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viernes, 27 de julio de 2018

CARTA A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: ¿Se consideran “bulo” las ESTELAS QUÍMICAS y la GEOINGENIERÍA?



Esta carta es la respuesta de muchas asociaciones, entidades y grupos activistas contra la manipulación climática que se está llevando a cabo desde hace décadas, exigiendo una información rigurosa y plural a los medios de comunicación.


No queremos sentirnos nuevamente desinformados viendo que se da la voz solamente a una parte interesada en el tema, dejando silenciada y pretendiendo ridiculizar con teorías de la conspiración a una gran parte de la población, que ya no calla ante estas técnicas de desinformación utilizadas cuando se habla del “cambio climático”, ya que hoy en día, es evidente la modificación artificial de la biosfera del planeta y el consiguiente deterioro de la salud de todos sus habitantes


Dirigido a toda aquella prensa libre y democrática que esté por la labor de informar desde la ética, y que habiendo investigado y contrastado opiniones elija dar voz a las entidades, asociaciones y grupos de personas concienciadas y preocupadas por lo que ocurre a diario en nuestros cielos. El respeto a la naturaleza, nuestro planeta, su biosfera y sus habitantes debería estar por encima de las subvenciones a los medios. Lamentablemente cada vez son más comunes los artículos sobre este tema que, sin aportar argumentos científicos, desinforman y sesgan la realidad.


Nos referimos ahora al artículo publicado en El Periódico.com en su apartado “Ciencia” el pasado 12 de julio con el título “Chemtrails: las es telas tóxicas en el cielo son un bulo”, en el cual se afirma sin aportar ninguna prueba, que ni son químicos, ni tóxicos, ni nocivos para la salud, tratándose de “inofensivas” estelas de condensación de agua que dejan los aviones, como si nadie supiera que los aviones vuelan con ciertos carburantes. 


Esto ya supone, de entrada, una falta de respeto a los lectores a los que se dirige.


La palabra “chemtrail” con la que se denominó a este fenómeno a principios de los 90’, donde comenzó a verse en los cielos, se ha querido mantener vinculada a los llamados “pseudo-científicos” ya que no se trata de un término científico, simplemente es su descripción en inglés: “estelas químicas”. Según en qué contextos, esto desacredita sistemáticamente los relatos que la contienen. Se debe hablar de manipulación del clima con técnicas de geoingeniería. 


No nos estamos refiriendo a las estelas de condensación normales de los aviones (contrails), sino de las estelas persistentes derivadas de los proyectos de geoingeniería climática, con inyección de aerosoles y partículas en la estratosfera o de la gestión de la radiación solar.


Muchos de los proyectos de geoingeniería de la Carneige Institution for Science nombrado en dicho artículo, en el que no aparecen nombres de científicos, son subvencionados por la Fundación del conocido “filántropo” Bill Gates, personaje que apoya el uso de metales pesados y sustancias químicas en la atmósfera, elogiando a geoingenieros como David Keith (Univ. Harvard, USA) quien reconoció que dispersar 20.000 toneladas de partículas de ácido sulfúrico en la estratosfera cada año, podría enfriar el planeta y combatir el “calentamiento global”.


 Eso sí, sin explicar los lógicos efectos colaterales que tendría sobre la salud del planeta y la nuestra.
 

Desde hace más de dos décadas, se están realizando numerosos análisis químicos de tierra, hierba, hielo y agua tras la expulsión de partículas a la atmosfera desde aviones civiles y militares (OTAN) en grandes zonas del planeta. El Instituto Carnicom (Wallace, ID, USA) es uno de los más prestigiosos centros de investigación reconocido en temas de geoingeniería e investigación en aerosoles. 


Hace años que están confirmando en estos análisis la presencia de agentes patógenos generados en laboratorio como bacterias, hongos o virus, partículas de óxidos de metales pulverizados como aluminio, hierro o titanio, sales de bario radioactivo o sustancias cristalinas y microfibras de polietileno y dióxido de silicio en forma de nanofilamentos. Nada de esto se produce de forma natural en la atmósfera. Si ello no es lo suficientemente peligroso para nuestra biosfera y la salud de sus habitantes, aceptaremos todas aquellas pruebas que puedan demostrar lo contrario.


Los ex-meteorólogos Scott Stevens (USA), o el francés Philippe Verdier, nos demuestran con elocuentes imágenes y estadísticas atmosféricas, el grave peligro de estas técnicas silenciadas e indiscriminadas sobre la población. El Profesor Marvin Herndon, físico nuclear de la Univ. de San Diego, California, nos advierte del gran incremento de casos de Alzheimer, Parkinson y autismo que se estan produciendo en gente cada vez más joven, afectando a lesiones de todo el sistema neurológico debido al incremento de partículas de metales pesados en la estratosfera.


Dane Wigington, promotor de Geoengineering.Watch (California, USA), ha investigado a todos los niveles sobre geoingeniería, gestión de radiación solar y calentadores de ionosfera globales como HAARP, y nos confirma la peligrosidad en la dispersión de aerosoles en la atmósfera a escala planetaria como son la reducción de la fotosíntesis, la disminución de las precipitaciones, la pérdida del azul del cielo y el envenenamiento del suelo y del agua.


Por todo ello, agradeceríamos que no se tratara este tema de una forma banal y se comunicaran los efectos que repercuten cuando se manipula artificialmente el clima, dando voz a científicos, físicos y biólogos acreditados que puedan ofrecer más información con el fin de contrastarla y ampliarla. Son ya muchas entidades a nivel mundial preocupadas por dar a conocer estos hechos que afectan a la salud de todos. La de ustedes también.








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