No, no es un chiste, es una auténtica
locura, una hijoputez sin medida, una aberración, y también, cómo no,
una pena. A este país –y no es que antes fuera ninguna maravilla–, ya no
lo reconoce ni la madre que lo parió.
Tanto es así que hasta hemos
demostrado –para que luego se diga que no inventamos nada– que los
viajes en el tiempo son posibles. Hemos pasado del espejismo de libertad
de los ochenta al meapilismo represivo de los cuarenta –del siglo XX– sin hacer escalas.
Son muchas ya las barbaridades
perpetradas contra la sociedad en el último decenio, y por eso no seré
yo el que se sorprenda de lo que está ocurriendo, máxime cuando mi culo
también tocó silla en la Audiencia Nacional por vaya usted a saber qué
–y si lo averigua me lo cuenta–. Pero de todo lo que ha ocurrido hasta
hoy, nada me había impresionado tanto como esta imagen:
Una persona de pie frente a un tribunal
que la juzga por… un chiste. Y que la condena a un año de cárcel, que
aunque no cumplirá por no tener antecedentes, acaba jodiendo su vida. Ya
no se puede ir más allá. Si acaso que nos juzguen y condenen por
nuestro pensamiento, porque por nuestras ideas ya lo hacen.
Y le podía haber pasado a usted.
No podemos buscar justificaciones para
no salir de nuestra zona de confort. Si tenemos miedo lo mejor es
empezar a asumirlo. No las hay, y no hace falta entrar en detalles.
Carrero Blanco era lo que era, por eso hay chistes sobre su muerte y no
sobre las muertes de Hipercor. A nadie cuerdo se le ocurriría hacerlos, y
en cualquier caso el que los hiciere solo merecería desprecio o
lástima, y nada más. Pero no dedicaré ni un segundo más a argumentar lo
evidente.
Lo que ocurre en España no es un chiste.
Este país es un sumidero embozado por el fascismo que le ha ido
escurriendo por las paredes del tiempo. Y deprime.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION