Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


sábado, 26 de marzo de 2016

Francisco Rivera. Las tribulaciones de un gentleman


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Sí, es Susana Díaz, actual presidenta de la Junta de Andalucía y futura candidata a presidir el Gobierno
 
 
Tantos años intentando comprender en profundidad la relación de indeterminación de Heisenberg, y resulta que la tenía delante de mis narices. Francisco Rivera es mi Gato de Schrödinger, pero con sorpresa, porque cuando lo he observado he condicionado la irreversibilidad del suceso, pero también he fusionado dos universos paralelos, y ya conozco la posición y el momento lineal de este país a la vez: el pasado y el presente existen al mismo tiempo, y sin multiversos. ¡Qué maravilla!


No se puede leer lo siguiente y seguir siendo el mismo:

No podemos olvidar que los caballeros siempre llevan un pañuelo blanco en el bolsillo del pantalón para socorrer las lágrimas de una señorita que lo necesite al ver pasar un paso con el racheo de los costaleros al andar, el olor a incienso, bajo la lumbre de las velas.

Conocer en el blog de este gentilhombre sus reflexiones de machista cursilería decimonónica me ha transportado sin remedio a un limbo en el que coexisten con el mismo grado de objetividad los smartphones, el LHC, Espronceda y Clark Gable.


Si hoy alguien puede imaginar a una ‘señorita’ temblorosa, vencida por ese poderoso racheo de aguerridos costaleros hasta el punto de llorar por la excitación de su frágil existencia, y que espera y desea que todo un caballero, siempre previsor, elegante y varonil, le ofrezca su pañuelo blanco para enjugar agradecida y rendida a sus encantos protectores, esa feminidad hecha cristal líquido que ha servido de vía a la refracción de la luz del fuego de las velas… si alguien dice esto sin descojonarse de la risa, es que hay incontestables realidades en perfecta sincronía. Y sin ser paralelas, sino tangenciales.


Pero ¿y si alguien sí espera a un príncipe azul pensado para serlo?, ¿y si alguien sí llora con el racheo de los costaleros cuando marciales portan a un muñeco o muñeca de madera? O más allá de esto, ¿y si alguien muestra su desconsuelo porque la lluvia impide la liturgia? ¿Y si lloran por no poder llorarlo en condiciones? ¿Y si en ese mismo país casi ninguno de sus devotos desconocedores llora por los niños y los adultos que a un par de horas de vuelo sufren un calvario real, sobre un barro real y desprotegidos bajo una lluvia que arrastra nuestra dignidad?
 
 
 
Pero ¿y si alguien sí espera a un príncipe azul pensado para serlo?, ¿y si alguien sí llora con el racheo de los costaleros cuando marciales portan a un muñeco o muñeca de madera? O más allá de esto, ¿y si alguien muestra su desconsuelo porque la lluvia impide la liturgia? ¿Y si lloran por no poder llorarlo en condiciones? ¿Y si en ese mismo país casi ninguno de sus devotos desconocedores llora por los niños y los adultos que a un par de horas de vuelo sufren un calvario real, sobre un barro real y desprotegidos bajo una lluvia que arrastra nuestra dignidad?
 


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Mientras tanto
 
 
 
 


 
A lo mejor si nos paramos a pensarlo, si lo observamos, no modificamos la realidad y solo tomamos conciencia de lo que somos como sociedad. O quizá sí, porque si nos quitamos las anteojeras podemos resultar algo más útiles, efectivos y precisos a la hora de encarar todo el trabajo que nos queda por delante. Ese mismo trabajo que, de haber existido y ser aquel del que hablan las escrituras, haría hoy ese humano al que presuntamente lloran sus fieles; ese que bajaría de un salto y a hostia limpia se los quitaría de encima por hipócritas y cretinos; ese que no quería que se venerasen imágenes sino que se amase y ayudase al prójimo, y que dicen que sacó a latigazos a los mercaderes del templo. Ese que se moriría del disgusto si viera lo poco que, en el fondo, ha cambiado todo.


Pero para qué preocuparnos habiendo héroes siempre prestos a socorrer señoritas desvalidas. Gentlemens que nos explican de forma altruista (también a las miles de familias que aquí acuden a comedores sociales) qué americana, camisa, gemelos y zapatos (y nada de zapatillas), hay que elegir para acompañar en procesión a Jesús. Venga, alegría, que en unos días resucita el Nazareno y todo vuelve a nuestra feliz normalidad.












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