Prohibido
esto, prohibido lo otro, prohibido vivir: eso es el capitalismo en fase
agónica imperialista. Más de 5.000 familias se han quedado sin medio de
subsistencia en Extremadura.
La rebusca,
o recogida de los frutos que a los dueños de las tierras no les merecía
la pena recoger es una práctica tradicional en las zonas agrícolas, y
era una ayuda para los jornaleros pobres.
Luis
Cárdenas: "He comido gracias a la tierra", dice este campesino de
Villafranca (Badajoz), que recurrió siempre a la naturaleza para
subsistir como cazador furtivo, pescando en un río o de jornalero.
Planeaba volver a ejercer de rebusquero que son los que recogen las uvas
y aceitunas que se desechan antes de que terminen pudriéndose; los
restos que no quieren los dueños y que los rebusqueros venden por cuatro
perras gordas. Higinio Moya, otro ex trabajador del campo que ha sido
expulsado de aquel, lleva viviendo 2 meses en un refugio de Cáritas en
Mérida y está en la misma situación que el anterior.
El rebusco
se ha prohibido. Con el aplauso de muchos terratenientes, la Junta de
Extremadura ha paralizado dicha práctica de la que comían (es un decir)
los pobres, los más desfavorecidos, los que se quedan sin trabajo y sin
ayudas entre campaña y campaña agrícola.
Esto también está prohibido, solo se permite morir y si no tienes dinero para pagarte una tumba: a la fosa común
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