Cigarrera fumando (anonimo 1880)
Fotografías con Historia. En la imagen una cigarrera de finales del siglo XIX. El trabajo de las mujeres cigarreras fue muy apreciado y solicitado.
"Sevilla, Madrid, Alicante, Bilbao o Gijón fueron algunas de las ciudades que vivieron su lucha, siendo ellas las que inauguraron el movimiento obrero femenino en un país que por ser mujeres y obreras les daba la espalda.
Despreciaban y se enfrentaban a los agentes de policía con bravura, lo mismo que a la Iglesia y sus poderes. Rechazaban el matrimonio y fueron las primeras en afiliarse a clubs republicanos y librepensadores de mujeres.
A partir de 1828 comenzaron a organizarse para luchar por mejorar sus terribles condiciones laborales y aumentar sus irrisorios salarios, organizando legendarias revueltas y motines entre 1830 y 1842.
Crearon las primeras Hermandades de Socorro Mutuo y consiguieron las primeras guarderías, escuelas y salas de lactancia dentro de sus fábricas.
Cigarreras de Triana, Sevilla
Hay hombres y oficios que pasan a
la historia con gloria. Y hay oficios y mujeres que quedan ocultas en
los rincones subterráneos de esa, supuesta, misma historia.
Mujeres
que lucharon por sus derechos, independencia, por su libertad y por la
de sus compañeras, hijas, nietas, por sus hermanas y por todas nosotras.
Escritoras, periodistas, editoras, tejedoras, costureras, científicas,
pensadoras, agitadoras, obreras. Librepensadoras, anticlericales,
feministas.
Mujeres a la vanguardia de una lucha propia y ajena
que la historia y los que la escriben siguen empeñados en silenciar con
oscuras intenciones. Y uno de esos oficios y de esas mujeres fueron las cigarreras.
A
partir de 1828 comenzaron a organizarse para luchar por mejorar sus
terribles condiciones laborales y aumentar sus irrisorios salarios,
organizando legendarias revueltas y motines entre 1830 y 1842. Crearon las primeras Hermandades de Socorro Mutuo y consiguieron las primeras guarderías, escuelas y salas de lactancia dentro de sus fábricas.
La autogestión era lo suyo; en el lugar de trabajo todas las labores recaían sobre ellas. Unas guisaban, otras barrían, en cada taller había varias lectoras de noticias y entre todas las compañeras abonaban el tiempo de trabajo perdido (como cuenta Emilia Pardo Bazán en La Tribuna).
Despreciaban y se enfrentaban a los agentes de policía con bravura, lo mismo que a la Iglesia y sus poderes. Rechazaban el matrimonio y fueron las primeras en afiliarse a clubs republicanos y librepensadores de mujeres.
Las cigarreras, unas Rebeldes Periféricas del siglo XIX,
como se titula el magnífico libro de Ana Muiña (La Linterna Sorda,
2008) en el que cuenta la historia de todas esas mujeres rebeldes,
salvajes, valientes y revolucionarias, nuestras antecesoras, que no
podemos olvidar. ¡Vivan las cigarreras!
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