El cuento del cocinero y la gallina

(Eduardo Galeano)

Ya hay fecha para las elecciones al parlamento de Madrid, el próximo 28 de abril y ya vemos a sectores de la izquierda parlamentaria muy nerviosos con dos cuestiones: una alta abstención y un triunfo del bloque de la derecha y ultraderecha: PP, Ciudadanos y VOX.

Ante esta situación estos nerviosos miembros de la izquierda parlamentaria ya están en las redes sociales insultando a la gente que no va a votar y quejándose que ellos van a abrir las puertas al fascismo.

Vamos a intentar desarrollar un poco esto.

Yo soy comunista y no anarquista así que en principio no tengo ningún problema con el hecho de votar y de participar en elecciones a parlamentos burgueses, es algo que los comunistas hemos realizado a lo largo de la historia siempre, desde los bolcheviques de Lenin hasta los partidos comunistas de los años 30.

Lenin ya hizo una critica a aquellos sectores ultraizquierdistas que propusieron el boicot por el boicot a las elecciones.

El problema es que no estamos en la década de los 30 el siglo pasado, sino acabando la segunda década del siglo XXI y el panorama político del Estado español y por extensión de toda Europa occidental es verdaderamente dramático para los que nos consideramos comunistas (nótese que en todo momento estoy hablando del comunismo y no de la izquierda porque son cosas diferentes) tenemos en el Estado como mínimo a varios partidos comunistas que se reivindican como tales con unas posibilidades de acceder a un escaño mas cercanas al cero que otra cosa, eso sin contar que el PCE no se presenta como tal sino dentro de Unidos Podemos.

Y es desde Podemos desde donde mas ataques se lanzan, no es algo nuevo en la formación morada, contra el electorado que desde posturas de izquierdas y comunistas no le bailan su música.

Nos acusan que si no vamos a votar el fascismo o la extrema derecha de la mano del triunvirato Casado, Rivera y Abascal se harán con el gobierno de España y una tormenta de fuego y azufre caerá sobre nosotros y nosotras y será el Apocalipsis.

El problema de Podemos es que nos miente y nos engaña, algo que por cierto llevan haciendo desde 2014, el fascismo no se le para en unas elecciones, al fascismo se le para en la calle y se le para elevando la conciencia de clase de los trabajadores y trabajadoras.

¿Cuántas manifestaciones y concentraciones antifascistas ha convocado Podemos frente a las de VOX y Ciudadanos? Ninguna, ni una sola contramanifestación. ¿Cuántas veces a los dirigentes de Podemos se les ha oído en los medios de comunicación de que los trabajadores y trabajadoras de este país deberían salir a la calle para hacer frente al fascismo? Ninguna.

¿Cuántas veces hemos visto a Pablo Iglesias, Irene Montero, Errejón o Bescansa en una concentración antifascistas? Ninguna.

¿Cuántas veces el grupo parlamentario de Unidos Podemos ha llevado al parlamento de Madrid a miembros de los diferentes colectivos antifascistas que existen en el Estado español usando a su favor los instrumentos del parlamento en el cual ellos son la tercera fuerza política? Ninguna.

Eso por no hablar de que en estos últimos años dirigentes de Podemos (y algún que otro de IU) han lanzando criticas abiertas a las concentraciones antifascistas del Estado y mas de un insulto.

Han apoyado a los Guardias Civiles que provocaron una palea de bar en Altsasu y que ha llevado a varios jóvenes vascos a la cárcel. Han mantenido una posición hipócrita con la represión al pueblo catalán por defender el derecho a elegir libremente su futuro, al Derecho a la Autodeterminación.

Y para poner la guinda, toda, absolutamente toda la izquierda parlamentaria que se siente en la Carrera de San Jerónimo: Podemos, ERC, EH Bildu,… han apoyado de manera abierta en unos cosas y en otros casos de una manera mas zorrita la pertenencia del Estado español a estructuras imperialistas de dominación de pueblos como la UE, la OTAN, se han unido a la orquesta imperialista y han defendido las agresiones contra Libia, contra Siria, contra Rusia, han dado la espalda alguno de ellos a Venezuela en estos momentos.

Para ir acabando, ya lo he dicho antes, yo soy comunista y no soy anarquista y no tengo ningún problema con ir a votar, de hecho es muy posible que yo sí vaya a votar, igual no el 28 de abril pero si para la alcaldía de mi ciudad, Bilbao, si al final voy a votar el día 28 por supuesto no lo haré por ninguna formación de las que actualmente se sientan en el Congreso de los Diputados y lo más probable que lo haga en nulo o alguna pequeña formación comunista.

Aunque de aquí al día de las elecciones mi opinión puede cambiar y puedo perfectamente quedarme en casa. Pero la gente que ha decidido no ir a votar tienen mi absoluto respeto y ni ellos y ni ellas serán responsables de que el fascismo llegue al parlamento, de hecho, el fascismo ya ha estado y está en el parlamento.

Por cierto, también tienen mi respeto la gente que desde una postura militante vaya a votar opciones de izquierdas. Ni votar ni no votar realmente va a cambiar nada. Tampoco creo que el ir a votar legitime o deje de legitimar el actual marco jurídico-político, esta mas que legitimado, ganaron una guerra y tenemos que ser muy conscientes de ello para no caer en el infantilismo político.

Y sí, la situación es grave y extrema, pero una mala noticia para los optimistas de las urnas, esta situación no se cambiará jamás en ningún parlamento, ya gobiernan los supuestos del cambio y exceptuando alguna capa de pintura donde había moho poco mas han hecho.

La defensa de unos salarios decentes (de verdad, no 900 pavos al mes), la defensa de unas condiciones laborales decentes, la defensa de un precio justo para acceder a la vivienda, la defensa de la conciliación de la vida laboral y familiar, la lucha contra el Patriarcado como parte del sistema capitalista y por la abolición de la prostitución y sobre todo, la lucha antiimperialista y por la soberanía de los pueblos esta en la calle y va a llevar años y años el reconstruirla, eso sí, cuanto antes nos alejemos de los cantos de sirena y nos pongamos con la labor, antes lograremos la victoria.

Pablo Gartzia