"El presidente venezolano quiere crear una nueva carta magna no democrática y oligárquica”, dice el hombre de Iglesias en Valencia
En el seno de la formación socialdemócrata "Podemos" se comienzan a apreciar signos de profundos cuarteamientos. Los frecuentes enfrentamientos y querellas internas han alcanzado tal punto, que en la actualidad difícilmente se podría reconocer a ese Partido como una única organización articulada alrededor de algún eje, sea ideológico o de otro tipo.
En rigor, habría que referirse a esta formación como una confusa galaxia
de múltiples confederaciones, con intereses variopintos y
posicionamientos ideológicos en buena parte antagónicos. Esta
aseveración no es una mera hipótesis para poder caracterizar este
fenómeno social. Ni tampoco, una suerte de bulo construido por quienes
ellos denominaban ambiguamente como miembros de "la casta", sino de algo que está formando parte del día a día del universo podemita.
La verdad es que difícilmente podía haber sucedido de manera diferente en un Partido
que se creó a partir de un aluvión de voluntades contradictorias . Unas
honestas, creadas alrededor de las multitudinarias manifestaciones de
hace cinco años. Y otras, simplemente, resultado del arribismo político
oportunista.
Justamente por esta razones, no resulta extraño que los fraccionamientos dentro de Podemos se empezaran a producir coincidiendo con sus primeros resultados electorales adversos. La débil argamasa que los unía comenzó a diluirse de manera vertiginosa desde el mismo momento en el que por centenares de miles de votos comenzaron a perder apoyos electorales. Cuando un movimiento o partido tiene como objetivo exclusivo el juego electoral desaparece al esfumarse de su horizonte la posibilidad del triunfo en ese terreno y, con él, lo hace el propio movimiento.
Históricamente, fenómenos como el de Podemos no sólo han sido frecuentes en España
en el curso del último siglo, sino que todos ellos han tenido
igualmente sus fechas contadas. Suelen durar lo que duran los éxitos,
las canonjías y las poltronas. A partir de ese fatídico instante, lo que
se produce es el fratricidio cainita del todos contra todos.
En nuestros días, las enconadas diferencias en Podemos
suelen estar marcadas por las frenéticas carreras por alcanzar un
puesto de salida en las listas para los próximos eventos electorales.
Y los campos de batalla en los que se desarrollan van desde Madrid a Andalucía, pasando por Valencia, Galicia y Catalunya.
Si en Canarias
apenas sucede nada se debe a que la estructura orgánica podemita se
limita estrictamente a los grupos institucionales que se reparten el Parlamento de Canarias y la presencia en los Ayuntamientos.
Más allá de esos límites, lo que hay es el desierto. Pero ello no será
obstáculo, naturalmente, para que en el curso de los próximos meses el
previsible revuelo electoral provoque que algunos de sus "inscritos durmientes" retomen
sus cabalgaduras y comiencen a mover nerviosamente sus respectivos
traseros, a la búsqueda desesperada de una nueva oportunidad.
"MADURO, UN DICTADOR COMO HITLER"
En todo ese decadente fragor que caracteriza esta etapa terminal por la que está atravesando la formación podemita, el último de los abracadabrantes desatinos lo acaba de protagonizar Rubén Martínez Dalmau, el hombre de Pablo Iglesias en Valencia, y candidato en las primarias de Podemos para la presidencia de la Generalitat valenciana.
Martínez Dalmau es un profesor de Derecho Constitucional
que no pudo resistir la pulsión de intentar fortalecer su candidatura
en las primarias, denostando violentamente al presidente venezolano Nicolás Maduro. La verdad es que ni el mismísimo Eduardo Inda
hubiera procedido de forma tan descalificadora en relación con la
revolución política bolivariana, como se atrevió a hacerlo este hombre
de Pablo Iglesias en Valencia.
El profesor Martínez declaró al periódico valenciano "Las Provincias", que el Gobierno bolivariano de Venezuela es, simplemente, "una dictadura". La verdad es que no se puede decir que el tal Martínez Dalmau, se atreviera expresarse de esa forma por cuenta propia y sin contar con las "señales" de nadie para realizar este tipo de truculentas declaraciones. La cuestión es que fue el mismísimo Pablo Iglesias el que se encargó de prestarle una "ayudita" durante su comparecencia ante el Senado la pasada semana, cuando ante los recalcitrantes senadores derechistas del Partido Popular abrió la veda en contra de Venezuela. Bajo las cúpulas del antro institucional que controlan los ultraconservadores españoles, Iglesias mantuvo que "se arrepentía de muchas cosas que había dicho en el pasado" y que Venezuela era, efectivamente, "un desastre".
De manera que el "constitucionalista" Martínez Dalmau con esos avales políticos vio los cielos abiertos y atrapó al vuelo la oportunidad de quedar como un "caballero" ante los medios de prensa españoles, lanzando toda una violenta filípica en contra del gobierno bolivariano .
En declaraciones al diario "Las Provincias", Martínez manifestó que
"Venezuela es una dictadura y Maduro ha terminado haciendo lo mismo que Hitler...Venezuela
es una dictadura que tiene un presidente que fue elegido gracias a una
Constitución y cuando ha alcanzado el poder ha terminado haciendo lo
mismo que Hitler. La ha destruido”.
Por si fuera poco, el aspirante que avala Pablo Iglesias intentó redondear su perorata agregando además que:
"Maduro viola permanentemente la carta magna del país y define a Venezuela como una autocracia, asegurando que el mandatario venezolano desea acabar con la Constitución "crear una nueva carta magna no democrática y oligárquica”.
Le apuesto al lector un doble contra sencillo a que el flamante candidato de Pablo Iglesias Turrión
recibirá en el curso de los próximos días y meses los premios que
corresponden a su felonía, en forma de elogiosos titulares en todos los
medios de comunicación del Estado.
Una merecida condecoración, sin duda, a la estulticia de un miserable.
Según nuestro colaborador Aday Quesada, la organización socialdemócrata Podemos ha entrado en una fase terminal , en la que la pérdida de centenares de miles de votos la ha arrastrado a la escenificación de furibundas luchas cainitas en las que no se debaten posiciones ideológicas sino las poltronas a repartir. En esa fatídica fase las contradicciones y los desatinos afloran como setas. Uno de ellos nos lo ha brindado el hombre de Pablo Iglesias en Valencia, Ruben Martinez, cuando en un brindis al aparato mediático del régimen del 78 proclamó que "el presidente Maduro es tan dictador como Adolfo Hitler".
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL
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