¿Quién no se apunta a un negocio cuya promoción y difusión sale gratis?
¿Quién no se apunta a un negocio que, según los propios taurinos, te
lleva a tener acceso a los círculos de la aristocracia y a los
personajes que atesoran las grandes fortunas en nuestro país?
No voy a referirme aquí al sufrimiento del toro en los festejos taurinos, sino a las subvenciones a la tauromaquia.
La tauromaquia se sostiene en base a oscurantismos y mentiras. Los
datos que nos aporta este mundo, que vive del sufrimiento animal desde
hace más de dos siglos, no dejan de producirnos perplejidad.
Nos dicen
que el sector mueve 2.500 millones de euros, que da empleo a 200.000
personas, que produce 3,7 millones de jornadas de trabajo y que mantiene
a 15.000 familias, generando el 0,25% de nuestro PIB (llegaron a decir
que el 1,5%; incluso algunos, más osados, lo elevaron al 2,5%).
Si queremos establecer comparaciones, la Justicia en España, con todo lo que implica, genera 180.000 puestos de trabajo.
¿Cómo es posible que una actividad que ha visto reducido el número de
festejos en los cinco últimos años en aproximadamente un 40% sea capaz
de seguir generando puestos de trabajo y de empresas que se dedican a
él?
En el año 2010 había inscritas en el Registro
General de Profesionales Taurinos 8.631 personas y dos años después son
9.562. Si en el año 2010 había inscritas 1.350 ganaderías de lidia,
¿cómo es posible que en el año 2012 aparezcan 48 más?
¿No dicen que es
un negocio ruinoso?
9.562 profesiones taurinos
(toreros, novilleros, rejoneadores, banderilleros, picadores, mozos de
espada y bomberos toreros) y 1.398 ganaderías de lidia, no suponen,
tirando por lo alto, más de 13.000 puestos de trabajo fijos, ciñéndonos a
las exigencias de su convenio colectivo.
Si echamos un vistazo a las
estadísticas sobre festejos taurinos, veremos que de 145 toreros
contabilizados, de los 712 registrados, sólo 65 han lidiado más de 10
corridas en España durante 2012, mientras que 58 figuran con cinco o
menos. ¿Quién torea? ¿Adónde van los toros?
¿Qué sostiene esta actividad de la que se lucran unos pocos? Las subvenciones.
Subvenciones que ellos niegan por activa y por pasiva. ¿Quién no se
apunta a un negocio cuya promoción y difusión sale gratis? ¿Quién no se
apunta a un negocio que, según los propios taurinos, te lleva a tener
acceso a los círculos de la aristocracia y a los personajes que atesoran
las grandes fortunas en nuestro país?
RTVE gastó nueve millones de euros en programas taurinos entre 2007 y 2011. Tendido Cero, con un share
que da risa, supone un gasto público anual de un millón de euros, a lo
que hay que sumar los 800.000 que nos cuesta a todos los ciudadanos la
retransmisión en directo de los encierros de San Fermín. ¿No es esto
subvencionar la tauromaquia?
Aun habiendo reducido
las subvenciones para este año, el Estado inyecta a las cinco
asociaciones del toro de lidia más de 400.000 euros. Hace muy poco era
más del doble.
En el año 2011, la Dirección General
de Recursos Agrícolas y Ganaderos aprobaba el programa de mejora de raza
de lidia, que permite disfrutar de los beneficios que proporciona ser
actividad ganadera o explotación de esta raza autóctona española.
La tauromaquia recibe subvenciones por parte del Estado, por parte de
las Comunidades Autónomas, por parte de las Diputaciones, y por parte de
los municipios.
También las recibe de la Unión
Europea como productores de una carne que tiene un Real Decreto
específico para su tratamiento y comercialización, dadas las
características de la misma: “Carne de sufrimiento”, la llaman.
La UE otorga:
-Primas a las ganaderías por diferentes conceptos: nacimientos, vacas
nodrizas, machos jóvenes y adultos, sacrificio,y extensificación.
-El PAC (Plan Agrario Común) también subvenciona las explotaciones de ganado de lidia en función de las hectáreas de dehesa.
-En el año 2011 el Parlamento Europeo aprobó la continuidad de las
ayudas al ganado bravo por un montante de 72 millones de euros. Una
europarlamentaria socialista, dijo: “Creo que Europa ha salvado a la
fiesta”.
-Además, el proyecto “Somos Dehesa” también
aporta importantes cantidades dinero, que reciben los ganaderos de lidia
que mantienen a los animales en estos sistemas de explotación.
Según un informe económico publicado recientemente, las ayudas a la
ganadería de lidia desde la UE ascienden a 129, 6 millones de euros, que
se completan con más de 500 millones de subvenciones directas e
indirectas por parte de los diversos organismos del Estado.
Las cifras
son demoledoras cuando el número de animales de esta raza en España,
según los datos emitidos por el Ministerio de Agricultura, no supera los
270.000 ejemplares.
Los economistas taurinos
consideran que el 40% de los ingresos totales de una ganadería de lidia
lo son en concepto de subvenciones. No han cambiado muchos las cosas: en
el año 2000 era de un 43%.
Los museos taurinos de
Málaga y Córdoba nos costarán más de 2 millones de euros, los festejos
taurinos de Guadalajara, más de 120.000. El parche que le van a poner a
la plaza de toros de Burgos para celebrar este año la feria de la
ciudad, y que luego será demolida, nos costará 130.000 euros.
Una
población como Trujillo gastará 103.000 euros en tortura animal. A
Coruña subvenciona la tauromaquia con más de 100.000 euros. Podría
seguir, pero se haría eterno.
En lo que respecta a la
Comunidad de Madrid, oiréis a los taurinos decir que solo gasta en
tauromaquia parte de lo que ingresa por este concepto a través del canon
de Las Ventas, pero no es cierto.
No son los festejos taurinos, que
obliga a programar nuestro Gobierno autónomo, los que le generan
ingresos, sino el alquiler de esta infraestructura de carácter público y
que, por tanto, es de todos los madrileños.
Los mismos empresarios que
la explotan reconocen que sólo obtienen beneficios a través de la
programación de otro tipo de eventos. “Solo con las entradas y abonos
para los toros perdemos dinero”, han declarado. Curiosamente, hace pocos
días, la prensa ha informado de que la empresa que explota esta plaza
debe más de un millón de euros a Hacienda.
No
olvidemos que la mayoría de los cosos taurinos en España son propiedad
de los Ayuntamientos o de las Comunidades Autónomas, y muy pocos son de
propiedad privada o mixta. En Madrid tenemos uno, Vista Alegre, de
explotación privada, que lleva tres años sin programar festejos
taurinos.
La CAM ha presupuestado para el 2013 1,5
millones de euros para promocionar la tauromaquia, que repercutirá en
subvenciones para la organización de festejos taurinos en los
ayuntamientos de menos de 20.000 habitantes; subvenciones a entidades
sin ánimo de lucro (hasta 40 asociaciones y peñas reciben miles de
euros, entre ellas la Asociación Taurina Parlamentaria de Pío García
Escudero y la San Pablo CEU).
La peña “Los de José y de Juan”, que vaya
usted a saber quiénes son, recibía en 2009 6.000 euros en subvenciones;
hay subvenciones a las cuatro escuelas de tauromaquia, en las que se
enseña a los menores a torturar animales de corta edad, y subvenciones
para exposiciones y actos culturales relacionados con el maltrato
animal.
El Centro de Estudios Taurinos de la CAM presupuesta, sólo en
gastos de personal, 446.000 euros para este año. Durante la feria de San
Isidro, recién empezada, han sido programados numerosos actos, que
llaman culturales y que son sufragados con el dinero de todos los
madrileños.
Hace muy pocos años, la CAM llegó a
invertir en tauromaquia casi cinco millones de euros. El año pasado
presupuestó 2,5 millones de euros. No queremos que nuestro dinero sea
utilizado en un espectáculo público de maltrato animal que sólo
satisface una minoría de los ciudadanos.
Las leyes de
protección animal de todas las Comunidades Autónomas y la del Estado
prohíben y penalizan el maltrato animal. Los festejos taurinos son la
excepción, permitiendo que un rumiante, que sólo se defiende cuando es
maltratado, sea torturado hasta la muerte.
La tradición y la mal
entendida cultura, que no es cultura sino tortura, permiten este tipo de
actividad, que quieren hacer Bien de Interés Cultural, lo que les hará
llegar aún más dinero público, más de nuestro dinero, y que puede
facilitar que nuestros hijos aprendan en los colegios e institutos cómo
se hace sufrir a estos animales por diversión.
La Asociación de
Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia (AVAT) exige que no sea
así y que el maltrato animal legalizado, del que la tauromaquia es el
máximo exponente, sea abolido.
Dice Manuel Vicent:
“El arte de torear consiste en convertir en 20 minutos a un bello animal
en una albóndiga sangrante ante un público alborozado”.
Tiene usted
razón, don Manuel.
No vamos a parar hasta la abolición.
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