Al
amanecer del 25 de agosto de 1936, un periodista estadounidense llamado
Jay Allen se sentó ante la máquina de escribir en el recogido patio
interior de una pequeña pensión de Elvas. Le mantenían despierto el
agobiante calor y los sollozos de la mujer que había en la habitación
contigua, cuyo marido había sido una de las víctimas de la masacre
ocurrida justo al otro lado de la frontera, en Badajoz. Jay acababa de
volver del lugar de la carnicería y, al escribir su luego famoso
artículo sobre los hechos, trataba de asimilar el horror de lo ocurrido.
Una vez publicado, ocasionó considerables daños a la causa del Ejército
rebelde de España. Se convirtió en una de las crónicas de la Guerra
Civil española más importantes y citadas, y lo convirtió a él en blanco
de los improperios de la derecha católica americana. (Paul Preston)
El texto que sigue a continuación es un extracto del célebre artículo de Jay Allen sobre la masacre franquista de Badajoz: Matanza de 4.000 personas en Badajoz, 'ciudad de los horrores'.
«Slaughter of 4,000 at Badajoz, City of horrors»
"Esta
es la historia más dolorosa que me ha tocado escribir. La escribo a las
cuatro de la madrugada, enfermo de cuerpo y alma, en el hediondo patio
de la Pensión Central, en una de las tortuosas calles blancas de esta
empinada ciudad fortificada. Nunca más encontraré la Pensión Central y
nunca querré hacerlo. Vengo de Badajoz, a algunas millas de aquí, en
España. Subí a la azotea para mirar atrás. Vi fuego. Están quemando
cuerpos. Cuatro mil hombres y mujeres han muerto en Badajoz desde que la
legión y los moros del rebelde Francisco Franco treparan por encima de
los cuerpos de sus propios muertos para escalar las murallas tantas
veces empapadas de sangre. Intenté dormir. Pero no se puede dormir en
una sucia e incómoda cama en una habitación que está a una temperatura
similar a la de un baño turco, donde los mosquitos y los chinches te
atormentan igual que los recuerdos de lo que has visto, con el olor a
sangre en tu propio cabello y una mujer sollozando en la habitación de
al lado"
"Miles
fueron asesinados sanguinariamente después de la caída de la ciudad (.)
desde entonces de 50 a 100 personas eran ejecutadas cada día. Los moros
y legionarios están saqueando. Pero lo más negro de todo: la "policía
internacional" portuguesa está devolviendo gran número de gente y
cientos de refugiados republicanos hacia una muerte certera por las
descargas de las cuadrillas rebeldes (.) Aquí [en la plaza de la
catedral] ayer hubo un ceremonial y simbólico tiroteo. Siete líderes
republicanos del Frente Popular fueron fusilados ante 3.000 personas (.)
Todas las demás tiendas parecían haber sido destruidas. Los
conquistadores saquearon según llegaron. Toda esta semana los
portugueses han comprado relojes y joyería en Badajoz prácticamente por
nada (.) los que buscaron refugio en la torre de Espantaperros [torre
medieval de Badajoz] fueron quemados y fusilados."
"De
pronto vimos a dos falangistas detener a un muchacho vestido con ropa
de trabajo. Mientras le agarran, un tercero le echa atrás la camisa;
descubriendo su hombro derecho se podían ver las señales negras y azules
de la culata del rifle. Aún después de una semana se sigue viendo. El
informe era desfavorable. A la plaza de toros fui con él. Fuimos entre
vallas al ruedo en cuestión (.) Esta noche llegará el pienso para el
"show" de mañana. Filas de hombres, brazos en aire. Eran jóvenes, en su
mayoría campesinos, mecánicos con monos. Están en capilla. A las cuatro
de la mañana les vuelven a llevar al ruedo por la puerta por donde se
inicia el "paseíllo". Hay ametralladoras esperándoles. Después de la
primera noche se creía que la sangre llegaba a un palmo por encima del
suelo. No lo dudo, 1800 hombres- había mujeres también- fueron abatidos
allí en doce horas. Hay más sangre de la que uno pueda imaginar en 1800
cuerpos."
"Volvimos
al pueblo pasando por la magnífica escuela e instituto sanitario de la
República. Los hombres que los construyeron están muertos, fusilados
como 'negros' porque trataron de defenderlos. Pasamos una esquina,
'hasta ayer había aquí un gran charco de sangre renegrida', dijeron mis
amigos. 'Todos los militares leales a la República fueron ejecutados
aquí, y sus cuerpos se dejaron durante días a modo de ejemplo'. Les
dijeron que salieran, así pues, dejaron sus casas precipitadamente para
felicitar a los conquistadores y fueron fusilados allí mismo, y sus
casas saqueadas. Los moros no tenían favoritos."
Jay Allen
Chicago Tribune, 30 de agosto de 1936
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION