EN su filípica a las Fuerzas
mal Armadas (según confesión de Pedro Morenés, ministro del ramo) y la
Guardia Civil (que a pesar de su nombre es un estamento militar, porque
en este reino todo lo oficial es falso), con motivo de la celebración de
la pascua militar, su majestad el rey católico nuestro señor Felipe VI
tuvo un recuerdo para su padre, el abdicado rey Juan Carlos I, que en su
opinión reinó “siempre con el objetivo de prestar el mejor servicio a
España. A él le dedico en este día el homenaje de gratitud y respeto que
merece de todos nosotros”. Parece que Felipe es un buen hijo, pero o
bien ignora las tropelías cometidas por su padre, o mal tiene una cara
dura de cemento borbónico, por atreverse a decirnos esas palabras a
quienes hemos sufrido su corrupto reinado.
Ya en su primera filípica al ser
proclamado rey, el 19 de junio de 2014, mientras sus matones nos
apaleaban a los que intentábamos exhibir calladamente una bandera
tricolor en la calle, tuvo la osadía de decirnos entre balbuceos:
“Quiero rendir un homenaje de gratitud y respeto hacia mi padre, el rey
Juan Carlos I. Un reinado excepcional pasa hoy a formar parte de nuestra
historia con un legado político extraordinario.” Cierto que fue
extraordinario, pero por su inmensa corrupción. Y si con esos homenajes
quiere indicarnos que va a seguir su ejemplo, tenemos que hacer las
maletas para exiliarnos, a no ser que le hagamos exiliarse a él, que no
sería el primer Borbón en largarse a toda máquina, de tren o de barco.
Un historial de esos envilecidos 36 años ha sido parcialmente resumido por Iñaki Errazkin en su último libro, Juan Carlos, un rey con antecedentes, que
acaba de publicar Akal en Madrid, con 94 páginas. Muy pocas para todo
lo que se puede contar de este escandaloso reinado, pero constituyen un
memorial vomitivo de las tropelías perpetradas con total impunidad por
el abdicado, como financiero, como putañero y como cazador, sus
aficiones favoritas, a las que se dedicó alegando que en eso consiste
reinar según su manera de entender el oficio.
Cómo nos ha borboneado
No es una obra de investigación, sino
de recopilación. El autor ha consultado libros, revistas, diarios y
blogs en los que se revelan aspectos impropios de un jefe de Estado,
protagonizados por el abdicado rey de España, antes de transferir sus
poderes ilegítimos a su hijo pequeño. Un buen chico que le ha
consentido reinar todo el tiempo que quiso, a diferencia de lo que él
hizo con su padre, a quien arrolló en su carrera por alcanzar el trono, y
solamente le permitió reinar después de morir. Tal vez fuera su
venganza por haberle entregado al dictadorísimo cuando solamente tenía
diez años, con el propósito de que lo educara a su imagen y semejanza.
Así salió él de espabilado.
El breve libro no es una biografía,
aunque recuerda los datos esenciales en la vida borbónicamente regalada
del designado sucesor a título de rey por el dictadorísimo, una vez que
le juró lealtad a su exigua persona y fidelidad a sus leyes genocidas.
El propósito de Errazkin ha consistido en reunir documentos
demostrativos de los desmanes cometidos por el abdicado, que sigue
reinando y goza de todos los privilegios aforados, con los que se
convierte en irresponsable ante la justicia administrada en nombre del
rey.
La lectura de estas páginas provoca
indignación. Es un recopilatorio abreviado de los chanchullos económicos
que han convertido al abdicado en uno de los ricachones más potentes
del mundo. Su padre, Juan, vivió a costa de los llamados nobles, que lo
mantuvieron toda la vida para que no necesitara pegar golpe, y lo
sostuvieron hasta el final, hasta pagar los gastos derivados de su
internamiento en la clínica donde murió.
Los italianos llaman il dolce far niente a
esa vidorra sin tener que molestarse en hacer nada para ganarse el pan
de cada día. Y encima los borbones comen mucho más que pan, viven en
continuo festín a costa del pueblo. La verdad es que no se les puede
censurar por ello, puesto que el pueblo lo aguanta. A quien hay que
criticar es al pueblo consentidor.
Cualquier vasallo de su majestad
católica con un historial semejante al del abdicado, estaría condenado a
tres mil años y un día de prisión mayor, por lo menos. Pero no se debe
equiparar a los amos y a los siervos. Los amos cuentan con magistrados,
fiscales, militares y policías a su servicio, todos ellos enemigos del
pueblo al que muchos pertenecen. Los siervos tenemos la obligación de
pagar impuestos y callar. O hacer la revolución.
Autor de 1.051 delitos comunes
Cita el autor a Ramón Francisco Arnáu
de la Nuez, antiguo agente del CESID (Centro Superior de Información de
la Defensa, transformado desde 2002 en el Centro Nacional de
Inteligencia, nombre adoptado para camuflar el espionaje, a semejanza de
la criminal CIA gringa). En la actualidad se encuentra incomunicado en
una mazmorra especial de la cárcel de Segovia, probablemente sujeto a la
pared con argollas de hierro y alimentado solamente con pan y agua,
como en la Edad Media. Nadie puede comprobarlo, porque está
incomunicado. Pese a ello, se las ingenia para enviar mensajes a
familiares y amigos, que los colocan en la red electrónica.
Su expediente consta de 12.000 folios
inculpatorios. Su delito es haber imitado a Zola, y lanzar un “¡Yo
acuso!” contra el abdicado, tras haber ido investigando sus descomunales
hazañas financieras, eróticas y golpistas. Lo acusa de haber cometido
1.051 delitos comunes. Y lo peor de todo es que los documenta. Un tipo
meticuloso y detallista, que sería de gran utilidad en una democracia,
pero aquí está considerado un peligro público al que es preciso
encerrar. Como escribía el anónimo autor del Cantar de Mio Cid, otra
víctima de la crueldad real en su tiempo, “¡Dios, qué buen vasallo si
hubiese buen señor!” Lamentablemente, en la historia de España no hay ni
ha habido nunca buenos señores. Ni los habrá en la monarquía.
Lo que no debemos tolerar es que el Libro Guinness de los records no
incluya al abdicado como el mayor delincuente con más delitos en su
historial. Se comprende porque se elabora en la pérfida Albión, como
decía el dictadorísimo, en donde no perdonan que unos palurdos españoles
le quitaran el brazo derecho a Nelson en la batalla de Santa Cruz de
Tenerife, cuando intentaba colonizar las islas Canarias.
El hombre que sabe demasiado
Arnáu de la Nuez es canario, nacido el
20 de octubre de 1963 en Las Palmas. Acosado porque sabía demasiado,
solicitó asilo político en Lisboa, pero fue entregado a los esbirros
borbónicos. Según cuenta en los informes remitidos a las instancias
judiciales y políticas del reino (¡qué ganas de perder el tiempo!), el
abdicado lleva 25 años cobrando comisiones por los barriles de crudo que
el reino fascista de España compra al reino dictatorial de Arabia
Saudita, y como intermediario de negocios se embolsó 3.800 millones de
euros por bendecir la privatización de Repsol--YPF; otros 1.040 millones
de dólares por la OPA de LUKoil, más 2.000 millones de pesetas que le
entregó el financiero filibustero opusdeyero Javier de la Rosa de su
chiringuito con KIO; por cierto: su hija menor, Gabriela, fue la amante
oficial durante una temporada de Juan Gómez--Acebo y de Borbón, hijo
mayor de Pilar de Borbón, hermana mayor del abdicado, así que todo queda
en la familia, La relación de cobros improcedentes resulta mucho más
amplia y larga, por lo que es preferible finalizarla aquí y ahora.
Según Arnáu, el abdicado se sirve de
La Caixa para blanquear su fortuna y colocarla a buen recaudo fuera de
su reino. El superpresidente de las entidades del grupo La Caixa es su
amigote Isidre Fainé, el que tiene empleada a la infame Cristina de
Borbón en una sinecura en Ginebra, para que cobre mucho sin hacer nada,
según la costumbre borbónica tradicional de la dinastía, desde aquel
Felipe V que llegó a España montado sobre una guerra que destruyó a las
gentes y a las tierras.
No obstante, Fainé debiera ser más
cauto, puesto que los amigotes del abdicado suelen terminar en la
cárcel, un lugar al que no pueden ir a residir los miembros de la
llamada familia irreal, debido a su inmunidad para jueces y fiscales
servilones, pero del que no se libran sus compinches cuando dejan de
serle útiles. Los borbones son así, como demuestra la historia.
En Google puede encontrarse una
variada información acerca de Francisco Ramón Arnáu de la Nuez, que
merece la pena leer detenidamente.
El moro amigo
Es comprensible, pues, que el abdicado
posea una de las mayores fortunas del mundo. Es una hormiguita
hacendosa para acumular pasta, y eso que al ser proclamado rey como
sucesor de su padrino político el dictadorísimo no tenía en dónde caerse
muerto. Pero era un vivo, mejor todavía, un vivales, así que empezó su
reinado pidiendo limosna a moros y cristianos, “para el fortalecimiento
de la monarquía”. Es conocida la desvergonzada carta que envió al
entonces sha de Persia, proponiéndole que le regalase diez millones de
dólares, calderilla para el tirano que ya tenía los días contados.
La carta está reproducida en el libro de Jesús Cacho El negocio de la libertad (Madrid, Akal--Foca, 1999), muy
bien documentado, tanto que el abdicado ha prometido “dar dos hostias”
al autor si se le pone delante, según le oyó decir David Rocasolano, el
primo preferido de la Leti, y así lo cuenta en el libro dedicado a la
actual reina,Adiós, Princesa (Madrid, Akal--Foca, 2013). Es de
suponer que haya tomado precauciones, porque es sabido que el abdicado
maneja la muleta como un matador de tronío.
Siempre citando otras referencias,
Errazkin da buena cuenta de las cuentas acrecidas gracias a “la
tradicional amistad con los pueblos árabes”, muletilla muy usada por
otro matador, aunque sin trono ni tronío, el dictadorísimo genocida. Al
tirano de Arabia Saudita le sacó cien millones de dólares por colaborar
con los gringos durante la primera guerra del Golfo. Entre golfos andaba
el juego, nadie lo duda. A los jeques, emires y demás fauna tiránica
les sobra el dinero, de modo que no debe de remorder la conciencia a
quienes los estafan, porque ellos estafan a sus pueblos.
El Urdangarin, estrella invitada
Diego Torres, socio del yernísimo
ladronísimo del abdicado en la fraudulenta empresa “sin ánimo de lucro”
con el nombre griego de Nóos (la antigua reina consorte es griega),
publicó un libro con el seudónimo de Ricardo Grenville,Urdangarin y la Copa de Europa, en
el que revela actividades delictivas del abdicado, en favor de los
chanchullos organizados para robar con guante blanco, por su hija
favorita y su yerno favorito. En una relación de robos y saqueos no
podía faltar el inevitable Urdangarin como estrella invitada, porque su
brillo es cegador en el firmamento de la delincuencia internacional.
El 27 de agosto de 2007 el ahora
abdicado, entonces en el trono, abandonó su palacio en Mallorca, en
donde descansaba de su descanso habitual, para viajar a Marbella, en
donde posee un palacio el príncipe saudí Salman, gobernador de Riad.
Acudió con su barragana de entonces, la supuesta princesa Corinna zu
Sayn-Wittgenstein, involucrada en los pinchazos morunos para ganarse la
vida decentemente (además usa otros métodos).
El viaje del rey católico para visitar
al príncipe moro no tenía un carácter amistoso, sino económico:
pretendía sacarle 110 millones de euros para patrocinar la celebración
de la Copa América, uno de esos proyectos fantasiosos ideados por el
Urdangarin y la Cristina con la complicidad del Torres. Este dato
debiera tenerlo muy en cuenta el juez José Castro, que ha imputado al
trío y cómplices, pero no al abdicado. Lo mismo que debiera considerar
importante la reunión que el tristemente célebre Urdangarin mantuvo en
el mismísimo palacio de La Zarzuela, residencia oficial del abdicado
cuando no está de pendoneo por ahí, con los jerifaltes valencianos del
partido que se dice Popular Francisco Camps y Rita Barberá con el único
objeto de tratar sobre la organización de la misma Copa.
Los reyes o emires o como se llame a
los tiranos de las monarquías árabes han resultado en verdad los moros
amigos del abdicado. Desde 2003 ha efectuado once viajes a la zona, el
último en abril y mayo de 2014. Según las crónicas periodísticas,
realizó esos viajes acompañando a empresarios españoles que desean
negociar en esos países enriquecidos por los ingresos del petróleo, sin
importarles que no respeten los derechos humanos. ¿Qué pinta un rey
entre empresarios? Nada, a no ser que actúe a comisión.
Negocios muy cristianos
Es sabido que el dinero no tiene
nacionalidad ni religión, así que el rey católico también negocia a su
manera con prepotentes cristianos. Por ejemplo, con el antes poderoso
caballero don José María Ruiz Mateos, numerario de la secta satánica del
Opus Dei, quien confesó (y después comulgó devotamente) haber entregado
al abdicado “cientos de millones de pesetas”. Durante la presidencia
del presunto socialisto Felipe González, uno de los grandes amigotes del
abdicado, cayó en desgracia Ruiz Mateos, se le expropiaron sus empresas
y fue encerrado en una mazmorra borbónica. Como asegura un refrán, así
paga el diablo a quien bien le sirve. “Tóo pal pueblo”, declaró el
hermano de Juan Guerra, que era vicepresidente de ese Gobierno, pero la
verdad es que al pueblo solamente nos tocó pagar, pagar y pagar,
mientras los beneficios se los repartían los de siempre.
De otro opulento opusdeísta
financiero, Javier de la Rosa, ya se ha comentado que pasó de íntimo del
abdicado a preso común. Compartió módulo carcelario con otro financiero
amigote del abdicado y de su padre, Mario Conde, famoso porque le
brilla más el pelo que los zapatos. Se dice que guarda una bomba de
relojería, con documentación comprometedora para el abdicado, pero no se
atreve a publicarla de momento por miedo a las represalias. Se conoce
que espera la pronta proclamación de la República.
Dos primos que de tales no tienen
nada, los albertos Alcocer y Cortina, han sido juzgados por varios
delitos económicos, aunque no han ido a la cárcel porque una poderosa
mano los protege. El abdicado favorece a quien quiere y abandona a quien
le parece. Así, al milmillonario Juan Miguel Villar Mir, con una
fortuna calculada en seis mil millones de euros, le concedió en 2011 el
marquesado de Villar Mir “por su destacada y dilatada trayectoria al
servicio de la Corona”, con pingües beneficios mutuos, “para sí y sus
sucesores”. Su sucesora hija Silvia está casada con Javier López Madrid,
uno de los ruidosos amigotes del actual rey Felipe VI. En cambio,
Manuel de Prado y Colón de Carvajal, intendente real y celestino, fue
dejado caer en una mazmorra cuando ya no era útil en sus oficios.
La mordida que no cesa
El expresidente de la compañía
petrolera francesa Elf, acusado de fraude, manifestó ante el juez haber
entregado 55 millones de euros al abdicado cuando todavía no lo estaba,
como soborno para que hiciera valer su valiosa (y tanto) opinión a favor
de la compañía. Se ignora si actuó por patriotismo el abdicado, aunque
no parece aceptable suponerlo, cuando telefoneó al presidente mexicano
Vicente Fox para interceder por la empresa hotelera española Riu, que no
quería demoler los tres pisos de más construidos ilegalmente en uno de
sus edificios en la turística Cancún. El tal Fox es otro pájaro de
cuenta; el Congreso de su país investigó el origen de los mil millones
de pesos conseguidos ilícitamente, en parte con el narcotráfico. No hace
falta decir que se entendieron muy bien los dos jefes, y que los tres
pisos se quedaron donde estaban.
La misma incógnita se presenta al
saber que el abdicado presionó al entonces jefe del Gobierno español, el
inepto socialisto Rodríguez Zapatero, para que el Gobierno aprobase la
entrada de la petrolera rusa LUKoil en el accionariado de Repsol: seis
veces al día llegó a telefonearle. Claro que en el negocio intervenía
como comisionista la famosa Corinna, con la que no sabemos qué relación
prima, si la financiera o la sexual.
Dedica Errazkin tres páginas a
comentar los extraños manejos sucedidos con la herencia del duque de
Hernani, título que el abdicado traspasó a su hermana menor Margarita,
al mismo tiempo que, al parecer, se traspasaba a sí mismo la colección
de 681 cuadros, de incalculable valor por ser piezas únicas de grandes
pintores, reunida por el finado. Interpuesta demanda contra él por el
sobrino y heredero presunto del duque, fue multado el demandante por
ofensas al rey. El entonces secretario general de la Casa de Su
Majestad, el general Sabino Fernández Campo, ordenó y mandó militarmente
a los directores de los medios de comunicación que ignorasen el tema.
El único periodista que osó incumplir la prohibición, Antonio Hernando,
falleció muy accidentalmente cuando practicaba la pesca submarina, un
deporte de mucho riesgo en el que era un verdadero profesional. Pero se
arriesgó demasiado. Los borbones traen mala suerte.
En resumen: según calcula la revista Forbes, la
fortuna personal del abdicado asciende a 1.800 millones de euros. Y
todos se los ha ganado él solito con su esfuerzo y su obsesión
ahorradora, porque no se gasta el dinero más que en hacer regalos a sus
barraganas.
Juego de camas
Y así entramos en otro capítulo
demoledor para el juicio que el abdicado merecerá a los historiadores de
su reinado. Probablemente será conocido en los tratados de historia con
el sobrenombre de El Putañero. Este asunto no debiera importar más que a
su resignada cónyuge, Sofía Pasaportodo, si no fuera porque nos ha
costado muchos millones de pesetas y euros a los vasallos, unos
dilapidados en regalos a las concubinas, y otros gastados en sobornos
para que las mismas depusieran sus amenazas de chantaje.
Según relata Andrew Morton en su bien documentado ensayo Ladies of Spain (Madrid, La Esfera de los Libros, 2013), inexplicablemente
traducido al castellano dejando su título original en inglés, el
abdicado disfrutó a lo largo de su crapuloso reinado de un harén de mil
quinientas rameras sucesivas, cifra que ni los tiranos árabes pueden
igualar. Como se entere un tal cardenal electo Blázquez, presidente de
la Conferencia Episcopal, va a excomulgar al poliadúltero, aunque es
posible que no se entere, y de esa manera se evitará los problemas
derivados de topar con la realeza.
Tampoco su tatarabuela la reina Isabel
II gozó de tal número de amantes, a pesar de estar considerada la mayor
golfa de la historia de España. Lo fue tanto que los militares de su
tiempo organizaron la Gloriosa Revolución en setiembre de 1868 y la
expulsaron a Francia. Aquellos militares defendían la honra de España,
porque pertenecían al pueblo.
Hemos tenido que comprar las cursis y
ridículas cartas que el abdicado escribió a Olghina di Robilant, una
condesa italiana tan aprovechada que después de venderlas las publicó en
Italia y en España. Los lacayos del entonces rey ignoraban que existen
fotocopiadoras. Asegura que comparte a su hija Paola con el abdicado,
pero la muchacha no ha reclamado una pensión hasta ahora. Quizá le
avergüence tener ese padre y prefiera olvidarlo.
En cambio, los que sí reclaman una
prueba de paternidad al abdicado son Albert Solà e Ingrid Sartiau. Se
han hecho un análisis de ADN con el resultado de tener un progenitor
común, que no pueden ser las respectivas madres que los parieron en
países distintos. El abdicado se niega a rebajarse hasta el punto de
consentirlo. Según el citado exagente del CESID Arnáu de la Nuez, se le
conocen al menos cinco hijos bastardos. Con mil y quinientas odaliscas a
su servicio no son muchos bastardos. Seguramente aparecerán más.
Preparemos la cartera, el que todavía la tenga.
De esos polvos salen estos fondos
La barragana que nos ha costado más
cara, por ser la más cuca, se llama Margarita García, pero atiende por
al alias artístico de Bárbara Rey, muy adecuado. Se la celestineó el
entonces presidente Adolfo Suárez, que deseaba contar con una espía
adicta en la cama real, y él perdió la cabeza (en sentido figurado, no
en la guillotina hasta ahora). Pero ella decidió montar su propio
negocio, así que grabó en vídeo los saltos del tigre que hacía su
amante, y las conversaciones políticas que le sonsacaba. Los borbones se
consideran tan intocables que no toman ninguna precaución para sus
aventuras sexuales extramatrimoniales, al parecer ni siquiera utilizan
preservativo, y por ello después pasa lo que pasa, para beneficio de
barraganas y bastardos. Ellos son irresponsables, y además pagamos los
vasallos.
Los vídeos, según se cuenta en los mentideros, parecen una versión íntegra no censurada de La Bella y
la Bestia. Para que no los exhibiera en un cine porno, a la apodada
Bárbara, que lo es, hubo que pagarle una pensión mensual, a cargo de los
fondos reservados del Ministerio de la Presidencia, que según se
comenta en los citados suma dieciocho millones de pesetas, y por fin
comprarle el material gráfico, más bien pornográfico, se dice que por
cuatro millones de dólares, aunque autores hay que multiplican esas
cifras. Una cuidada documentación se encuentra en el ensayoUn rey golpe a
golpe (Navarra, Miatren–-Kalegorria, 2001) firmado por Patricia
Sverlo, seudónimo empleado por Rebeca Quintáns para evitarse las
complicaciones judiciales inherentes a quienes escriben sobre la familia
irreal. Los vasallos pagamos las diversiones de los reyes. Para eso
estamos.
Sin embargo, no todas las barraganas
han tenido tanta suerte. Por ejemplo, la actriz porno Sandra Mozarowsky,
hija de padre ruso, que tras su aventura con el entonces rey murió
defenestrada el 14 de setiembre de 1977, a los 18 años; se dice en esos
mentideros siempre bien informados que se hallaba embarazada, aunque no
se explica de quién.
También era ruso el padre de otra
actriz porno, conocida como Nadiuska porque su nombre es impronunciable
en castellano; la casaron con un chatarrero, matrimonio de conveniencia
después anulado, y ahora a sus 62 años está internada en un sanatorio
porque padece esquizofrenia, según dice el diagnóstico médico. No es
para menos.
Y dejemos aquí el relato, porque para
recordar a las mil y quinientas se necesita un volumen como los del
Espasa. Está claro que el abdicado padece el síndrome de la
incontinencia sexual, característico de la dinastía borbónica, en
hombres y mujeres. La única mujer que no soporta es la legítima esposa,
quizá porque sea alérgico a todo lo legal. Según cotilleo del general
Sabino Fernández Campo, testigo presencial, llegó a tirarle un plato a
la cara durante una discusión mantenida en la mesa. Y tiene buena
puntería el abdicado, o al menos la tenía en sus buenos años, puesto que
en sus últimos discursos reales quedó demostrado que ya no ve tres en
un elefante.
Caza mayor, caída superior
Debido a ello se cayó por las
escaleras al salir de una habitación a las cuatro de la madrugada del 13
de abril de 2012 en Botsuana, adonde acudió para cazar elefantes,
acompañado por su última barragana, la apuesta supuesta princesa
Corinna. Entre que no ve y que la noche africana es negra, y que a saber
lo que estuvo haciendo, se pegó un traspiés mayestático y se fracturó
la cadera derecha en tres tristes trozos. Después declaróurbi et orbi que
se había equivocado, y prometió que no repetiría tales aventuras. Las
cinegéticas, quería decir, no las eróticas, porque a la Corinna le puso
un chalé con criados, conductores y guardaespaldas, a costa de los
fondos reservados, como es natural. De cacería era preferible que no
saliera, en beneficio de los guías y ojeadores, más aún que de los
elefantes.
La afición por matar animales tiene
antiguas raíces en el ahora abdicado, que al dejarse llevar por ella
demuestra su desprecio total por la conservación de la naturaleza y de
la fauna. Según confidencia de su amigo Juan José Macaya, cuando el
abdicado era niño se entretenía matando gallinas, así como otros juegan a
las canicas. Y de mayor mantuvo la afición, con animales de mayor
envergadura. Por eso el 28 de febrero de 2004 mató un gran ejemplar de
bisonte europeo, especie en extinción, en una reserva natural en
Polonia. Entre el 8 y el 10 de octubre del mismo año mató diez osos y un
lobo e hirió a otros varios en Covasna (Rumanía); se trataba de la
especie de ursus arctos, protegida por la Convención de Berna de 2001. Protegida, pero no de reyes valientes que no le temen a nada. A nada legal.
El oso más famoso de cuantos ha matado
tenía nombre propio, Mitrofán. Se lo prepararon en agosto de 2006 en
Vologda (Rusia), emborrachándolo con miel y vodka, para que su real
persona no estuviera en peligro nunca, que él es valiente, pero
precavido. Lo denunció un guarda forestal en carta publicada en un
periódico ruso. A un periódico vasco, Deia, publicar la noticia le costó una denuncia por “injurias al rey”.
Para exhibir adecuadamente sus trofeos
venatorios, el entonces rey se hizo construir un pabellón de caza en
terrenos de El Pardo, entre 2007 y 2009. Costó 3,4 millones de euros,
pagados por el Patrimonio Nazional, que es patrimonio borbónico. A lo
único que tenemos acceso los vasallos es a pagar los costes de las
diversiones reales. Nos lo merecemos. Y menos mal que no tuvo la
ocurrencia de cazarnos a nosotros.
El mayor delincuente
Errazkin aborda otros temas en Juan Carlos, un rey con antecedentes, como
la muerte por disparo de Alfonso de Borbón cuando jugaba con su hermano
Juan Carlos y con una pistola, propiedad del superviviente, asunto
polémico porque el padre de ambos prohibió que se hiciera la autopsia al
cadáver, como es reglamentario en los casos de muertes no naturales. El
asunto ha dado pie a muchas cábalas y cavilaciones.
Asimismo cita lo que cuenta Arnáu de
la Nuez, respecto a la participación del abdicado en reuniones
conspiratorias con varios jefes militares y seis civiles, en un piso de
la madrileña calle del General Cabrera, en las semanas previas al
histórico 23 de febrero de 1981. Se ignora, aunque se sospeche, quién
era el “elefante blanco” aquel día. Le gustan tanto los elefantes al
abdicado que algunos piensan en él, sin ninguna prueba, claro es.
También sobre esta cuestión existe abundante bibliografía a disposición
de los incrédulos en los informes oficiales.
Y por todo lo dicho y lo demás que se
encuentra en el ensayo, puede calificarse a Juan Carlos de Borbón como
el mayor delincuente de España, y tal vez de Europa; de otros
continentes no se debe apostar. Y éste es el modelo que se propone
seguir su hijo y sucesor Felipe VI, quien además ha aportado a la
dinastía a una mujer con pasado borrascoso por vicioso, que tiene ahora
mismo a su padre, su tía y su abuelita encausados en un Juzgado
asturiano, una broma pesada para los otrora príncipes de Asturias. Esta
familia irreal no se priva de nada, porque el pueblo lo soporta todo.
Comprueben lo documentado que está el
ensayo, leyéndolo antes de que lo secuestren. Y repitan como los
revolucionarios de 1868: ¡Viva España con honra! ¡Abajo los borbones!
Autor: Arturo del Villar, a propósito del ensayo de Iñaki Errazkin Juan Carlos, un rey con antecedentes
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