Parece que la guerra por el agua ha comenzado. Y será terrible, ya que este es, sin lugar a dudas, uno de los bienes más preciados del planeta Tierra. Sin agua, no hay vida. Lo saben, y nos van a hacer pagar por ello.
Desde hace tiempo venimos
escuchando advertencias acerca del TTIP, pero hay otros tratados, como
el TiSA o el CETA que pueden resultar también muy dañinos. En concreto, el CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement),
es un tratado de libre comercio con Canadá, que cuestiona el agua como
un bien público ya que incluye el tratamiento de aguas residuales y el
saneamiento del agua entre los bienes susceptibles de ser negociados.
Esta parte del tratado está redactada en
términos jurídicos confusos y ambiguos como han denunciado numerosos
activistas. Textualmente el CETA dice que el agua “en su estado natural”
no estará “sujeta a los términos comerciales de este tratado”. Y más
adelante añade: “Cuando una parte permita el uso comercial de una
fuente de agua específica, deberá hacerlo de manera consistente con el
Acuerdo”.
Pero es que el agua en su estado natural no incluye, por ejemplo, la distribución, el riego y el saneamiento.
David Sánchez Carpio, responsable de campañas de Food & Water Watch en Europa explica que “En
el CETA se considera al agua de forma un poco ambigua como una
mercancía y un producto, una vez no se encuentre en su estado natural. Y
todos los usos del agua, desde el abastecimiento de agua potable hasta
la irrigación, agua embotellada, se refieren al agua en su estado no
natural. Un redactado ambiguo que resulta muy peligroso”.
EuropeanWater.org
ha publicado un artículo muy interesante (disponible en español) en el
que explica que en “El capítulo sobre ‘Derechos y obligaciones
relacionados con el agua’ (Rights and Obligations Relating to Water)
está escrito en términos jurídicos confusos y a veces contradictorios
con la legislación europea y nacional.
No hay lugar a duda: La
vaguedad y las lagunas de este artículo facilitarán en Europa y Canadá
el acaparamiento del agua por parte de empresas multinacionales.” Y que ” Bajo
estas condiciones, la única manera de considerar este artículo es como
un instrumento más para avanzar hacia una mayor mercantilización del
agua.”
Alemania, por su parte, ha decidido introducir una cláusula para proteger sus intereses.
Dicha cláusula cita textualmente las “aguas residuales, trituración de
desechos y servicios de saneamiento” de manera que cualquier variante
que tenga que ver con el agua queda exenta de estar sujeta a los
acuerdos del tratado.
Por si todo esto fuera poco, también
llama la atención algo gravísimo: la entrada del arbitraje entre estados
e inversores privados.
Es decir, las multinacionales podrán
denunciar a los estados cuando crean que sus “expectativas legítimas” de
inversión se han visto perjudicadas, ¡incluso veinte años después de
que hayan invertido en ellos! ¿No es esto una pérdida de soberanía por parte de un estado en favor de las multinacionales? EuropeanWater.org también advertía de esto en su artículo: “Además,
el capítulo sobre arbitraje entre estados y los inversores privados
(ISDS por sus siglas en inglés) permite que un inversor privado pueda
impugnar ante un tribunal de arbitraje privado una medida pública cuando
considere que afecta a sus expectativas de beneficio.
Esta
disposición de arbitraje tal y como se ha introducido en el CETA se
aplica a los servicios de agua y relacionados con el agua, como ya es el
caso en otros tratados de libre comercio. Veolia llevó al gobierno
egipcio ante un tribunal de arbitraje después de que éste incrementara
el salario mínimo; en abril de 2015, Suez consiguió que una
condena a Argentina por parte del tribunal de arbitraje del Banco
Mundial por valor de más de $ 400 millones en daños y perjuicios por
haber bajado el precio del agua durante la grave crisis económica y
social de 2001.”
El CETA está listo para ser
ratificado en el 2016 y podría afectar al todavía más ambicioso TTIP,
que se sigue negociando. Una vez que el CETA entre en vigor cualquier
empresa que tenga una filial en Canadá (algo muy común entre las
empresas estadounidenses), podrá aprovecharse de él.
Parece que la guerra por el agua ha
comenzado. Y será terrible, ya que este es, sin lugar a dudas, uno de
los bienes más preciados del planeta Tierra. Sin agua, no hay vida. Lo
saben, y nos van a hacer pagar por ello.
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