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domingo, 27 de diciembre de 2015

Política, Estado y legitimidad en Max Weber

Cuando hablamos de Max Weber, hablamos de uno de los sociólogos y politólogos -entre otras facetas- más influyentes de los últimos tiempos. Del mismo modo, cuando hablamos de Max Weber no nos podemos olvidar de una de sus obras más famosas, La política como vocación, cuya tesis acerca del Estado y su definición como «monopolio de la violencia» estudiaremos a continuación.

A pesar de su vigencia, Max Weber es uno de los sociólogos más denigrados tanto por la izquierda como por la derecha, y razones no faltan; algunas de sus ideas fueron incorporadas por los nazis en el corpus de su propaganda legal, y su anticomunismo le valió feroces críticas por parte de los marxistas alemanes de entonces. Sin embargo, un análisis desapasionado de algunas de sus obras nos revela que muchas de sus ideas son dignas de estudio.

  • Definiciones de política según Weber
Weber empieza definiendo política como “cualquier género de actividad directiva autónoma”, sin embardo advierte que esta definición es “extraordinariamente amplia”. Él mismo, a continuación, para demostrar la amplitud de esta definición, pone ejemplos de lo que serían diversas formas de política; la política de divisas de los bancos, la política de descuento del Reichsbank, de la política de un sindicato en una huelga, etc.

No obstante, más adelante ciñe de manera más estricta la definición de política a “la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado”.

Aunque pueda parecer lo contrario, estas dos definiciones no son contradictorias, se complementan, pero a nosotros nos interesa la segunda definición más estricta; aún así, un ejemplo de “actividad directa humana” como la política de un sindicato en una huelga está estrechamente ligada con la segunda definición más estricta: los sindicatos, como por ejemplo los españoles hace pocas semanas, con su política y su propuesta de huelga intentan influenciar sobre la dirección de una asociación política de un Estado. En el caso concreto español, los sindicatos pretendían influenciar al Gobierno, hasta el punto de que éste cambiara de actitud y virara hacia la izquierda en su política antiobrera.

Una definición más clara, entendiendo las anteriores, es la que da a continuación y que tomaremos como definición fetén a la hora de abordar el concepto de política: “Política significará, pues, para nosotros, la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen”.

El ejemplo anteriormente expuesto de los sindicatos y su política de huelga es un claro ejemplo: los sindicatos y los partidos políticos que convocaron la huelga aspiraban a participar en el poder o a influir en la distribución del poder en su diversas formas como, en este caso, la política económica del Gobierno.

  • Definiciones de Estado según Weber
Antes de entrar a definir el concepto de Estado, Weber explica la estrecha relación histórica entre éste y la violencia, apelando a la autoridad de Trotsky y legitimando sus palabras: “Todo Estado está fundado en la violencia”.

A continuación define primeramente Estado como “aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima”. Esta definición hace especial hincapié en el uso de violencia, que estará presente en todos los Estados, pero no siempre como piedra angular o como única condición, por lo que a continuación adapta esa definición a los tiempos modernos: “Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima”. Para acabar definiendo Estado como “relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, de la que es vista como tal)”.

Como podemos observar, hay un elemento clave para entender todas las definiciones dadas de Estado: la violencia. Entendiendo esto, no parece tan descabellada aquellas palabras de Stalin que afirmaban que “la violencia es el único medio de lucha, y la sangre el carburante de la historia...".

No obstante, creo igual de importante tanto hoy como ayer, la apreciación de la violencia como violencia legítima; si se dan medios pacíficos y legales posibles para un cambio justo y democrático, la violencia carece de sentido, carece de legitimidad. En cambio, si la única vía para un cambio justo y democrático es la violenta porque toda posibilidad de diálogo y de métodos pacíficos y “legales” son suprimidos por el Estado opresor, dicha violencia es legítima.

  • Tipos de legitimidad según Weber
Según Weber, para que el Estado subsista necesita de la acatación de la autoridad de los que ostenten el poder del Estado por parte de los dominados. Para esto, el Estado se debe legitimar, y según Weber hay tres tipos de legitimidad:

Legitimidad basada en la tradición: La legitimidad del “eterno ayer”. La legitimidad de “la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientación de los hombres hacia su respeto”. Un claro ejemplo de esta legitimidad es la que ostenta, sin ir más lejos, la Iglesia, y concretamente el catolicismo, en España. Parte de la vigencia de esta institución se basa en la tradición, en el “glorioso” pasado español catolicista. Baste decir que en el último siglo XX España padeció una dictadura “nacionalcatolicista” durante cuarenta años. Es evidente que resquicios de esta historia, de esta mentalidad, todavía quedan hoy mismo.

Legitimidad basada en el carisma: “Es esta autoridad carismática la que detentaron los profetas o, en el terreno político, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes plebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos políticos.” Sin ir más lejos, la dictadura más cruel del pasado siglo XX la ejerció Hítler gracias a su “carisma”, a su poder de atracción, a su capacidad persuasiva a la hora de atraer, en forma de mentira o demagogia, al pueblo. Este carisma ha de ser seductor y ha de transmitir confianza y seguridad al pueblo. Un ejemplo más cercano de líder carismático es Felipe González, ex-presidente del Gobierno y ex-Señor X, que supo camelarse a la población española, prueba de ello es que a día de hoy ostenta un gran prestigio, a pesar de que su etapa como presidente fue oscura como una noche de tormenta.

Legitimidad basada en la legalidad: Basada en “la creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en la orientación hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas. Basada, en definitiva, en unas leyes, unas normas, que sean aceptadas como legítimas. En España tenemos un claro ejemplo de legitimidad basada en la legalidad: la Constitución. En España, la Constitución es una obra indiscutible, inapelable, magnánima, paradigmática, a la cual acudir en caso de que alguien se salga del redil establecido...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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