Emilio
Lledó, en una entrevista que le hicieron después de que le fuera concedido el
premio Princesa de Asturias de la comunicación 2015, aseveró: “Nos gobiernan
indecentes con poder”; y yo, cuando lo leí, no la primera sino la segunda vez,
en vez de entristecerme, me alegré doblemente.
Me alegré por dos veces, como os digo, porque aún hoy en día, cuando el poder que ostentan esos mismos indecentes trata de mantener a raya a la clase pensadora de este país a base de favores y prebendas para los más dóciles ––como se ha hecho siempre–– y la censura en forma de exclusión y el aislamiento para aquellos que los critican ––como nunca ha dejado de hacerse––; un académico, filósofo de prestigio y recién nombrado premio Princesa de Asturias, sin pelos en la lengua, dice lo que piensa y piensa que aquellos que ostentan el poder, en vez de por una vocación de servicio y ofrecimiento a los demás como sería lo correcto, lo tienen por egoísmo, avaricia y ambición; es decir, por todo lo contrario a lo que debiera ser.
Me alegré por dos veces, como os digo, porque aún hoy en día, cuando el poder que ostentan esos mismos indecentes trata de mantener a raya a la clase pensadora de este país a base de favores y prebendas para los más dóciles ––como se ha hecho siempre–– y la censura en forma de exclusión y el aislamiento para aquellos que los critican ––como nunca ha dejado de hacerse––; un académico, filósofo de prestigio y recién nombrado premio Princesa de Asturias, sin pelos en la lengua, dice lo que piensa y piensa que aquellos que ostentan el poder, en vez de por una vocación de servicio y ofrecimiento a los demás como sería lo correcto, lo tienen por egoísmo, avaricia y ambición; es decir, por todo lo contrario a lo que debiera ser.
En
El Renacer del Monstruo y como fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos y
hacia la que sin duda vamos, la indecencia es un rasgo que se aprecia en algunos
ministros, jefes de gobierno y de partidos políticos, así como en la cúpula de
ciertas organizaciones como la policía, pero también en otro tipo de grupos
como los terroristas; aunque estos últimos ya lo son por el mero adjetivo que
los califica, por lo que huelga hablar de ellos.
Pero, ¿por qué sucede esto así? Pues porque en una sociedad como la nuestra, en la que priman la superficialidad y los valores materiales, y en una organización que debiera ser de servicio público pero en la que hay que ir escalando para llegar hasta arriba, los que realmente medran hasta conseguirlo no suelen ser, precisamente, los más decentes, sino aquellos que no tienen escrúpulos para hacerlo de otra manera; bien sea mediante traiciones, sobornos, engaños o silencios.
O dicho de otro modo: hay un nivel por encima del cual la decencia es, salvo contadas excepciones, incompatible con el poder. Luego, indefectiblemente, está el uso que hagan de él porque, normalmente, alguien que ha llegado hasta ahí de forma indecente lo era antes y lo seguirá siendo, también, después de acceder al cargo, de ahí la cantidad de oscuras maniobras, confabulaciones y casos de corrupción con que los que desde esas esferas nos despachan día a día.
Pero, ¿por qué sucede esto así? Pues porque en una sociedad como la nuestra, en la que priman la superficialidad y los valores materiales, y en una organización que debiera ser de servicio público pero en la que hay que ir escalando para llegar hasta arriba, los que realmente medran hasta conseguirlo no suelen ser, precisamente, los más decentes, sino aquellos que no tienen escrúpulos para hacerlo de otra manera; bien sea mediante traiciones, sobornos, engaños o silencios.
O dicho de otro modo: hay un nivel por encima del cual la decencia es, salvo contadas excepciones, incompatible con el poder. Luego, indefectiblemente, está el uso que hagan de él porque, normalmente, alguien que ha llegado hasta ahí de forma indecente lo era antes y lo seguirá siendo, también, después de acceder al cargo, de ahí la cantidad de oscuras maniobras, confabulaciones y casos de corrupción con que los que desde esas esferas nos despachan día a día.
Pero
el quid de la cuestión y aunque no deje de escandalizarnos, no está en algo que
ha sucedido de toda la vida, que todos sabemos y que el propio Maquiavelo, mucho
antes que Lledó, se encargó de hacernos recordar, sino en que ante ciertas
dificultades como las crisis económicas o sociales, surgen indecentes que nos tratarán
de gobernar o aspirarán a hacerlo buscando las oportunidades, de manera cínica,
entre los huecos creados por el descontento, erigiéndose en adalides de causas,
muchas de ellas, imposibles y excluyentes que nos venderán como la fórmula mágica
que resolverá todos nuestros problemas y que nos llevará a la prosperidad,
aunque a ellos sólo les sirva para conseguir auparse o mantenerse de forma prolongada
y continua en el poder, (Artur) Más o menos.
S.P.
Ojo
al dato que esto no es nuevo, todo lo que digo, hubo un día en que ya sucedió.
Pasadlo
bien ;).
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