Tras seis años de prisión, el hoy líder de Sortu sale de la cárcel convertido en un referente de la política vasca.
MADRID//Arnaldo Otegi sale este martes
de la cárcel de Logroño tras seis años de prisión. El Estado español
nunca ha medido demasiado las consecuencias de la persecución salvaje de
lo que Baltasar Garzón llamó “el entorno de ETA”. Los asesinatos de la
banda terrorista obnubilaban el entendimiento racional de los encargados
de la lucha antiterrorista. No se calcularon las consecuencias
políticas de una justicia que consideraba ilegal una forma de pensar y
trasladaba la lógica y legítima persecución de asesinos y terroristas a
un ámbito ideológico. La detención en octubre de 2009 del dirigente
abertzale y posterior encarcelación por el caso Bateragune pusieron los
mimbres para la construcción del mártir que guiara al independentismo
vasco en la nueva etapa política.
La condena a seis años de prisión
ratificada después por el Tribunal Supremo, con una sentencia que
reconocía la falta de pruebas, logró que por fin se comprendiera más
allá del País Vasco que la justicia se utilizaba como herramienta para
acallar disidencias con la excusa del antiterrorismo. Otegi fue
condenado en el caso Bateragune por reorganizar a la izquierda abertzale
para favorecer a ETA.
Los hechos han demostrado que esa reorganización
se realizó para eliminar de forma definitiva a la banda terrorista y
promover el cese de la violencia en el País Vasco.
La persecución judicial de unas ideas
políticas y los apoyos de figuras relevantes como Angela Davis, José
Mujica, Desmond Tutu o Eduardo Madina para su salida de la cárcel,
unidos a la banalización del terrorismo que el discurso conservador ha
promovido en España, acusando a cualquiera que no se ajuste a la línea
marcada, han provocado que la imagen del líder abertzale pueda
analizarse con más perspectiva desde diversos sectores de la opinión
pública española. Y así, con distancia, valorar mejor su verdadera
aportación al proceso de paz y al final de la banda terrorista ETA.
De ETA al activismo por la paz
Arnaldo Otegi Mondragón nació en
Elgoibar en 1958. Es actualmente secretario general de Sortu, puesto al
que accedió en 2013 estando en prisión. Con 18 años, en 1977, huyó a
Francia tras la vinculación de su nombre con el Komando Kalimotxo, que
en realidad se llamaba “columna Moreno Bergaretxe” en homenaje a Pertur,
el miembro de ETA muerto a manos del grupo de extrema derecha Batallón
Vasco Español en 1976. Su nombre aparece vinculado a Luis Abaitua, el
empresario de Michelin secuestrado entre febrero y marzo de 1979, porque
los miembros de la banda le consideraban un “opresor de la clase
obrera”, según cuenta Antoni Batista en su libro Otegi y la fuerza de la
paz.
Expulsado de Francia en 1987, ingresó en
prisión preventiva por primera vez. En 1989, fue condenado a seis años
por el secuestro de Abaitua. Quedó en libertad en 1990 al haber cumplido
la mitad de la condena. En 1991 volvió a ser detenido en Francia e
ingresó en la cárcel de Martutene por varios secuestros. Fuentes
policiales aseguraron, ya en el momento de su detención, que su
actividad terrorista cesó en el año 1980. Acabó de cumplir la condena
que le quedaba pendiente y finalmente salió en libertad en 1993.
Otegi comenzó su andadura política en el
año 1994 al ser incluido en las listas de Herri Batasuna por Guipúzcoa.
A pesar de no conseguir un escaño en las elecciones, logró el acta de
parlamentario al sustituir en el año 1995 a la diputada de HB Begoña
Arrondo, que había sido condenada por un delito de enaltecimiento del
terrorismo. Fue elegido miembro de la mesa nacional de Herri Batasuna
tras la encarcelación de la cúpula anterior por haber distribuido un
vídeo de ETA. Sus enfrentamientos con el ex consejero de Interior vasco
Juan María Atutxa, sobre todo tras una manifestación de HB en la que
hubo tres heridos de bala, le granjearon una popularidad inusitada entre
las filas abertzales que ya no decaería. El respeto que entre la
militancia de Herri Batasuna tenía por su pasado activo en la banda
terrorista le llevaría poco a poco a mitigar el ardor guerrero y
comenzar un proceso de paz que acabaría con el fin de la violencia a
pesar de los intentos judiciales y políticos por dinamitarlo.
La persecución judicial a Otegi
En el año 2005 Arnaldo Otegi es
condenado a un año de prisión por el delito de “injurias al rey”. La
sentencia remite a unas declaraciones que realizó en 2003, cuando llamó
“jefe de los torturadores” al rey Juan Carlos en una rueda de prensa a
propósito de la visita del monarca a Euskadi. Palabras motivadas por las
denuncias de torturas realizadas por Martxelo Otamendi, director del
diario Egunkaria, tras su arresto.
El Tribunal de Derechos Humanos de
Estrasburgo condenó a España por vulnerar la libertad de expresión de
Otegi y obligó al Estado a indemnizar al líder de la ilegalizada
Batasuna con 23.000 euros. La sentencia consideró que la Audiencia
Nacional había vulnerado el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos
Humanos en lo que se refiere al derecho a la libertad de expresión del
cargo abertzale en su legítimo ejercicio de la crítica política.
La continua persecución a la que Otegi
ha sido sometido por la justicia española por sus declaraciones se une a
la inconsistencia de la mayoría de acusaciones, que cuando no son
enmendadas por tribunales superiores acababan en nada por la ausencia de
pruebas.
El líder vasco fue absuelto en 1989 de
la participación en el secuestro del diputado de UCD Javier Rupérez. En
2005, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco le absolvió en
primera instancia del delito de injurias al rey por el que luego le
condenó el Tribunal Supremo. En 2007, la Audiencia Nacional le absuelve
del delito de enaltecimiento por el homenaje a la etarra Olaia
Castresana. En 2010 vuelve a ser declarado inocente por la Audiencia
Nacional del delito de enaltecimiento por un mitin celebrado en el
velódromo de Anoeta en 2004.
En 2011 el Tribunal Supremo anula la
sentencia condenatoria contra Otegi por enaltecimiento de terrorismo por
un homenaje al miembro de ETA José Maria Sagarduy en 2005. El alto
tribunal consideró que la jueza Ángela Murillo prejuzgó la culpabilidad
de Arnaldo Otegi. En el año 2011 se celebra el nuevo juicio en la
Audiencia Nacional y es otra vez absuelto. Murillo fue una de las que
condenó al cargo abertzale por el caso Bateragune. Dos de los cinco
jueces del Tribunal Supremo, que rebajó la sentencia, consideraron que
la jueza no era imparcial y que no se cumplió la tutela judicial del
derecho a un tribunal ecuánime.
El discurso de Otegi al final del juicio
por el que fue condenado por el caso Bateragune no admite lugar a la
interpretación: “Nuestra apuesta es única y exclusivamente por las vías
pacíficas y democráticas”. Esto no son sólo sus palabras. Son hechos.
Reconocidos por todos los actores que, de buena fe, han buscado la paz
en el País Vasco. La utilización de la justicia para acallar una
propuesta ideológica como la del líder de Sortu y la actitud de aquellos
que han utilizado el dolor de las víctimas en beneficio político han
construido un mártir abertzale.
Una figura política de calado con gran
influencia en Euskal Herría. El homenaje que recibirá este sábado dará
la medida del error histórico y la injusticia que se cometió con Arnaldo
Otegi.
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