Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


miércoles, 9 de mayo de 2018

¿Si fuera su propia hija, la juez también dejaría a estos depravados en libertad?

Publican el diario Información de Alicante y Levante EMV en sus respectivas secciones de sucesos una noticia que por sí misma ya pone los pelos de punta, porque relata que cuatro jóvenes pretendían abusar de una niña de siete años que acompañada de su madre ingresó en la misma hamburguesería en la que se encontraban en ese momento los ya mentados cuatro despojos humanos.


«Me gusta la niña, a esa me la tengo que hacer». Afirma la noticia que un testigo escuchó comentarios de este tipo y que temiendo que estos intentaran llevarse a la pequeña para violarla, alertó a la mujer para que se marchara corriendo antes de que trataran de llevar a cabo sus supuestos deseos pedófilos. 


No obstante, según la denuncia presentada por la víctima, estos salieron corriendo detrás de ambas.


Ante esta situación un hombre de 48 años intervino para defender a la mujer y la niña y acabó recibiendo una paliza en la que le causaron cortes con botellas de vidrio rotas y le golpearon con una valla de protección del metro y por la que tuvo que ser trasladado por una ambulancia al Hospital Arnau de Vilanova, donde le atendieron de las lesiones que presentaba.


Tres de los cuatro agresores fueron detenidos esa misma madrugada y pasaron ayer a disposición judicial. 


Se les imputan los delitos de lesiones, contra la libertad sexual, daños –por destrozar la valla de protección de las vías de FGV– y de amenazas, ya que amenazaron de muerte a los policías que los detuvieron. «No paraban de gritar: “Queremos a la niña, esa es para mí”», recuerda la madre de la pequeña, todavía con el miedo en el cuerpo.


Pues bien, siendo terrible lo relatado (o esa al menos es mi impresión), ni se personó el ministerio fiscal (ese mismo ministerio público que en España da cada día más asco), ni la juez tuvo a bien decretar prisión provisional para proteger a la población de semejantes monstruos.


 A la jueza de Instrucción número uno de Paterna le pareció suficiente con que tengan que acudir a firmar dos veces al mes al juzgado y con que no se acerquen a más de 300 metros de la niña, su madre, y el agredido.


Me voy a morder la lengua todo lo que pueda, pero: ¿si esa niña o ese hombre o esa mujer fueran de tu familia también hubieran quedado en libertad, Isabel María?







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