Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


martes, 19 de diciembre de 2017

Diario de campaña: Arrimadas y sus banderas, el mejor chiste del PSC y el mercadeo de Albiol


Tercera entrega de las crónicas de campaña del 21-D, en la que Marc Almodóvar acude a su misión más difícil, los mítines de los partidos del artículo 155: PP, PSOE y Ciudadanos.


Domingo 17 de diciembre. 12 h. Pabellón 2 de la Fira de Barcelona Por todo lo alto. Que dos millones no es nada.

Bus de campaña a todo color. Carpa aclimatada de 100m2 20 días instalada en el centro de Barna (con el beneplácito de la Junta Electoral y pasando por encima del Ayuntamiento). Camisetas.

Pegatas. De todo. Que la casa es grande.

Venían pidiendo racionalidad en las cuentas y ahí los tienes. Llevaban en programa recortar el gasto electoral y lo han multiplicado por dos.

Que dos millones no es nada. Que febril la mirada.

Acto central de campaña. 5 foodtrucks a tutiplén en la entrada. Márketing gratuito pa toda la peña.


Que si pegatas del corazón; que si fotos de Inés; que si camisetas naranja; que si pulseritas fluorescentes; que si banderas española, europea, catalana y del corazoncito de Ciutadans. 

“¿Quieres corazones?”
“¿No quedan camisetas?”
“Ya no tenemos tallas grandes”

Pantallas por todos lados con imágenes de campaña. Una táctil donde seleccionar las palabras que quieres que ilustren la Catalunya del futuro. Lógicamente, sin opción de troleo. Dentro, escenario de concierto de Madonna y un equipo multicámara grabándolo y emitiéndolo todo por dos pedazo pantallas. Marea naranja. Parece un anuncio de ING Direct.

Por los altavoces, Coltrane.

A la entrada, el de seguridad escudriña las bolsas. “Tranquilo, no llevo estelada --le digo--, no hay peligro”. 

Dentro, la gente espera. “Es que no es un político, es un chorizo”, oigo que dice uno. ¿Hablarán de corrupción? No, hablan de Puigdemont. Unos metros más allá escucho otra conversa. “La gente lleva mucho tiempo ahorrando y pagando para que vengan y se lo lleven todo ahora”, suelta una.


 Pienso que quizás hablan del fondo de las pensiones que se ha fundido el PP. Pero no. Es otra vez el Puigdemont, vaya por dónde. “Cuando les tocas el dinero, se lo piensan”, añade. Esta sí que me la sé.
Hablo con un hombre que va de riguroso uniforme.


 Gorra de Ciudadanos, bufanda naranja, pulserita, corazón multibandera en el pecho. Me dice que le falta la mochila “que nos dieron el otro día”. Y confirmo que es militante. “De Murcia”, me dice. Han venido 59 militantes en autocar solo para el acto. Luego, de vuelta a casa. Y el jueves vuelven a subir para hacer de interventores. Fuera hay casi una decena de autocares.


 La Junta Electoral central lo ha avalado. Legalmente hasta pueden pedir fiesta. Para hacer de interventores en unas elecciones autonómicas a 577 kilómetros de casa. Todo vale por el 21D.


A un hombre, que no para de agitar sus banderitas mientras no afloja su AS y su El Mundo bajo la sobaquera, se le cae la lagrimita en cuanto anuncian la subida de Arrimadas al escenario. Fervor de banderitas.

Y tendrán los corazones muy grandes para que les quepan todas las banderas, como dicen, pero de manos siguen teniendo dos y algunos se hacen un buen lío al intentar agitar las cuatro de golpe. Y de la poca coordinación es difícil no recibir un golpe u otro.

 Auténtico ataque de falsa bandera en toda regla.

Y de forma muy gráfica, la distribución de ese escenario estilo Madonna hace que Arrimadas dé su discurso dando la espalda a su gente y quedando justo delante de las cámaras de tele.

En un momento a Arrimadas le da un lapsus y suelta que la Constitución se votó el año 39. Maldito Freud

Y suelta que quedan cuatro días para que se acabe el monotema en Catalunya. Y todos aplauden. Y debe de ser justo eso. Que faltan cuatro días y que el viernes cambiará todo. Porque ella se pasa media hora sin salir del mismo. Que si procés por aquí, que si procés por allá.


Según dice le preocupa que “por culpa del procés” en las familias se hable de política y pide que se acabe con eso. Hasta aquí podíamos llegar. Todos los males son del independentismo. Y es curioso porque cita cosas como las cuotas de los autónomos o los pagos de los IBIS como ejemplo.


 Suelta eso de que no quiere confrontaciones, pero su gente no puede evitar subrayarlo con un “este partido, lo vamos a ganar”.


En un momento le da un lapsus y suelta que la Constitución se votó el año 39. Maldito Freud.


La gente, fervorosa, agita sus banderas. Más hostias. Ven a su líder presidenta. Aunque nadie entienda con quién le sumarían los pactos. Da igual.


Un fallo técnico deja el pabellón en silencio. “¡Inés, guapa!”, suelta uno. Carcajada general. “Guapa, guapa y guapa”, repite. Más risas. “Que viva España”, el hombre insiste ante el incómodo silencio.


Luego llega Rivera, que reivindica la Revolución francesa y la Constitución de Cádiz como los ejemplos contra el independentismo y se suelta un discurso liberal que ni Milton Friedman, tú.


 Y suelta eso de que la patria es la familia, que qué contento se puso con la victoria de Macron y cosas por el estilo.


“¿Nos vamos? Ahora no, que sale el futbolista”, le suelta una niña nada adoctrinada vestida completamente de naranja a su madre cuando sueltan los confetis naranja que dan por cerrado el acto.

Me quedo con la duda de quién es el futbolista que espera.


“A la gente le comen la cabeza tanto repetir el mismo mensaje”, oigo a un hombre al salir.


 ¡Eureka! Ah, que otra vez hablan del Puigemont...

Sábado 16 de diciembre. 19 h. Sede del PSC, calle Nicaragua, Barcelona


Pulseritas rojas, modelitos arreglados, mucha camisa y algún polo Lacoste. Esta es la juventud socialista. Al menos la que predomina en la tercera planta de la sede del PSC, en la sala Ernest Lluch, donde se reúnen los jóvenes del partido venidos de toda España para el acto central de la juventud.
Junto a Pedro Sánchez y Miquel Iceta.


Un chaval lleva un jersey amarillo. Por un momento estoy por llamar a la Junta Electoral. Pero me calmo. También se cuelan algunos puretillas. Jubilados, vaya. No paran de repetir que “es una gozada ver a tantos mozos”.


 Al parecer son unos socialistas vascos que están de fin de semana “echando una mano a nuestros compañeros catalanes”.


 El sector más atrevido se suelta a cantar “visca, visca, visca Catalunya socialista” con limitado éxito, pero alcanza al otro extremo de la sala, en que los acompaña, solo y sin dar un compás a sitio, un pobre chaval rubio de buena pasta.


Los primeros aplausos, sin embargo, se los llevará un par que parten en dos una mesa en la que habían intentado, sin éxito tampoco, sentarse. Esto del socialismo no es lo que era. Con Felipe esto no pasaría.


“¿Qué tal?”, dice uno. “Con fuerzas, con ganas”, le espeta el otro. Una chica da instrucciones a la gente que queda en el tiro de las teles. Otro pasa lista. “¿Venís luego a la discoteca?”.


 La pregunta es: ¿Pero se viene Miquel?


Por los altavoces suena Sting y su I'm an English Man in NY.


Aparecen los candidatos. Unos se arrancan a intentar gritar “president, president”. Lo intentan, al menos. Sin éxito. Parece que otros entienden que se grita “Iceta, Iceta”.


 No hay mucha coordinación en el cántico. No sé si porque no se lo creen o simplemente porque no se enteran. Suena un murmullo extraño. No sé si es por eso, pero Iceta no baila. Eso quizás sí es noticia. Debe de estar esperando a la discoteca. Allí no falla.


Y el PSC se vende, como lo hacen los comunes, como el único partido de izquierdas, el único que hace propuestas sociales y el único que nos puede sacar de este embrollo. No hablan de gobiernos frankenstein, pero sí de única alternativa viable.


Iceta se vende presidente, dice que lo huele. Y sin que se le escape la risa. Estas deben de ser la elecciones en que más candidatos se han vendido ya en la poltrona. Hasta en esto son raros estos comicios.


Y de repente dice que son el partido más a la izquierda y más honesto de España. Y eso no sé si era un chiste, pero me río

Sánchez, con su estilo chulesco y sus “mirad amigos y amigas”, es capaz de venderse como el que no es para pedir el voto. Y ponerse a rajar de los recortes sin hablar de Zapatero. Y reivindicar el 15M para defender la reforma constitucional que proponen. Y cuyo portazo en la cara todavía resuena por toda España, por cierto.


Y hasta reivindica el papel del PSOE en crear una ley de renta mínima garantizaa en España obviando que en Catalunya ya ha sido aprobada, por unanimidad, por ese Parlamento que solo hablaba de independencia. Sánchez se suelta y se desmelena.


 Y le tira la caña a Iceta. “Miquel, sales muy bien en la foto; hoy acabaremos bailando agarrados”, suelta ante el jolgorio de la audiencia.


E Iceta, que si una cosa tiene es don de gentes, se va calentando a medida que avanza el discurso. Y suelta bromas y chistes. Y de repente dice que son el partido más a la izquierda y más honesto de España. Y eso no sé si era un chiste, pero me río.


Y dice que pueden ganar las elecciones. Que se disculpa por ser presidente antes que Sánchez.


Y me destornillo. Y habla del federalismo y ya ni me aguanto. Y se pone a traducir España federal al catalán y al castellano repetidamente y casi en éxtasis y ya sí que ni vestido de negro, fumando con un cubata y diciendo “el saben aquel que diu” me daría más el pego.

Miércoles 13 de diciembre. 12h. Mercado de Fondo, Santa Coloma de Gramanet


Santa Coloma de Gramanet, extrarradio de Barcelona. Cinturón rojo. Un día de campaña electoral cualquiera. Un mercado. Eso que creíamos que ya no se hacía. Pero se sigue haciendo. O algo parecido.


Revuelo en el barrio ante la presencia de tanto periodista. “¿Qué pasa?”, se preguntan los unos. “Que viene el Albiol”, sueltan los otros. “¿Otra vez?”, lanza el propietario del bar del mercado.


Se ve que el candidato popular le ha echado ganas al sitio. Es la segunda vez en un mes que se planta en el mercado de Fondo. No es extraño. Santa Coloma es una mina de voto unionista. De las grandes ciudades fue la que más voto contrario al procés recogió en 2015.


 Ya en 2012 castigó a CiU por sumarse al tema y pasó de ser la segunda fuerza más votada a ser la quinta. El 1-O tuvo una participación por debajo de la mitad de la media y el 9N registró uno de los apoyos más grandes al no a la independencia. Ahí, en 2015, el PP sacó 5 puntos, un 50% más de votos, que en la media catalana.


Aunque nada se asemeja a la mina de voto pepero de Badalona, se han de explotar los feudos ante las perspectivas de batacazo histórico que auguran las encuestas.


Pues, entre la curiosidad jubiletis de unos, se abre un debate a la espera del candidato. Se abre entre los gritos de “a un euro” de una gitana que vende ramitas de la suerte a la puerta del mercado. “¿Y pa que se viene?”, lanza un abuelo inquisidor. “Son todos unos chupópteros”, subraya.


Un par de vecinas se pone a discutir sobre a quién le deben dar las gracias por el mercado tan bonico que les han dejado. Otro pregunta por el fondo de las pensiones. “Que lo he leído en El País, yo”, subraya. “Tú es que votas puixdemong”, se ríe uno chinchándole. “Como vengan los de las CUP, les echan”, se ríe una señora antes de animarse a jugar al Pasapalabra con adjetivos a Puigdemont: Gallina. Cobarde. Sinvergüenza.


Quedélacara. Mientras es la suya, de cara, la que se pone roja.


“Este es el que le plantó huevos al tema”, lanza otro hombre visiblemente enfadado. “Eso es”, aprovecha un chaval del partido para repartir panfletos. Se quejarán del monotema, pero el papelito solo habla del mismo. “España es la solución”. Punto.
  
En cuanto el coche de Albiol hace acto de presencia, una pareja de munipas fuerza a las gitanas a desaparecer de la plaza. Muy estilo Albiol. Cuando llega se cruza la calle saludando como si fuera una infanta y se planta ante la munión de cámaras. Ante los micrófonos, suelta su discurso.


Mientras habla, un grupo de, entiendo que militantes, discute su encuentro con un grupo del Partido Socialista. “Me encontré con los del Iceta y les rompí la propaganda en la cara”, dice orgulloso. Y con esos pretenden gobernar luego. Los que van a devolver la concordia al país y tal. Luego siguen hablando sobre los interventores voluntarios de los partidos soberanistas.


Pese a que su partido está haciendo la misma campaña de captación, se ve que les enerva que los otros tengan alguien que controle el recuento. “Como metan algún voto, se va a armar”, señala agresivamente.


Luego viene el momento selfi, algo harto complicado dado el gigantesco tamaño del candidato popular. Malabarismos con el teléfono para salir bien encuadrado. “Gracias, Oriol”, le dice uno.


Aparece un chico subsahariano que dice “es mi amigo” mientras Albiol arquea la ceja y no sabe cómo ponerse. Un hombre le pregunta por los dineros de Banca Catalana (sic) y del Palau. Albiol promete que todo volverá.


De Bankia, las preferentes o ni siquiera del fondo de pensiones le preguntan. No fos cas.


Unas mujeres, que dicen ser de Badalona, empiezan a lamentar haberlo perdido como alcalde. No parece que sea el mercado que viene más a mano, así que deduzco que también son militantes. “¿Por qué nos lo quitaron? ¡Con lo bien que estábamos con él!”, suelta una. “Se juntaron los cuatro locos perroflautas”, concluye su amiga.


 Una mujer le pregunta que cómo se arregla el tema este. “Te doy este sobre y ni lo abras, y úsalo el día 21”, le dice Albiol. Que la solución está en el sobre, vaya. Muy estilo PP.


Y aquí se acaba el paseo por el mercado. Ni un tomate, ni una cola de rape ni ná. Un paseo de cinco metros en que apenas ha pisado la acera de enfrente, ha dado canutazo a la prensa y se ha hecho cuatro selfies con cuatro militantes que ya venían enamorados de casa.


Y en cuanto Albiol pone un pie en el coche, reaparecen como si nada las cuatro gitanas. “¡A un euro la buena suerte!”. Y un hombre se queda solo aplaudiéndolo mientras el coche se aleja.


 https://www.elsaltodiario.com/elecciones-catalunya-21-d/diario-de-campana-arrimadas-y-sus-banderas-el-mejor-chiste-del-psc-y-el-mercadeo-de-albiol-



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