El tiempo que transcurre desde que una persona empieza a jugar
hasta que se vuelve adicta se ha reducido de siete a dos años, según los
trabajadores sociales
Varias comunidades autónomas quieren evitar
que los locales de apuestas se sitúen cerca de colegios e institutos
ante el avance de la ludopatía entre los jóvenes
"Las apuestas no
hacen del deporte algo más emocionante.
Al final lo único que importa
es apostar", explica Toni, de 29 años y en tratamiento contra la
adicción
En la inauguración de un salón de juegos de Alicante a varios chicos les ofrecieron una copa de alcohol gratis. Eran menores de edad, pero eso no impidió que les invitaran a una copa, como tampoco que les dejasen jugar. Repartir alcohol gratis entre los jugadores era una práctica habitual en aquel salón.
"El alcohol hace que los jugadores sean más impulsivos",
explica la psicóloga de la asociación Nueva Vida de Villena, una de las
tres agrupaciones de la Federación Española de Jugadores de Azar
Rehabilitados en la Comunidad Valenciana y en la que uno de aquellos
chicos se trata ahora de su adicción a la ludopatía.
Ese salón, como otros muchos, abrió poco después de que
el Congreso de los Diputados impulsase una nueva ley de juego en España.
La norma, aprobada en 2012, ha hecho que proliferen los salones de
juego y las casas de apuestas por todo el país. Solo entre 2016 y 2017
el sector creció un 11%. Se abrieron 48 nuevos locales en la Comunidad
Valenciana; 57 en Madrid y 16 en Andalucía.
Muchos de
estos negocios se establecen en barrios de clase trabajadora y cerca de
colegios e institutos, lo que ha llevado a varias comunidades
autónomas, como la valenciana, a aprobar normas para impedir estos
emplazamientos.
Aunque el perfil del usuario es el de un varón de entre
18 y 24 años, la realidad es los menores de edad consiguen colarse.
"Aunque están obligados a pedirte el DNI, nunca lo hacen", asegura Juan
Antonio (nombre ficticio), otro chico alicantino que también empezó a
jugar con 16 años.
34 años de media
En 2014,
la norma fue reformada para incluir también el juego online, una
modalidad hasta entonces poco asentada en España. Ahora, cuatro años
después, se ha convertido en la opción preferida de los jugadores más
jóvenes, según datos de la Fundación Codere la gran mayoría tiene menos
de 34 años.
Tiago (nombre ficticio), de 29 y también
en rehabilitación, apostaba sobre todo en la web.
"Era muy sencillo.
Solo necesitabas una tarjeta de crédito. En un día podías jugarte mil
euros fácilmente". Para seguir apostando tuvo que pedir créditos
rápidos, que le hicieron contraer una deuda de cerca de 4.000 euros.
Nadie de su entorno sabía que era ludópata. Un día, el banco llamó a su
pareja y todo se fue a pique.
Su novia terminó la relación, se quedó con
la custodia del hijo de ambos y Tiago tuvo que marcharse de casa. Ahora
vive con sus padres en una pequeña localidad de Albacete y trabaja en
una fábrica de cajas para pagar sus deudas, algo que espera poder hacer
antes de marzo de 2019.
Las mentiras suelen venir de
la mano de la adicción al juego, cuentan estos afectados. "Tus padres
te mandan a comprar y te gastas el dinero en apuestas, pides prestado a
los amigos con engaños, vendes tus cosas para poder seguir jugando",
asegura Juan Antonio.
En algunos casos, el juego también está
relacionado con las drogas: "Cuando consumía cocaína podía apostar
muchísimo más", cuenta Tiago, quien también traficaba con ella.
"Las drogas y el alcohol desinhiben al individuo y lo vuelven más
impulsivo", explica Francisca Domenech, psicóloga de la Asociación Nueva
Vida. "Eso las casas de apuestas lo saben".
Para Domenech y para otros
miembros de la Asociación Nueva Vida el aumento del juego entre los
jóvenes ha supuesto un reto descomunal.
Han pasado,
cuentan, de trabajar con ludópatas de 50 años a que su asociación se
llene de jóvenes y adolescentes. "A esa edad su cerebro no ha terminado
de madurar y son mucho más impulsivos", explica. No solo el perfil del
jugador es el de una persona cada vez más joven, también el tiempo que
pasa desde que una persona empieza a jugar hasta que se vuelve adicto se
ha reducido.
"Cuando empezó la asociación hace dos décadas solían venir
a tratarse personas que habían pasado siete años enganchados. La cifra
se ha reducido hasta los dos años", dice la trabajadora social María
Sánchez que sentencia: "El ludópata ya no es un señor mayor que juega a
las máquinas tragaperras. Es un joven que va a salones de juego y
apuesta por internet".
Ahora se puede jugar desde el
teléfono móvil y las ciudades están llenas de locales en los que no se
ve el exterior. "Todo está planeado para que se juegue mucho más". Las
dos trabajadoras de la asociación coinciden en que el principal problema
es la falta de control.
"Los menores deberían estar más protegidos y
están mucho más expuestos", asegura la psicóloga.
Unidos Podemos ha puesto el foco en limitar la publicidad hasta situarla
al nivel del tabaco o el alcohol, y quieren sacar el negocio de las
apuestas de los campos de fútbol, evitando, por ejemplo, que jugadores
de élite patrocinen estos negocios.
Pero las casas de apuestas
deportivas defienden que gracias a ellos, los partidos son más
emocionantes. Una afirmación que niegan quienes están en tratamiento por
ludopatía. "Juegas a cualquier cosa", dice Tiago. "El deporte se vuelve
secundario.
Yo he apostado en partidos de la liga tailandesa y en
carreras de galgos y de caballos. Al final lo único que te importa es
apostar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION