Hace tiempo que sabe que la hija que bautizó con su mismo nombre, Piedad, está muerta. Le falta encontrarla para enterrarla.
De los diez hijos que parió, la mujer ha organizado
ya funerales por cuatro. Tiene 74 años. Tres murieron de cáncer, como su
marido, y el cuarto, Antonio, falleció de una sobredosis hace ya un
tiempo. Ahora sólo desea organizar el último responso que encabezar como
madre y descansar.
Hace 20 meses que busca el cadáver de su hija
Piedad, desaparecida el 20 de abril del 2014, cuando tenía 46 años, y
que presuntamente fue asesinada por su marido cuando la mujer le desafió
tras dos décadas de maltratos y tiranía decidiéndose a empezar otra
vida sin él.
Al sospechoso de nada le sirvió declarar que desconocía el
paradero de su mujer. Mohamed Taheri, de 44 años, fue detenido y
continúa encarcelado a la espera de un juicio por homicidio, con jurado
popular, que se celebrará a principios del año que viene. El cadáver sigue sin aparecer.
Los Mossos d’Esquadra no tienen la menor duda de que
el hombre, tras asesinar a su mujer en Mataró, trasladó el cuerpo hasta
una finca que la pareja tenía en un paraje boscoso de Dosrius. Y
escondió su cuerpo. ¿Pero dónde? “Algo en mi interior me dice que mi
hija puede estar allí abajo”, y Piedad Rodríguez señala temerosa con el
dedo de una mano el pozo que en su día construyó su yerno para abastecer
de agua la parcela. “Por alguna razón sin sentido colocó cemento en el
fondo. Necesitamos saber que no está allí abajo”, explica Olga, otra de
las hijas, mientras Piedad arroja al fondo una piña seca. “¿Escuchó?
Suena a cemento”.
Ya cuando su marido murió, y empezó a enterrar hijos, a
Piedad se le quitaron las ganas de celebrar Navidades. Pero la veintena
de nietos que suma le ayudaban a seguir adelante. Y esa fuerza es la
que la empuja, junto a su hija Olga, a no rendirse en la complicada
búsqueda del cuerpo de Piedad.
La investigación dio un vuelco inesperado cuando el
pasado enero, el sospechoso se prestó a participar en el denominado test
de la verdad. La familia conoció de la existencia de esta prueba a raíz
del caso de Marta del Castillo. La juez y la fiscal aceptaron, y la
Unidad Central de Desaparecidos de los Mossos d’Esquadra empezó a
preparar todo el material que el doctor José Ramón Valdizán necesitaría
para llevar a cabo la P300 en el hospital Miguel Servet de Zaragoza.
Mohamed Taheri fue excarcelado en Catalunya y
trasladado a Zaragoza a finales de septiembre.
El día elegido, con todo
preparado, y él ya en el habitáculo en el que se sometería al test, dijo
que no, que se lo había pensado mejor y que no colaboraba.
“Fue un terrible revés para la familia y para la
investigación”, explica el sargento Pere Sánchez, responsable de la
Unidad Central de Desaparecidos. El geofísico Luis Alvial, desinteresado
colaborador con la ayuda de su georradar en la búsqueda de cadáveres,
se había comprometido con la familia de Piedad a trasladarse hasta
Dosrius con su maquinas para encontrar el cuerpo.
“Incluso ya tengo un
nuevo aparato, el perfilómetro, que no rueda por la superficie y me
hubiera permitido trabajar en el bosque. Pero sin alguna indicación es
imposible ponerse a buscar en todo un bosque”, explica Alvial.
La última petición de la familia a la juez ha
sido perforar un agujero en el mortero del pozo para que Alvial pueda
introducir una pequeña cámara y comprobar si el cadáver está dentro. La
cuestión es no dejar de buscarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION