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miércoles, 12 de agosto de 2015

Juan Carlos de Borbón, el mayor delincuente de España

Juan Carlos de Borbón, el mayor delincuente de España
EN su filípica a las Fuerzas mal Armadas (según confesión de Pedro Morenés, ministro del ramo) y la Guardia Civil (que a pesar de su nombre es un estamento militar, porque en este reino todo lo oficial es falso), con motivo de la celebración de la pascua militar, su majestad el rey católico nuestro señor Felipe VI tuvo un recuerdo para su padre, el abdicado rey Juan Carlos I, que en su opinión reinó “siempre con el objetivo de prestar el mejor servicio a España. A él le dedico en este día el homenaje de gratitud y respeto que merece de todos nosotros”. Parece que Felipe es un buen hijo, pero o bien ignora las tropelías cometidas por su padre, o mal tiene una cara dura de cemento borbónico, por atreverse a decirnos esas palabras a quienes hemos sufrido su corrupto reinado.
 
 
 
   Ya en su primera filípica al ser proclamado rey, el 19 de junio de 2014, mientras sus matones nos apaleaban a los que intentábamos exhibir calladamente una bandera tricolor en la calle, tuvo la osadía de decirnos entre balbuceos: “Quiero rendir un homenaje de gratitud y respeto hacia mi padre, el rey Juan Carlos I. Un reinado excepcional pasa hoy a formar parte de nuestra historia con un legado político extraordinario.” Cierto que fue extraordinario, pero por su inmensa corrupción. Y si con esos homenajes quiere indicarnos que va a seguir su ejemplo, tenemos que hacer las maletas para exiliarnos, a no ser que le hagamos exiliarse a él, que no sería el primer Borbón en largarse a toda máquina, de tren o de barco.
 
   Un historial de esos envilecidos 36 años ha sido parcialmente resumido por Iñaki Errazkin en su último libro, Juan Carlos, un rey con antecedentes, que acaba de publicar Akal en Madrid, con 94 páginas. Muy pocas para todo lo que se puede contar de este escandaloso reinado, pero constituyen un memorial vomitivo de las tropelías perpetradas con total impunidad por el abdicado, como financiero, como putañero y como cazador, sus aficiones favoritas, a las que se dedicó alegando que en eso consiste reinar según su manera de entender el oficio.
 
Cómo nos ha borboneado
 
   No es una obra de investigación, sino de recopilación. El autor ha consultado libros, revistas, diarios y blogs en los que se revelan aspectos impropios de un jefe de Estado, protagonizados por el abdicado rey de España, antes de transferir sus poderes ilegítimos a su hijo pequeño. Un buen chico que le ha consentido reinar todo el tiempo que quiso, a diferencia de lo que él hizo con su padre, a quien arrolló en su carrera por alcanzar el trono, y solamente le permitió reinar después de morir. Tal vez fuera su venganza por haberle entregado al dictadorísimo cuando solamente tenía diez años, con el propósito de que lo educara a su imagen y semejanza. Así salió él de espabilado.
 
   El breve libro no es una biografía, aunque recuerda los datos esenciales en la vida borbónicamente regalada del designado sucesor a título de rey por el dictadorísimo, una vez que le juró lealtad a su exigua persona y fidelidad a sus leyes genocidas. El propósito de Errazkin ha consistido en reunir documentos demostrativos de los desmanes cometidos por el abdicado, que sigue reinando y goza de todos los privilegios aforados, con los que se convierte en irresponsable ante la justicia administrada en nombre del rey.
 
   La lectura de estas páginas provoca indignación. Es un recopilatorio abreviado de los chanchullos económicos que han convertido al abdicado en uno de los ricachones más potentes del mundo. Su padre, Juan, vivió a costa de los llamados nobles, que lo mantuvieron toda la vida para que no necesitara pegar golpe, y lo sostuvieron hasta el final, hasta pagar los gastos derivados de su internamiento en la clínica donde murió.
 
   Los italianos llaman il dolce far niente a esa vidorra sin tener que molestarse en hacer nada para ganarse el pan de cada día. Y encima los borbones comen mucho más que pan, viven en continuo festín a costa del pueblo. La verdad es que no se les puede censurar por ello, puesto que el pueblo lo aguanta. A quien hay que criticar es al pueblo consentidor.
 
   Cualquier vasallo de su majestad católica con un historial semejante al del abdicado, estaría condenado a tres mil años y un día de prisión mayor, por lo menos. Pero no se debe equiparar a los amos y a los siervos. Los amos cuentan con magistrados, fiscales, militares y policías a su servicio, todos ellos enemigos del pueblo al que muchos pertenecen. Los siervos tenemos la obligación de pagar impuestos y callar. O hacer la revolución.
 
Autor de 1.051 delitos comunes
 
   Cita el autor a Ramón Francisco Arnáu de la Nuez, antiguo agente del CESID (Centro Superior de Información de la Defensa, transformado desde 2002 en el Centro Nacional de Inteligencia, nombre adoptado para camuflar el espionaje, a semejanza de la criminal CIA gringa). En la actualidad se encuentra incomunicado en una mazmorra especial de la cárcel de Segovia, probablemente sujeto a la pared con argollas de hierro y alimentado solamente con pan y agua, como en la Edad Media. Nadie puede comprobarlo, porque está incomunicado. Pese a ello, se las ingenia para enviar mensajes a familiares y amigos, que los colocan en la red electrónica.
 
   Su expediente consta de 12.000 folios inculpatorios. Su delito es haber imitado a Zola, y lanzar un “¡Yo acuso!” contra el abdicado, tras haber ido investigando sus descomunales hazañas financieras, eróticas y golpistas. Lo acusa de haber cometido 1.051 delitos comunes. Y lo peor de todo es que los documenta. Un tipo meticuloso y detallista, que sería de gran utilidad en una democracia, pero aquí está considerado un peligro público al que es preciso encerrar. Como escribía el anónimo autor del Cantar de Mio Cid, otra víctima de la crueldad real en su tiempo, “¡Dios, qué buen vasallo si hubiese buen señor!” Lamentablemente, en la historia de España no hay ni ha habido nunca buenos señores. Ni los habrá en la monarquía.
 
   Lo que no debemos tolerar es que el Libro Guinness de los records no incluya al abdicado como el mayor delincuente con más delitos en su historial. Se comprende porque se elabora en la pérfida Albión, como decía el dictadorísimo, en donde no perdonan que unos palurdos españoles le quitaran el brazo derecho a Nelson en la batalla de Santa Cruz de Tenerife, cuando intentaba colonizar las islas Canarias.
 
El hombre que sabe demasiado
 
   Arnáu de la Nuez es canario, nacido el 20 de octubre de 1963 en Las Palmas. Acosado porque sabía demasiado, solicitó asilo político en Lisboa, pero fue entregado a los esbirros borbónicos. Según cuenta en los informes remitidos a las instancias judiciales y políticas del reino (¡qué ganas de perder el tiempo!), el abdicado lleva 25 años cobrando comisiones por los barriles de crudo que el reino fascista de España compra al reino dictatorial de Arabia Saudita, y como intermediario de negocios se embolsó 3.800 millones de euros por bendecir la privatización de Repsol--YPF; otros 1.040 millones de dólares por la OPA de LUKoil, más 2.000 millones de pesetas que le entregó el financiero filibustero opusdeyero Javier de la Rosa de su chiringuito con KIO; por cierto: su hija menor, Gabriela, fue la amante oficial durante una temporada de Juan Gómez--Acebo y de Borbón, hijo mayor de Pilar de Borbón, hermana mayor del abdicado, así que todo queda en la familia, La relación de cobros improcedentes resulta mucho más amplia y larga, por lo que es preferible finalizarla aquí y ahora.
 
   Según Arnáu, el abdicado se sirve de La Caixa para blanquear su fortuna y colocarla a buen recaudo fuera de su reino. El superpresidente de las entidades del grupo La Caixa es su amigote Isidre Fainé, el que tiene empleada a la infame Cristina de Borbón en una sinecura en Ginebra, para que cobre mucho sin hacer nada, según la costumbre borbónica tradicional de la dinastía, desde aquel Felipe V que llegó a España montado sobre una guerra que destruyó a las gentes y a las tierras.
 
   No obstante, Fainé debiera ser más cauto, puesto que los amigotes del abdicado suelen terminar en la cárcel, un lugar al que no pueden ir a residir los miembros de la llamada familia irreal, debido a su inmunidad para jueces y fiscales servilones, pero del que no se libran sus compinches cuando dejan de serle útiles. Los borbones son así, como demuestra la historia.
 
   En Google puede encontrarse una variada información acerca de Francisco Ramón Arnáu de la Nuez, que merece la pena leer detenidamente.
 
El moro amigo
 
   Es comprensible, pues, que el abdicado posea una de las mayores fortunas del mundo. Es una hormiguita hacendosa para acumular pasta, y eso que al ser proclamado rey como sucesor de su padrino político el dictadorísimo no tenía en dónde caerse muerto. Pero era un vivo, mejor todavía, un vivales, así que empezó su reinado pidiendo limosna a moros y cristianos, “para el fortalecimiento de la monarquía”. Es conocida la desvergonzada carta que envió al entonces sha de Persia, proponiéndole que le regalase diez millones de dólares, calderilla para el tirano que ya tenía los días contados.
 
   La carta está reproducida en el libro de Jesús Cacho El negocio de la libertad (Madrid, Akal--Foca, 1999), muy bien documentado, tanto que el abdicado ha prometido “dar dos hostias” al autor si se le pone delante, según le oyó decir David Rocasolano, el primo preferido de la Leti, y así lo cuenta en el libro dedicado a la actual reina,Adiós, Princesa (Madrid, Akal--Foca, 2013).  Es de suponer que haya tomado precauciones, porque es sabido que el abdicado maneja la muleta como un matador de tronío.   
 
   Siempre citando otras referencias, Errazkin da buena cuenta de las cuentas acrecidas gracias a “la tradicional amistad con los pueblos árabes”, muletilla muy usada por otro matador, aunque sin trono ni tronío, el dictadorísimo genocida. Al tirano de Arabia Saudita le sacó cien millones de dólares por colaborar con los gringos durante la primera guerra del Golfo. Entre golfos andaba el juego, nadie lo duda. A los jeques, emires y demás fauna tiránica les sobra el dinero, de modo que no debe de remorder la conciencia a quienes los estafan, porque ellos estafan a sus pueblos.
 
El Urdangarin, estrella invitada
 
   Diego Torres, socio del yernísimo ladronísimo del abdicado en la fraudulenta empresa “sin ánimo de lucro” con el nombre griego de  Nóos (la antigua reina consorte es griega), publicó un libro con el seudónimo de Ricardo Grenville,Urdangarin y la Copa de Europa, en el que revela actividades delictivas del abdicado, en favor de los chanchullos organizados para robar con guante blanco, por su hija favorita y su yerno favorito. En una relación de robos y saqueos no podía faltar el inevitable Urdangarin como estrella invitada, porque su brillo es cegador en el firmamento de la delincuencia internacional.
 
   El 27 de agosto de 2007 el ahora abdicado, entonces en el trono, abandonó su palacio en Mallorca, en donde descansaba de su descanso habitual, para viajar a Marbella, en donde posee un palacio el príncipe saudí Salman, gobernador de Riad. Acudió con su barragana de entonces, la supuesta princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, involucrada en los pinchazos morunos para ganarse la vida decentemente (además usa otros métodos).
 
   El viaje del rey católico para visitar al príncipe moro no tenía un carácter amistoso, sino económico: pretendía sacarle 110 millones de euros para patrocinar la celebración de la Copa América, uno de esos proyectos fantasiosos ideados por el Urdangarin y la Cristina con la complicidad del Torres. Este dato debiera tenerlo muy en cuenta el juez José Castro, que ha imputado al trío y cómplices, pero no al abdicado. Lo mismo que debiera considerar importante la reunión que el tristemente célebre Urdangarin mantuvo en el mismísimo palacio de La Zarzuela, residencia oficial del abdicado cuando no está de pendoneo por ahí, con los jerifaltes valencianos del partido que se dice Popular Francisco Camps y Rita Barberá con el único objeto de tratar sobre la organización de la misma Copa.
 
   Los reyes o emires o como se llame a los tiranos de las monarquías árabes han resultado en verdad los moros amigos del abdicado. Desde 2003 ha efectuado once viajes a la zona, el último en abril y mayo de 2014. Según las crónicas periodísticas, realizó esos viajes acompañando a empresarios españoles que desean negociar en esos países enriquecidos por los ingresos del petróleo, sin importarles que no respeten los derechos humanos. ¿Qué pinta un rey entre empresarios? Nada, a no ser que actúe a comisión.
 
Negocios muy cristianos
 
   Es sabido que el dinero no tiene nacionalidad ni religión, así que el rey católico también negocia a su manera con prepotentes cristianos. Por ejemplo, con el antes poderoso caballero don José María Ruiz Mateos, numerario de la secta satánica del Opus Dei, quien confesó (y después comulgó devotamente) haber entregado al abdicado “cientos de millones de pesetas”. Durante la presidencia del presunto socialisto Felipe González, uno de los grandes amigotes del abdicado, cayó en desgracia Ruiz Mateos, se le expropiaron sus empresas y fue encerrado en una mazmorra borbónica. Como asegura un refrán, así paga el diablo a quien bien le sirve. “Tóo pal pueblo”, declaró el hermano de Juan Guerra, que era vicepresidente de ese Gobierno, pero la verdad es que al pueblo solamente nos tocó pagar, pagar y pagar, mientras los beneficios se los repartían los de siempre.
 
   De otro opulento opusdeísta financiero, Javier de la Rosa, ya se ha comentado que pasó de íntimo del abdicado a preso común. Compartió módulo carcelario con otro financiero amigote del abdicado y de su padre, Mario Conde, famoso porque le brilla más el pelo que los zapatos. Se dice que guarda una bomba de relojería, con documentación comprometedora para el abdicado, pero no se atreve a publicarla de momento por miedo a las represalias. Se conoce que espera la pronta proclamación de la República.
 
   Dos primos que de tales no tienen nada, los albertos Alcocer y Cortina, han sido juzgados por varios delitos económicos, aunque no han ido a la cárcel porque una poderosa mano los protege. El abdicado favorece a quien quiere y abandona a quien le parece. Así, al milmillonario Juan Miguel Villar Mir, con una fortuna calculada en seis mil millones de euros, le concedió en 2011 el marquesado de Villar Mir “por su destacada y dilatada trayectoria al servicio de la Corona”, con pingües beneficios mutuos, “para sí y sus sucesores”. Su sucesora hija Silvia está casada con Javier López Madrid, uno de los ruidosos amigotes del actual rey Felipe VI. En cambio, Manuel de Prado y Colón de Carvajal, intendente real y celestino, fue dejado caer en una mazmorra cuando ya no era útil en sus oficios.
 
La mordida que no cesa
 
   El expresidente de la compañía petrolera francesa Elf, acusado de fraude, manifestó ante el juez haber entregado 55 millones de euros al abdicado cuando todavía no lo estaba, como soborno para que hiciera valer su valiosa (y tanto) opinión a favor de la compañía. Se ignora si actuó por patriotismo el abdicado, aunque no parece aceptable suponerlo, cuando telefoneó al presidente mexicano Vicente Fox para interceder por la empresa hotelera española Riu, que no quería demoler los tres pisos de más construidos ilegalmente en uno de sus edificios en la turística Cancún. El tal Fox es otro pájaro de cuenta; el Congreso de su país investigó el origen de los mil millones de pesos conseguidos ilícitamente, en parte con el narcotráfico. No hace falta decir que se entendieron muy bien los dos jefes, y que los tres pisos se quedaron donde estaban.
 
   La misma incógnita se presenta al saber que el abdicado presionó al entonces jefe del Gobierno español, el inepto socialisto Rodríguez Zapatero, para que el Gobierno aprobase la entrada de la petrolera rusa LUKoil en el accionariado de Repsol: seis veces al día llegó a telefonearle. Claro que en el negocio intervenía como comisionista la famosa Corinna, con la que no sabemos qué relación prima, si la financiera o la sexual.
 
   Dedica Errazkin tres páginas a comentar los extraños manejos sucedidos con la herencia del duque de Hernani, título que el abdicado traspasó a su hermana menor Margarita, al mismo tiempo que, al parecer, se traspasaba a sí mismo la colección de 681 cuadros, de incalculable valor por ser piezas únicas de grandes pintores, reunida por el finado. Interpuesta demanda contra él por el sobrino y heredero presunto del duque, fue multado el demandante por ofensas al rey. El entonces secretario general de la Casa de Su Majestad, el general Sabino Fernández Campo, ordenó y mandó militarmente a los directores de los medios de comunicación que ignorasen el tema. El único periodista que osó incumplir la prohibición, Antonio Hernando, falleció muy accidentalmente cuando practicaba la pesca submarina, un deporte de mucho riesgo en el que era un verdadero profesional. Pero se arriesgó demasiado. Los borbones traen mala suerte.
 
   En resumen: según calcula la revista Forbes, la fortuna personal del abdicado asciende a 1.800 millones de euros. Y todos se los ha ganado él solito con su esfuerzo y su obsesión ahorradora, porque no se gasta el dinero más que en hacer regalos a sus barraganas.
 
Juego de camas
 
   Y así entramos en otro capítulo demoledor para el juicio que el abdicado merecerá a los historiadores de su reinado. Probablemente será conocido en los tratados de historia con el sobrenombre de El Putañero. Este asunto no debiera importar más que a su resignada cónyuge, Sofía Pasaportodo, si no fuera porque nos ha costado muchos millones de pesetas y euros a los vasallos, unos dilapidados en regalos a las concubinas, y otros gastados en sobornos para que las mismas depusieran sus amenazas de chantaje.
 
   Según relata Andrew Morton en su bien documentado ensayo Ladies of Spain (Madrid, La Esfera de los Libros, 2013), inexplicablemente traducido al castellano dejando su título original en inglés, el abdicado disfrutó a lo largo de su crapuloso reinado de un harén de mil quinientas rameras sucesivas, cifra que ni los tiranos árabes pueden igualar. Como se entere un tal cardenal electo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal, va a excomulgar al poliadúltero, aunque es posible que no se entere, y de esa manera se evitará los problemas derivados de topar con la realeza.
 
   Tampoco su tatarabuela la reina Isabel II gozó de tal número de amantes, a pesar de estar considerada la mayor golfa de la historia de España. Lo fue  tanto que los militares de su tiempo organizaron la Gloriosa Revolución en setiembre de 1868 y la expulsaron a Francia. Aquellos militares defendían la honra de España, porque pertenecían al pueblo.
 
   Hemos tenido que comprar las cursis y ridículas cartas que el abdicado escribió a Olghina di Robilant, una condesa italiana tan aprovechada que después de venderlas las publicó en Italia y en España. Los lacayos del entonces rey ignoraban que existen fotocopiadoras. Asegura que comparte a su hija Paola con el abdicado, pero la muchacha no ha reclamado una pensión hasta ahora. Quizá le avergüence tener ese padre y prefiera olvidarlo.
   En cambio, los que sí reclaman una prueba de paternidad al abdicado son Albert Solà e Ingrid Sartiau. Se han hecho un análisis de ADN con el resultado de tener un progenitor común, que no pueden ser las respectivas madres que los parieron en países distintos. El abdicado se niega a rebajarse hasta el punto de consentirlo. Según el citado exagente del CESID Arnáu de la Nuez, se le conocen al menos cinco hijos bastardos. Con mil y quinientas odaliscas a su servicio no son muchos bastardos. Seguramente aparecerán más. Preparemos la cartera, el que todavía la tenga.
 
De esos polvos salen estos fondos
 
   La barragana que nos ha costado más cara, por ser la más cuca, se llama Margarita García, pero atiende por al alias artístico de Bárbara Rey, muy adecuado. Se la celestineó el entonces presidente Adolfo Suárez, que deseaba contar con una espía adicta en la cama real, y él perdió la cabeza (en sentido figurado, no en la guillotina hasta ahora). Pero ella decidió montar su propio negocio, así que grabó en vídeo los saltos del tigre que hacía su amante, y las conversaciones políticas que le sonsacaba. Los borbones se consideran tan intocables que no toman ninguna precaución para sus aventuras sexuales extramatrimoniales, al parecer ni siquiera utilizan preservativo, y por ello después pasa lo que pasa, para beneficio de barraganas y bastardos. Ellos son irresponsables, y además pagamos los vasallos.
 
   Los vídeos, según se cuenta en los mentideros, parecen una versión íntegra no censurada de La Bella y la Bestia. Para que no los exhibiera en un cine porno, a la apodada Bárbara, que lo es, hubo que pagarle una pensión mensual, a cargo de los fondos reservados del Ministerio de la Presidencia, que según se comenta en los citados suma dieciocho millones de pesetas, y por fin comprarle el material gráfico, más bien pornográfico, se dice que por cuatro millones de dólares, aunque autores hay que multiplican esas cifras. Una cuidada documentación se encuentra en el ensayoUn rey golpe a golpe (Navarra, Miatren–-Kalegorria, 2001) firmado por Patricia Sverlo, seudónimo empleado por Rebeca Quintáns para evitarse las complicaciones judiciales inherentes a quienes escriben sobre la familia irreal. Los vasallos pagamos las diversiones de los reyes. Para eso estamos.
 
   Sin embargo, no todas las barraganas han tenido tanta suerte. Por ejemplo, la actriz porno Sandra Mozarowsky, hija de padre ruso, que tras su aventura con el entonces rey murió defenestrada el 14 de setiembre de 1977, a los 18 años; se dice en esos mentideros siempre bien informados que se hallaba embarazada, aunque no se explica de quién.
 
   También era ruso el padre de otra actriz porno, conocida como Nadiuska porque su nombre es impronunciable en castellano; la casaron con un chatarrero, matrimonio de conveniencia después anulado, y ahora a sus 62 años está internada en un sanatorio porque padece esquizofrenia, según dice el diagnóstico médico. No es para menos.
 
   Y dejemos aquí el relato, porque para recordar a las mil y quinientas se  necesita un volumen como los del Espasa. Está claro que el abdicado padece el síndrome de la incontinencia sexual, característico de la dinastía borbónica, en hombres y mujeres. La única mujer que no soporta es la legítima esposa, quizá porque sea alérgico a todo lo legal. Según cotilleo del general Sabino Fernández Campo, testigo presencial, llegó a tirarle un plato a la cara durante una discusión mantenida en la mesa. Y tiene buena puntería el abdicado, o al menos la tenía en sus buenos años, puesto que en sus últimos discursos reales quedó demostrado que ya no ve tres en un elefante.
 
Caza mayor, caída superior
 
   Debido a ello se cayó por las escaleras al salir de una habitación a las cuatro de la madrugada del 13 de abril de 2012 en Botsuana, adonde acudió para cazar elefantes, acompañado por su última barragana, la apuesta supuesta princesa Corinna. Entre que no ve y que la noche africana es negra, y que a saber lo que estuvo haciendo, se pegó un traspiés mayestático y se fracturó la cadera derecha en tres tristes trozos. Después declaróurbi et orbi que se había equivocado, y prometió que no repetiría tales aventuras. Las cinegéticas, quería decir, no las eróticas, porque a la Corinna le puso un chalé con criados, conductores y guardaespaldas, a costa de los fondos reservados, como es natural. De cacería era preferible que no saliera, en beneficio de los guías y ojeadores, más aún que de los elefantes.
 
   La afición por matar animales tiene antiguas raíces en el ahora abdicado, que al dejarse llevar por ella demuestra su desprecio total por la conservación de la naturaleza y de la fauna. Según confidencia de su amigo Juan José Macaya, cuando el abdicado era niño se entretenía matando gallinas, así como otros juegan a las canicas. Y de mayor mantuvo la afición, con animales de mayor envergadura. Por eso el 28 de febrero de 2004 mató un gran ejemplar de bisonte europeo, especie en extinción, en una reserva natural en Polonia. Entre el 8 y el 10 de octubre del mismo año mató diez osos y un lobo e hirió a otros varios en Covasna (Rumanía); se trataba de la especie de ursus arctos, protegida por la Convención de Berna de 2001. Protegida, pero no de reyes valientes que no le temen a nada. A nada legal.
 
   El oso más famoso de cuantos ha matado tenía nombre propio, Mitrofán. Se lo prepararon en agosto de 2006 en Vologda (Rusia), emborrachándolo con miel y vodka, para que su real persona no estuviera en peligro nunca, que él es valiente, pero precavido. Lo denunció un guarda forestal en carta publicada en un periódico ruso. A un periódico vasco, Deia, publicar la noticia le costó una denuncia por “injurias al rey”.
 
   Para exhibir adecuadamente sus trofeos venatorios, el entonces rey se hizo construir un pabellón de caza en terrenos de El Pardo, entre 2007 y 2009. Costó 3,4 millones de euros, pagados por el Patrimonio Nazional, que es patrimonio borbónico. A lo único que tenemos acceso los vasallos es a pagar los costes de las diversiones reales. Nos lo merecemos. Y menos mal que no tuvo la ocurrencia de cazarnos a nosotros.
 
El mayor delincuente
 
   Errazkin aborda otros temas en Juan Carlos, un rey con antecedentes, como la muerte por disparo de Alfonso de Borbón cuando jugaba con su hermano Juan Carlos y con una pistola, propiedad del superviviente, asunto polémico porque el padre de ambos prohibió que se hiciera la autopsia al cadáver, como es reglamentario en los casos de muertes no naturales. El asunto ha dado pie a muchas cábalas y cavilaciones.
 
   Asimismo cita lo que cuenta Arnáu de la Nuez, respecto a la participación del abdicado en reuniones conspiratorias con varios jefes militares y seis civiles, en un piso de la madrileña calle del General Cabrera, en las semanas previas al histórico 23 de febrero de 1981. Se ignora, aunque se sospeche, quién era el “elefante blanco” aquel día. Le gustan tanto los elefantes al abdicado que algunos piensan en él, sin ninguna prueba, claro es. También sobre esta cuestión existe abundante bibliografía a disposición de los incrédulos en los informes oficiales.
 
   Y por todo lo dicho y lo demás que se encuentra en el ensayo, puede calificarse a Juan Carlos de Borbón como el mayor delincuente de España, y tal vez de Europa; de otros continentes no se debe apostar. Y éste es el modelo que se propone seguir su hijo y sucesor Felipe VI, quien además ha aportado a la dinastía a una mujer con pasado borrascoso por vicioso, que tiene ahora mismo a su padre, su tía y su abuelita encausados en un Juzgado asturiano, una broma pesada para los otrora príncipes de Asturias. Esta familia irreal no se priva de nada, porque el pueblo lo soporta todo.
 
   Comprueben lo documentado que está el ensayo, leyéndolo antes de que lo secuestren. Y repitan como los revolucionarios de 1868: ¡Viva España con honra! ¡Abajo los borbones!
 
Autor: Arturo del Villar, a propósito del ensayo de Iñaki Errazkin Juan Carlos, un rey con antecedentes
 

 
 
 
 
 

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