En plena polémica sobre el acercamiento de presos de ETA, recordamos una historia en la que este tema salpicó al fútbol de pleno
Pablo Iglesias sacudió ayer la actualidad al hablar dispersión de los presos de ETA
por toda la geografía del Estado español, una medida excepcional que
afecta a multitud de familias y de la cual el fútbol no está exento,
como en este caso que relaciona a la banda terrorista, a la Real
Sociedad, al Hércules y a un guardameta que vio su carrera condicionada
por este motivo.
Con cinco años la niñez de Eñaut llegó a su fin.
Mientras dormía en su habitación soñando con convertirse en jugador de
la Real, unos desconocidos entraban en su cuarto para sacarle en brazos
de la cama y llevarle a casa de su abuela. Aquella noche escuchó golpes,
gritos y disparos y pudo ver mientras le sacaban de su habitación a su
padre, su madre y los tres hombres que llevaban un par de días viviendo
en su casa siendo detenidos por esa gente tan extraña que acababa de
asaltar su casa. Era 16 de abril de 1989 y la Guardia Civil acababa de
asestar un duro golpe al Comando Eibar de ETA en Ondarroa.
Ese niño no era otro que Eñaut Zubikarai,
actual guardameta de la Real Sociedad, y tardó varios años en volver a
ver a sus padres, Kandido e Iñake, en libertad. A los dos se les acusó
de colaboración con banda armada por ocultar a Iosu Ziganda Eneko, Juan
Carlos Balerdi y Fermín Urdiain 'Txiki' en su casa. Su padre reconoció
que era colaborador de ETA desde hacía dos años, pero declaró que Iñake
no tenía nada que ver. Aun así ella también pasó varios años en la
cárcel sin poder pasar tiempo con su hijo fuera del centro
penitenciario, aunque muchos menos que los 22 que pasó Kandido en la
prisión de Alicante.
La familia Zubikarai recibía de esta manera un
segundo duro golpe en menos de diez años ya que en 1980 Jesús María
Zubikarai Badiola Jhisa, el hermano de Kandido, tío de Eñaut y
simpatizante de Euzkadiko Ezkerra -escisión política de ETA a
finales de 1970 que se integró en el PSOE-, era brutalmente asesinado a
tiros por el Batallón Vasco Español, grupo terrorista de extrema
derecha, en un atentado del que no hubo condena alguna hacia sus
asesinos. Quizás fuera esto lo que empujaría a Kandido a enrolarse a
ETA, o quizás no.
Toda esta espiral de violencia no llegó a salpicar
al joven Eñaut; una persona educada, tranquila y humilde tal y como
aseguran todos los que le conocen. Comenzó su carrera bajo palos en el
equipo de su pueblo, el Aurrerá de Ondarroa, antes de ser fichado por la
Real Unión de Irún para recalar en la Real Sociedad a los 19 años,
donde ha desarrollado toda su carrera salvo un breve paréntesis en 2005,
cuando estuvo cedido en el Eibar. Pero viviendo con su abuela y con sus
dos padres en la cárcel, la conciencia política del guardameta no podía
ser inexistente y hueca como la de la mayoría de futbolistas y nunca ha
escondido su militancia abertzale (izquierda nacionalista
vasca).
De hecho, siempre ha sido de los primeros en ofrecer su nombre y
firmar manifiestos sobre la causa, bien fuera para la oficialidad de la
selección de fútbol de Euskadi o para pedir la liberación de Arnaldo
Otegi, injustamente encarcelado según el manifiesto. También participó
en el más polémico de todos en 2006, el Manifiesto de Ibaeta, que
apoyaba la marcha que exigía unas mejores condiciones para los presos de
ETA y en el que participaron multitud de deportistas vascos. Desde
jugadores de la Real como Aranburu, Labaka o López Rekarte, hasta ex
futbolistas de la talla de Iribar, Karmona, Sarriegi o Endika
Guarrotxena, pasando por otros deportistas relevantes de Euskadi como pelotaris, trontzalaris o aizkolaris.
Pero hubo un momento en el que la historia de
Eñaut Zubikarai llegó más allá del Ebro y las fronteras mediáticas
vascas. Fue en 2009 durante el Hartotxu Rock, festival de música para
concienciar a la sociedad de la política penitenciaria hacia los presos
de ETA, donde fue fotografiado sobre el escenario junto a cincuenta
familiares de presos mostrando retratos de sus padres, madres, hijos,
etc. encarcelados. Allí estaba Eñaut, sujetando una foto de su padre a
punto de cumplir su condena de 22 años de prisión en Alicante. Ahí fue
cuando se comenzó a conocer su historia fuera de Euskadi y cuando
comenzaron los problemas para el guardameta de la Real Sociedad.
Fue dos años más tarde, en 2011, cuando la Real
Sociedad recibió una oferta del Hércules para que Zubikarai se marchara
cedido a Alicante y convertirse así en el guardameta titular del equipo
que acababa de descender meses atrás. La directiva txuri-urdin
decidió que era un buen momento para que el guardameta de 27 años
pudiera rodarse en otro equipo y dejar de estar a la sombra de un
incontestable Claudio Bravo, por lo que aceptó la oferta. Eñaut no se lo
pensó mucho y también dio su visto bueno a este préstamo; era una gran
oportunidad para poder estar al fin cerca de su padre.
Kandido Zubikarai seguía en prisión 22 años
después.
Debió haber salido en 2006, pero la famosa Doctrina Parot no se
lo permitió hasta septiembre de 2011. Eñaut soñaba con jugar en
Alicante sólo por poder vivir el momento de recibir a su padre a la
salida del centro penitenciario de Fontcalent, pero entonces todo se
torció inesperadamente.
Las redes sociales y correos del Hércules
comenzaron a llenarse de mensajes, exigencias e incluso amenazas
pidiendo que Eñaut no firmara por su equipo al ser hijo de un
colaborador de ETA. Tal fue la presión ejercida por los aficionados que
la cesión del futbolista fue imposible. Ambas partes anunciaron que se
habían roto las negociaciones por discrepancias económicas, pero el club
alicantino emitió en la nota que "cuando interesa un jugador nos
fijamos en sus cualidades, no en si es de derechas o de izquierdas o si
le gustan los hombres o las mujeres. Pero esto es un tema que puede
herir la sensibilidad de mucha gente".
Finalmente, Zubikarai no pudo esperar a su padre a
la salida de Fontcalent ni vistió la camiseta del Hércules, quedándose
una campaña más en la Real Sociedad como suplente de Bravo.
Aquel curso
debutó con el conjunto txuri-urdin en Primera División y cuajó
varias buenas actuaciones en Copa del Rey, pero para Eñaut su principal
triunfo de aquella temporada fue volver a tener a su padre y a su madre
juntos en casa por primera vez desde aquella noche de abril de 1989.
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