Vista aérea del castillo de Irulegi, en el valle de Aranguren. (AYUNTAMIENTO DE ARANGUREN)
Navarros lo levantaron,
navarros lo derribaron y navarros lo han vuelto a sacar a la luz. Y
siempre con motivo. Se trata del impresionante castillo de Irulegi, en
el valle de Aranguren, que primero defendió al Reino de Navarra, luego
se convirtió en cabeza de puente para el enemigo y ahora constituye un
testimonio arquitectónico de primer orden para conocer la historia de
Nafarroa.
Los arqueólogos, como
científicos que son, difícilmente lanzarán hipótesis que no puedan
demostrar. Por eso, Mattin Aiestaran, nuestro guía entre estos muros,
torres y saeteras no se aventura a poner fecha a la primitiva
construcción del castillo. Pero la de su demolición está clara: 1494.
Aquel año, los reyes de Navarra, Catalina I y Juan III, ordenaron a
Johan Meirin que lo destruyera, para que no sirviera de punto
privilegiado contra Iruñea para las tropas castellanas, que ya
amenazaban al Reino.
Desde entonces y durante cinco siglos, el castillo
de Irulegi ha dormido el sueño de la historia, cada vez más cubierto por
la vegetación y cada vez más olvidado. Hasta que los habitantes del
valle, ya en pleno siglo XXI, decidieron levantar un poco la tierra y
ver qué había debajo. Un tesoro es lo que había.
Aiestaran estima que su dotación habitual no
superaría algunas docenas de soldados, que se verían reforzados en
situaciones de conflicto. Por cierto, entre los restos arqueológicos más
curiosos descubiertos en el recinto están dos dados, realizados en
hueso, con los que sin duda los soldados harían más llevaderas las horas
de tedio que toda guardia implica.
Algunas dataciones permiten aventurar que ya en
el siglo X habría aquí algún tipo de edificación primitiva, pero faltan
las pruebas materiales. Todo lo que ha salido a la luz y se contempla
ahora en la cumbre de Irulegi procede del siglo XV, pues una vez
derruido no se volvió a construir nada encima.
La historia del castillo
se congeló en 1494 y esa circunstancia ha permitido su extraordinario
estado de conservación. Es algo que no ocurre, por ejemplo, en el mítico
castillo de Amaiur, que tras su destrucción por las tropas castellanas
fue reconstruido varias veces durante el siglo XVI.
Implicación del Ayuntamiento y los vecinos
Rubén Ibero es vecino del valle de Aranguren y
conoce como pocos el proceso de puesta en valor del castillo de Irulegi,
pues ha participado desde el primer momento en las excavaciones, como
voluntario en el equipo de trabajo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Él nos hace notar que una parte del muro exterior es de color más oscuro
y está más erosionada que el resto del edificio, que luce inmaculado.
«Este trozo es lo único que se veía cuando venías aquí, lo único que no
estaba enterrado, aunque sí cubierto de maleza.
En el pueblo siempre se
hablaba del ‘castillo’, pero los chavales nos reíamos porque solo había
cuatro piedras y las ovejas pastando alrededor. Pero hace unos diez
años, cuando empezamos a remover un poco la tierra, enseguida
descubrimos que esas piedras no eran sino la parte superior de una pared
perfectamente vertical. Avisamos a Aranzadi y en cuanto Juantxo Agirre
se encaramó aquí y echó un vistazo dijo: ‘Aquí hay un castillo con todas
las características, de manual’. Y acertó».
El Ayuntamiento de Aranguren y los vecinos del
valle enseguida se implicaron en el empeño de sacar el castillo a la
luz. Pusieron el dinero y la mano de obra, para trabajar bajo la
dirección de los arqueólogos de Aranzadi, a su vez coordinados con los
técnicos del Gobierno de Nafarroa.
Campaña tras campaña, cada vez más
estructuras del complejo han ido saliendo a la luz: los muros, las
almenas de los vértices, la torre central, el profundo aljibe, la
capilla, los fosos exteriores… Y también fragmentos de flechas y
espadas, clavos, monedas, cerámica y otros tipo de objetos de carácter
militar o uso cotidiano.
«El elemento principal es la torre mayor o torre
del homenaje, en torno a la cual se fueron erigiendo el resto de
construcciones del complejo defensivo. La entrada principal se
encontraba en el muro noroeste, diseñada muy cuidadosamente para evitar
que fuera atacada con arietes» nos explica Mattin, mientras señala la
piedra horadada en la que se asentaría el pivote de la puerta principal.
Aunque parezca increíble, nada de lo que ven
nuestros ojos en estos aproximadamente cuatrocientos metros edificados
se ha «inventado» para impresionar al visitante, sino que se trata de la
construcción original, simplemente consolidada para asegurar su
permanencia.
Al derruirse el castillo, las piedras y tejas resultantes
fueron arrojadas al aljibe –que se colmató, se llenó hasta arriba– o al
interior de la torre mayor y la capilla, de donde en sucesivas campañas
de excavación los hombres y mujeres de Aranzadi y los voluntarios del
valle las han ido extrayendo con esfuerzo para devolverlas a su
emplazamiento original y consolidarlas, ofreciendo así una visión real
del castillo de hace cinco siglos.
Pero, ¿por qué se demolió el castillo? En las
guerras civiles que precedieron a la invasión y conquista del Reino por
las tropas castellanas en 1512, los soldados del bando de Beaumont,
colaboracionistas con Castilla y enfrentados a la legítima monarquía
navarra, conquistaron el castillo, desde donde hostigaron a los
agramonteses.
Una vez devuelto por el tristemente célebre conde de
Lerín, los reyes Juan y Catalina ordenaron su demolición, no fuera a ser
que los ya cercanos castellanos lo volvieran a usar con el mismo fin.
Aunque no se ha hallado documentación gráfica
sobre el castillo, planos o dibujos, lo que sí existe para alegría de
los arqueólogos son documentos que detallan las sucesivas ampliaciones y
mejoras realizadas en el castillo –así como su coste– durante los
siglos XIII y XIV, aspecto que ha ayudado mucho a realizar una
reconstrucción fiel del complejo.
Los técnicos de Aranzadi subrayan la total
cooperación del valle de Aranguren en la recuperación del castillo de
Irulegi. De su Ayuntamiento y vecinos surgió la iniciativa de excavarlo y
durante diez años su participación en los trabajos ha sido
ininterrumpida, igual que la correspondiente financiación.
Como
habitantes más cercanos, ellos serán también los principales
beneficiados por el enriquecimiento experimentado por su patrimonio
cultural, pero el castillo estará abierto a la visita de todo el mundo.
Varios paneles ilustrados muestran perfectamente los pasos de la
reconstrucción y la historia que encierran estos muros.
Y quien no pueda
acercarse hasta aquí, lo podrá contemplar mediante la reproducción en
3D y Internet.
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