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domingo, 31 de enero de 2016

El agua dejará de ser un bien público en 2016 por el acuerdo de libre comercio con Canadá


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Parece que la guerra por el agua ha comenzado. Y será terrible, ya que este es, sin lugar a dudas, uno de los bienes más preciados del planeta Tierra. Sin agua, no hay vida. Lo saben, y nos van a hacer pagar por ello.



Desde hace tiempo venimos escuchando advertencias acerca del TTIP, pero hay otros tratados, como el TiSA o el CETA que pueden resultar también muy dañinos. En concreto, el CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement), es un tratado de libre comercio con Canadá, que cuestiona el agua como un bien público ya que incluye el tratamiento de aguas residuales y el saneamiento del agua entre los bienes susceptibles de ser negociados.



Esta parte del tratado está redactada en términos jurídicos confusos y ambiguos como han denunciado numerosos activistas. Textualmente el CETA dice que el agua “en su estado natural” no estará “sujeta a los términos comerciales de este tratado”. Y más adelante añade:  “Cuando una parte permita el uso comercial de una fuente de agua específica, deberá hacerlo de manera consistente con el Acuerdo”.


 Pero es que el agua en su estado natural no incluye, por ejemplo, la distribución, el riego y el saneamiento. 


David Sánchez Carpio, responsable de campañas de Food & Water Watch en Europa explica que “En el CETA se considera al agua de forma un poco ambigua como una mercancía y un producto, una vez no se encuentre en su estado natural. Y todos los usos del agua, desde el abastecimiento de agua potable hasta la irrigación, agua embotellada, se refieren al agua en su estado no natural. Un redactado ambiguo que resulta muy peligroso”.


EuropeanWater.org  ha publicado un artículo muy interesante (disponible en español)  en el que explica que en “El capítulo sobre ‘Derechos y obligaciones relacionados con el agua’ (Rights and Obligations Relating to Water) está escrito en términos jurídicos confusos y a veces contradictorios con la legislación europea y nacional.


 No hay lugar a duda: La vaguedad y las lagunas de este artículo facilitarán en Europa y Canadá el acaparamiento del agua por parte de empresas multinacionales.” Y que ” Bajo estas condiciones, la única manera de considerar este artículo es como un instrumento más para avanzar hacia una mayor mercantilización del agua.



Alemania, por su parte, ha decidido introducir una cláusula para proteger sus intereses. Dicha cláusula cita textualmente las “aguas residuales, trituración de desechos y servicios de saneamiento” de manera que cualquier variante que tenga que ver con el agua queda exenta de estar sujeta a los acuerdos del tratado.


Por si todo esto fuera poco, también llama la atención algo gravísimo: la entrada del arbitraje entre estados e inversores privados.



 Es decir, las multinacionales podrán denunciar a los estados cuando crean que sus “expectativas legítimas” de inversión  se han visto perjudicadas, ¡incluso veinte años después de que hayan invertido en ellos! ¿No es esto una pérdida de soberanía por parte de un estado en favor de las multinacionales? EuropeanWater.org  también advertía de esto en su artículo: “Además, el capítulo sobre arbitraje entre estados y los inversores privados (ISDS por sus siglas en inglés) permite que un inversor privado pueda impugnar ante un tribunal de arbitraje privado una medida pública cuando considere que afecta a sus expectativas de beneficio. 



 Esta disposición de arbitraje tal y como se ha introducido en el CETA se aplica a los servicios de agua y relacionados con el agua, como ya es el caso en otros tratados de libre comercio. Veolia llevó al gobierno egipcio ante un tribunal de arbitraje después de que éste incrementara el salario mínimo; en abril de 2015, Suez consiguió que una condena a Argentina por parte del tribunal de arbitraje del Banco Mundial por valor de más de $ 400 millones en daños y perjuicios por haber bajado el precio del agua durante la grave crisis económica y social de 2001.



El CETA está listo para ser ratificado en el 2016 y podría afectar al todavía más ambicioso TTIP, que se sigue negociando. Una vez que el CETA entre en vigor cualquier empresa que tenga una filial en Canadá (algo muy común entre las empresas estadounidenses), podrá aprovecharse de él.


Parece que la guerra por el agua ha comenzado. Y será terrible, ya que este es, sin lugar a dudas, uno de los bienes más preciados del planeta Tierra. Sin agua, no hay vida. Lo saben, y nos van a hacer pagar por ello.






El agua dejará de ser un bien público en 2016 por el acuerdo de libre comercio con Canadá




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