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jueves, 15 de febrero de 2018

El Gobierno de Rajoy y las mujeres

Manifestación convocada por la Asamblea Madrid 8 de Marzo con motivo del Día Internacional de la Mujer.
 

¿Qué le parece a usted un Gobierno que no actúa contra la discriminación genética ni siquiera cuando sus vecinos lo hacen?


Imagínese un país occidental. De Europa, por ejemplo, de los democráticos, de los que se preocupan por el Estado de bienestar, por la sanidad y la educación. Un país de esos en los que apetece vivir, que se sienten responsables de su población, activos en el marco multilateral y que incluso ofrecen lecciones de derechos humanos a los países en vías de desarrollo.


Ahora imagínese que en ese país descubriéramos que los ciudadanos de pelo oscuro, tez morena y los de raza negra ganan menos que los de tez clara y pelo rubio, a pesar de que todos ellos pagan sus impuestos. Y no solo porque los rubios caucasianos son los que desarrollan los trabajos que tienen mejor remuneración.


No, a veces incluso cuando los rubios caucasianos desarrollan exactamente el mismo trabajo que los morenos y de raza negra, estos últimos siguen ganando menos. Solo porque nacieron sin los genes rubios, los genes de la suerte. ¿Qué piensa ahora de ese país?


Ya no suena tan apetecible, ¿no? Quizá no deberían ir por ahí dando lecciones de derechos humanos a los demás hasta que no solucionen esa discriminación que tienen en casa, ¿no le parece?


Siga imaginando: en los países vecinos, las cosas no pintan mucho mejor, pero al menos han empezado a tomar cartas en el asunto. En unos han pedido a las empresas que publiquen cifras agregadas y medias de los sueldos por grupo genético.


 Las cifras muestran tal disparidad de sueldos que los morenos y de raza negra han empezado a pleitear porque sospechan que detrás de esas cifras agregadas se esconden muchas situaciones de discriminación genética a secas, es decir, de casos en los que por el mismo trabajo ellos simplemente cobran menos.


 En otro país han declarado tolerancia cero con la discriminación genética y han pedido a las empresas que sean ellas las que activamente tengan que demostrar que no discriminan a falta de lo cual recibirán cuantiosas multas.

 
Mientras tanto, en nuestro país imaginario el Gobierno ha decidido no hacer nada. Como los morenos y los de raza negra no están todos los días manifestándose en la calle, no creen que haya prisa. Al presidente del Gobierno le preguntaron en una entrevista por la discriminación genética y contestó que "mejor no meterse en eso".


Luego se dio cuenta de que ‘no meterse’ en una discriminación es un error político, así que en la siguiente entrevista se corrigió a si mismo y dijo que iba a "dar todas las batallas" para que se hiciese justicia. Pero a día de hoy su Gobierno sigue sin hacer una sola propuesta concreta.


Ni una sola. ¿Qué le parece a usted un Gobierno que no actúa contra la discriminación genética ni siquiera cuando sus vecinos lo hacen? Póngase en la piel de esas personas de tez morena o raza negra.


A lo mejor incluso es usted una de ellas, ¿qué le parece ahora la postura pasiva de ese Gobierno? Indignante, ¿verdad?


Si esa discriminación genética le resulta indignante, o incluso si le resulta solamente preocupante, hay muchas posibilidades de que usted (hombre o mujer) sea feminista.


Porque el feminismo no lucha contra la discriminación genética, pero lucha contra la discriminación cromosomática, que básicamente es lo mismo, es decir, una discriminación fundamentada en un cromosoma que estirado mide apenas cinco centímetros y que contiene precisamente mucha de nuestra información genética.
 
 La discriminación salarial de género, por ejemplo, se articula sobre los cromosomas: si uno nace con el XX, es posible (e incluso probable) que gane menos que si nació con el XY.


El feminismo no lucha contra la discriminación genética, pero lucha contra la discriminación cromosomática, que básicamente es lo mismo



En realidad, en el mundo actual hay muchas otras cosas que pasan simplemente por tener ese segundo cromosoma X: tiene más posibilidades de que abusen de usted, tiene muchísimas más posibilidades de que la acosen sexualmente en el trabajo, de que la violen, si tiene hijos y padres mayores tendrá más posibilidades de que sea la persona encargada de cuidarlos y es casi seguro que tendrá que hacerse cargo de las tareas de la casa.


Y eso en los países ‘avanzados’, porque en los otros, en los que están en vías de desarrollo, ese pequeño cromosoma también le impedirá heredar, divorciarse (aunque la engañen o la peguen), hasta puede que tenga que ir a la cárcel cuando la violen, en algunos casos no podrá votar, ir al colegio, conducir, salir sola de casa, tener una cuenta corriente, viajar…


 Y todo ello por un minúsculo cromosoma, por un pequeño accidente de la naturaleza.
 

Volvamos a nuestro país imaginario. Seguro que cuando se lo imaginó pensó que los morenos y de raza negra serían una minoría, porque si fuesen mayoría, como viven en un país democrático, su discriminación tendría fácil solución: votar a favor de otro partido que les ofrezca medidas concretas e inmediatas contra la discriminación genética.


 Tiene usted razón: las discriminaciones suelen sufrirlas las minorías, que precisamente por ser minorías no pueden alcanzar el poder público para resolver su situación.


Pero sorpréndase, resulta que los morenos y de raza negra de nuestro país imaginario son al menos el 50% del país, y sin embargo siguen votando al Gobierno que no soluciona su discriminación. Absurdo, ¿verdad?


Las mujeres, que representan un 51% de la población, no han logrado que el Gobierno luche contra la discriminación salarial con medidas reales



Pues tan absurdo como que las mujeres, que representan un 51% de la población de España, no hayan logrado que el Gobierno luche contra la discriminación salarial con medidas reales e inmediatas.


Y tan absurdo como que en todo el mundo las mujeres sigan votando a partidos que no tienen programas específicos para acabar de una vez por todas con la discriminación de género.










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