Cuando
hablamos de Max Weber, hablamos de uno de los sociólogos y politólogos
-entre otras facetas- más influyentes de los últimos tiempos. Del mismo
modo, cuando hablamos de Max Weber no nos podemos olvidar de una de sus
obras más famosas, La política como vocación, cuya tesis acerca del Estado y su definición como «monopolio de la violencia» estudiaremos a continuación.
A pesar de su vigencia, Max Weber es uno de los sociólogos más denigrados tanto por la izquierda como por la derecha, y razones no faltan; algunas de sus ideas fueron incorporadas por los nazis en el corpus de su propaganda legal, y su anticomunismo le valió feroces críticas por parte de los marxistas alemanes de entonces. Sin embargo, un análisis desapasionado de algunas de sus obras nos revela que muchas de sus ideas son dignas de estudio.
A pesar de su vigencia, Max Weber es uno de los sociólogos más denigrados tanto por la izquierda como por la derecha, y razones no faltan; algunas de sus ideas fueron incorporadas por los nazis en el corpus de su propaganda legal, y su anticomunismo le valió feroces críticas por parte de los marxistas alemanes de entonces. Sin embargo, un análisis desapasionado de algunas de sus obras nos revela que muchas de sus ideas son dignas de estudio.
- Definiciones de política según Weber
Weber empieza definiendo política como “cualquier género de actividad directiva autónoma”, sin embardo advierte que esta definición es “extraordinariamente amplia”.
Él mismo, a continuación, para demostrar la amplitud de esta
definición, pone ejemplos de lo que serían diversas formas de política;
la política de divisas de los bancos, la política de descuento del
Reichsbank, de la política de un sindicato en una huelga, etc.
No obstante, más adelante ciñe de manera más estricta la definición de política a “la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado”.
Aunque
pueda parecer lo contrario, estas dos definiciones no son
contradictorias, se complementan, pero a nosotros nos interesa la
segunda definición más estricta; aún así, un ejemplo de “actividad directa humana” como
la política de un sindicato en una huelga está estrechamente ligada con
la segunda definición más estricta: los sindicatos, como por ejemplo
los españoles hace pocas semanas, con su política y su propuesta de
huelga intentan influenciar sobre la dirección de una asociación
política de un Estado. En el caso concreto español, los sindicatos
pretendían influenciar al Gobierno, hasta el punto de que éste cambiara
de actitud y virara hacia la izquierda en su política antiobrera.
Una
definición más clara, entendiendo las anteriores, es la que da a
continuación y que tomaremos como definición fetén a la hora de abordar
el concepto de política: “Política significará, pues, para nosotros,
la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución
del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado,
entre los distintos grupos de hombres que lo componen”.
El
ejemplo anteriormente expuesto de los sindicatos y su política de
huelga es un claro ejemplo: los sindicatos y los partidos políticos que
convocaron la huelga aspiraban a participar en el poder o a influir en
la distribución del poder en su diversas formas como, en este caso, la
política económica del Gobierno.
- Definiciones de Estado según Weber
Antes de entrar a definir el concepto de Estado,
Weber explica la estrecha relación histórica entre éste y la violencia,
apelando a la autoridad de Trotsky y legitimando sus palabras: “Todo Estado está fundado en la violencia”.
A continuación define primeramente Estado como “aquella
comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el
territorio es el elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el
monopolio de la violencia física legítima”. Esta definición hace
especial hincapié en el uso de violencia, que estará presente en todos
los Estados, pero no siempre como piedra angular o como única condición,
por lo que a continuación adapta esa definición a los tiempos modernos:
“Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado
territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con
éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima”. Para acabar definiendo Estado como “relación
de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la
violencia legítima (es decir, de la que es vista como tal)”.
Como podemos observar, hay un elemento clave para entender todas las definiciones dadas de Estado: la violencia. Entendiendo esto, no parece tan descabellada aquellas palabras de Stalin que afirmaban que “la violencia es el único medio de lucha, y la sangre el carburante de la historia...".
No obstante, creo igual de importante tanto hoy como ayer, la apreciación de la violencia como violencia legítima; si se dan medios pacíficos y legales posibles para un cambio justo y democrático, la violencia carece de sentido, carece de legitimidad.
En cambio, si la única vía para un cambio justo y democrático es la
violenta porque toda posibilidad de diálogo y de métodos pacíficos y
“legales” son suprimidos por el Estado opresor, dicha violencia es
legítima.
- Tipos de legitimidad según Weber
Según
Weber, para que el Estado subsista necesita de la acatación de la
autoridad de los que ostenten el poder del Estado por parte de los
dominados. Para esto, el Estado se debe legitimar, y según Weber hay
tres tipos de legitimidad:
Legitimidad basada en la tradición: La legitimidad del “eterno ayer”. La legitimidad de “la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientación de los hombres hacia su respeto”. Un
claro ejemplo de esta legitimidad es la que ostenta, sin ir más lejos,
la Iglesia, y concretamente el catolicismo, en España. Parte de la
vigencia de esta institución se basa en la tradición, en el “glorioso”
pasado español catolicista. Baste decir que en el último siglo XX España
padeció una dictadura “nacionalcatolicista” durante cuarenta años. Es
evidente que resquicios de esta historia, de esta mentalidad, todavía
quedan hoy mismo.
Legitimidad basada en el carisma: “Es
esta autoridad carismática la que detentaron los profetas o, en el
terreno político, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes
plebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos
políticos.” Sin ir más lejos, la dictadura más cruel del pasado
siglo XX la ejerció Hítler gracias a su “carisma”, a su poder de
atracción, a su capacidad persuasiva a la hora de atraer, en forma de
mentira o demagogia, al pueblo. Este carisma ha de ser seductor y ha de
transmitir confianza y seguridad al pueblo. Un ejemplo más cercano de
líder carismático es Felipe González, ex-presidente del Gobierno y
ex-Señor X, que supo camelarse a la población española, prueba de ello
es que a día de hoy ostenta un gran prestigio, a pesar de que su etapa
como presidente fue oscura como una noche de tormenta.
Legitimidad basada en la legalidad: Basada en “la
creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia
objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en la
orientación hacia la obediencia a las obligaciones legalmente
establecidas. Basada, en
definitiva, en unas leyes, unas normas, que sean aceptadas como
legítimas. En España tenemos un claro ejemplo de legitimidad basada en
la legalidad: la Constitución. En España, la Constitución es una obra
indiscutible, inapelable, magnánima, paradigmática, a la cual acudir en
caso de que alguien se salga del redil establecido...
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