He
visto el vídeo en el que Susana Díaz le dice a la periodista Susana
Griso que la gente de Unidos Podemos “está que se sale para asaltar
fincas”. He observado las caras de quienes acompañan a la presidenta de
la Junta, la risa sonora de Alfredo Pérez Rubalcaba y el gesto
enrabietado de Susana Díaz.
Soy hijo de trabajadores del campo que han votado toda su vida al PSOE y que tenían en la reforma agraria todas sus esperanzas para huir de la tasa del 50% de paro que afecta todavía a muchas zonas rurales de Extremadura y Andalucía, debido a la concentración de las tierras de cultivo en unas pocas manos de gente con apellidos largo
Esta estructura de la propiedad tiene su origen en las tierras que fueron entregadas por los Reyes Católicos como premio a las familias que le ayudaron a conquistar para Castilla el sur de España y las desamortizaciones del siglo XIX, por las que las tierras en manos de la Iglesia pasaron directamente a manos de la burguesía en lugar de al bien común. Esta realidad histórica es la causa de que en Andalucía y Extremadura los jornaleros tengan en la ocupación de fincas su particular forma de exigir pan, techo y dignidad.
En este gesto tan sencillo de ocupar una finca no existe más intención que solicitar que se pongan las tierras baldías a producir para luchar contra el paro y la miseria en el país más rico de Europa que, sin embargo, tristemente lidera todas las clasificaciones de pobreza, desigualdad, desempleo, subdesarrollo, precariedad laboral y dependencia económica con el exterior.
Durante mucho tiempo, hasta que el PSOE en Andalucía y Extremadura decidió finalmente aliarse con los grandes terratenientes y basar la economía en la apertura de centros comerciales extranjeros en lugar de producir riqueza que se quedara aquí, quienes acudían a esos asaltos de fincas eran también socialistas, jornaleros y jornaleras del campo andaluz y extremeño que se tomaban al pie de la la letra el himno de Andalucía que escribió Blas Infante: “Pedid tierra y libertad’.
Aquella reforma agraria no se dio y hoy son cientos y cientos de pueblos que tienen en su término municipal fincas de entre 20.000 y 40.000 hectáreas, propiedad de un solo sujeto fiscal, que reciben millonarias subvenciones europeas cada año sin producir absolutamente nada, en zonas que se están desangrando con unas cifras de paro que llega al 50% y que obliga a muchas familias a vivir a base de cheques de comida que les da el alcalde, fomentando así el clientelismo y el miedo a protestar.
Por esta razón, al ver a Susana Díaz atacar a quienes ocupan fincas –con la risa cómplice y malévola de Alfredo Pérez Rubalcaba- me he acordado de una pregunta que lanzó hace poco la líder andaluza de Podemos: “Qué infancia ha tenido este PSOE”, dijo Teresa Rodríguez en una entrevista sobre la presidenta de la Junta.
Y es justo esa la pregunta: Qué tipo de infancia han podido tener quienes se mofan de reivindicaciones de socialistas históricos que reclamaban la autonomía andaluza como esperanza para llevar a cabo una reforma agraria que pusiera todas las tierras de Andalucía a producir riqueza para sacar a este país del retraso relativo con otras regiones de Europa.
Produce estupor, y señala el nivel de degradación ética y moral de estos líderes del PSOE que parecen estar dispuestos a enterrar todo el legado honorable de los socialistas de corazón, que quienes han asaltado las arcas públicas, hasta convertir Andalucía en una tierra llena de dolor social y desigualdad, se lleven las manos a la cabeza por reivindicaciones que han abanderado sus propios padres y madres ideológicos, intentando criminalizar algo tan noble como la ocupación pacífica de fincas en la búsqueda de la tierra y libertad que Blas Infante estampara en el Himno de Andalucía.
Raúl Solís
Soy hijo de trabajadores del campo que han votado toda su vida al PSOE y que tenían en la reforma agraria todas sus esperanzas para huir de la tasa del 50% de paro que afecta todavía a muchas zonas rurales de Extremadura y Andalucía, debido a la concentración de las tierras de cultivo en unas pocas manos de gente con apellidos largo
Esta estructura de la propiedad tiene su origen en las tierras que fueron entregadas por los Reyes Católicos como premio a las familias que le ayudaron a conquistar para Castilla el sur de España y las desamortizaciones del siglo XIX, por las que las tierras en manos de la Iglesia pasaron directamente a manos de la burguesía en lugar de al bien común. Esta realidad histórica es la causa de que en Andalucía y Extremadura los jornaleros tengan en la ocupación de fincas su particular forma de exigir pan, techo y dignidad.
En este gesto tan sencillo de ocupar una finca no existe más intención que solicitar que se pongan las tierras baldías a producir para luchar contra el paro y la miseria en el país más rico de Europa que, sin embargo, tristemente lidera todas las clasificaciones de pobreza, desigualdad, desempleo, subdesarrollo, precariedad laboral y dependencia económica con el exterior.
Durante mucho tiempo, hasta que el PSOE en Andalucía y Extremadura decidió finalmente aliarse con los grandes terratenientes y basar la economía en la apertura de centros comerciales extranjeros en lugar de producir riqueza que se quedara aquí, quienes acudían a esos asaltos de fincas eran también socialistas, jornaleros y jornaleras del campo andaluz y extremeño que se tomaban al pie de la la letra el himno de Andalucía que escribió Blas Infante: “Pedid tierra y libertad’.
Aquella reforma agraria no se dio y hoy son cientos y cientos de pueblos que tienen en su término municipal fincas de entre 20.000 y 40.000 hectáreas, propiedad de un solo sujeto fiscal, que reciben millonarias subvenciones europeas cada año sin producir absolutamente nada, en zonas que se están desangrando con unas cifras de paro que llega al 50% y que obliga a muchas familias a vivir a base de cheques de comida que les da el alcalde, fomentando así el clientelismo y el miedo a protestar.
Por esta razón, al ver a Susana Díaz atacar a quienes ocupan fincas –con la risa cómplice y malévola de Alfredo Pérez Rubalcaba- me he acordado de una pregunta que lanzó hace poco la líder andaluza de Podemos: “Qué infancia ha tenido este PSOE”, dijo Teresa Rodríguez en una entrevista sobre la presidenta de la Junta.
Y es justo esa la pregunta: Qué tipo de infancia han podido tener quienes se mofan de reivindicaciones de socialistas históricos que reclamaban la autonomía andaluza como esperanza para llevar a cabo una reforma agraria que pusiera todas las tierras de Andalucía a producir riqueza para sacar a este país del retraso relativo con otras regiones de Europa.
Produce estupor, y señala el nivel de degradación ética y moral de estos líderes del PSOE que parecen estar dispuestos a enterrar todo el legado honorable de los socialistas de corazón, que quienes han asaltado las arcas públicas, hasta convertir Andalucía en una tierra llena de dolor social y desigualdad, se lleven las manos a la cabeza por reivindicaciones que han abanderado sus propios padres y madres ideológicos, intentando criminalizar algo tan noble como la ocupación pacífica de fincas en la búsqueda de la tierra y libertad que Blas Infante estampara en el Himno de Andalucía.
Raúl Solís
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