Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


lunes, 3 de abril de 2017

No te rías que es peor


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La celeridad con que la Audiencia Nacional ha dictado sentencia contra la tuitera Cassandra explica muchas cosas, entre ellas que la palabra “retraso”, en relación con la justicia española, tiene múltiples significados. Sí, la prisa que se han dado en juzgar este caso demuestra que aquí nos tomamos el humor muy en serio.


 Los españoles podemos pasar por alto un gobierno dividido entre la perversidad y la inopia, un partido empantanado en la corrupción, una sanidad desastrosa, una educación antediluviana y un periodismo convertido en muñeco de ventrílocuo, pero hacer chistes sobre Carrero Blanco, hasta ahí podíamos llegar.


 En la prensa extranjera no dan crédito a las noticias que vienen desde España, como si el fin de semana pasado atrasáramos la hora cuatro décadas. La técnica de la cortina de humo se complica mucho cuando el humo no deja respirar en la habitación, y más aún cuando se sustituye el humo con mierda.


Se ha dicho ya mil veces pero habrá que repetirlo otras mil más. No sólo se puede hacer humor con todo: se debe. Aunque Aristóteles no nos dejó escrito un tratado sobre la comedia (ya lo apuntó Umberto Eco), no es difícil comprobar el efecto catártico de la risa sobre nuestros temores más profundos. Al reírnos, durante unos instantes, el miedo pierde su poder y se queda en pelotas; así podemos reírnos del sexo, la vejez, la pobreza, la impotencia, la enfermedad, la muerte. 


Si usted se ofende con facilidad con esta clase de chistes, si no los soporta o le parecen de mal gusto, no se ría, no los oiga, no los lea. Pero deje que los demás nos riamos, oiga, incluso aunque sea a costa de sus creencias sagradas o sus profundos sentimientos. De eso va esta vaina del humor, de romper tabúes, de hablar de lo que no se debe, de cabrear al poderoso, de hacer tambalear los pilares de la sociedad y poner el universo cabeza abajo.


La humorista Sarah Silvermann tiene un monólogo prodigioso en el que empieza bromeando sobre la violación, sigue con la religión, la felación, el incesto, el racismo, la explotación infantil, el SIDA, las Torres Gemelas y Martin Luther King. Ella no sólo cruza líneas rojas sino que va pisoteando charcos uno detrás de otro, avanzando sobre la cuerda floja, y lo único que la salva de caer en la simple provocación, el mal gusto o la idiotez es, por supuesto, su talento.


 Cuando llega al tema del terrorismo es imposible evitar que la sangre salpique a la audiencia, pero Silvermann sube la apuesta al burlarse sin compasión de la hipocresía de cierta gente: “No hay que minimizar los efectos del 11 de septiembre; fueron devastadores, y no me refiero sólo a las víctimas o los familiares sino devastadores especialmente para mí. Porque fue el mismo día que descubrí que la leche de soja tiene 900 calorías”.


Con todo, lo más vergonzoso de la sentencia no es que los jueces de la Audiencia Nacional se dediquen ahora a la crítica de chistes en lugar de juzgar delitos como el robo, el cohecho o el asesinato. Ni siquiera la doble vara de medir aplicada al chiste de una tuitera sobre Carrero Blanco frente al beneplácito judicial sobre los repugnantes comentarios de Rafael Hernando y Pablo Casado a las víctimas del franquismo.


 Que si sólo se acuerdan de sus muertos por el dinero o que si están todo el día buscando la tumba de no sé quién.


 No, lo peor de todo es que en la sentencia se impone un año de prisión a una estudiante por “humillación a las víctimas”. ¿Carrero Blanco una víctima? ¿El delfín de uno de los dictadores más criminales y putrefactos del pasado siglo una víctima? Lo auténticamente intolerable es que la Audiencia Nacional está diciendo no sólo que no se puede bromear sobre un magnicidio sucedido hace casi medio siglo, sino que tampoco es lícito tomar las armas contra un tirano asesino o contra su mano derecha.


 Lo que hizo ETA en 1973 no fue muy distinto de lo que hicieron los partisanos checos contra Heydrich en 1942 o los italianos con Mussolini en 1945.


 Por eso la sentencia (que sería igual de disparatada en el caso de que el chiste se refiriera al atentado del Hipercor o al de Miguel Ángel Blanco) da tanta rabia y tanto asco: porque viene a ser la confirmación de que el franquismo sigue vivo y con salud. Desgraciadamente, por muchos años.



 David Torres | Cuarto Poder | 02/04/2017







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