas tecnologías.
Y es que en el mundo que se aproxima, parece que se desarrollarán nuevas tecnologías que cambiarán la faz de la tierra: un mundo de impresoras 3D, tecnología basada en el grafeno y nuevos combustibles más eficientes y limpios que acabarán sustituyendo los actuales combustibles fósiles.
A ello se sumará el desarrollo definitivo de Internet como red mental global, sentando las bases para algo parecido a una mente de colmena para toda la humanidad, que incluirá todo el conocimiento humano y todos los artefactos tecnológicos, entre ellos los robots y la Inteligencia Artificial.
El desarrollo tecnológico promete cambiarlo todo de forma inevitable: nuestra forma de comunicarnos, nuestra sexualidad, la estructura de las sociedades y de las culturas y todos los aspectos del poder político y económico.
Cambiará la naturaleza del ser humano en sí mismo.
Todo ello parece que sucederá en muy pocas generaciones, por lo que desde un punto de vista histórico, podríamos calificarlo como un cambio muy acelerado, casi drástico.
Y esta es precisamente la clave de todo: si se produce un cambio tan rápido basado en el imparable desarrollo tecnológico, ¿cómo lo harán las élites que actualmente ostentan el poder basado en las viejas estructuras, para mantener su posición de control y privilegio cuando estas estructuras desaparezcan?
Realmente, pueden llegar a perderlo todo si no controlan adecuadamente la situación: están cabalgando un caballo que se acerca a galope tendido a una amplia zanja; saben que el caballo va a saltarla irremediablemente, pero corren el peligro evidente de acabar siendo descabalgados.
La única manera de que este cambio imparable lleve a un nuevo escenario donde esas mismas élites sigan manteniendo el poder y el dominio, es que sean las propias élites las que dirijan todo el proceso de transformación.
Deberán ser ellas las que realicen la demolición de las viejas estructuras y las que sienten los cimientos del nuevo paradigma que tanto les interesa.
En el mundo de las teorías alternativas, (aquello que malintencionadamente vienen a llamarse “teorías de la conspiración”), se intuye desde hace tiempo que este proceso se vehiculará a través de un caos absoluto.
Mucha gente del mundo alternativo está convencida de que el viejo mundo será demolido de forma salvaje, a través de una vorágine de violencia, destrucción y muerte; un caos absoluto y aparentemente incontrolable que no solo derribará las viejas estructuras, sino que agotará la resistencia de toda la población, hasta que ésta suplique por la imposición de un nuevo orden que permita volver a la estabilidad y la paz.
Será entonces cuando las élites, que habrán perpetrado todo ese caos, aparecerán con la “solución” y todo el mundo, rendido y exhausto, la acabará abrazando de forma desesperada, imponiendo así las bases para el nuevo paradigma social, económico y político del Nuevo Orden Mundial.
Se terminará con todo aquello que llevó al mundo al precipicio: las viejas fronteras nacionales, los poderes estatales, las ideologías, las religiones enfrentadas, las viejas divisiones étnicas.
Habrá sido un “caos constructivo”.
Se habrá alcanzado un “orden a través del caos”.
http://gazzettadelapocalipsis.com/2015/05/28/la-trampa-esta-en-la-solucion/
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