Cuando su compañera de trabajo apareció con un ojo morado y el labio partido, no le preguntó nada

Cuando su compañera de trabajo apareció con un ojo morado y el labio partido, no le preguntó nada y pensó que algo habría hecho.

Es lo que le habían enseñado.

Cuando se enteró de que habían violado a la chica del kiosko se limitó a encogerse de hombros y a recordar que salía sola de bares y con un escote demasiado generoso.

Es lo que le habían enseñado.

Cuando pasó frente a ese grupo de locas con camisetas moradas que gritaban contra la violencia machista aceleró el paso. 

Nunca encontrarían a un hombre de verdad.

Es lo que le habían enseñado.

Cuando escuchó gritos y golpes al otro lado del tabique subió el volúmen de la tele. 

Asuntos domésticos.

Es lo que le habían enseñado.

Ella ignoraba que para que el patriarcado siguiera comiendo pan debía segarse mucho trigo.

Entonces conoció a Carlos.

Primero llegaron los insultos, luego los golpes. 

Y ella, ni en el último momento, se reconoció como espiga.

No es que se tapara los ojos.

Es lo que le habían enseñado.