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Jaime Richart
El partido del gobierno, de una ideología difusa que rompió hace
varias décadas con el socialismo propiamente dicho pese a mantenerlo en
sus siglas, es ya un indecente obstáculo que va enterrando poco a poco
las esperanzas en una España republicana y verdaderamente europea.
La
etiqueta “socialdemocracia”, que reemplazó al término socialismo, no
deja de ser un repulsivo eufemismo tanto en Europa como en España que
embosca su tolerancia a los poderes fácticos haciéndose su cómplice, y
su obsecuencia hacia una España rompedora con las formas y los signos
franquistas (la exhumación, por ejemplo), pero no con el fondo
franquista (monarquía, Diputaciones, puertas giratorias, aforamientos,
organización territorial… por ejemplo).
Una socialdemocracia en todo caso cobarde frente a los grupos de
presión, a las empresas del Ibex35, a la banca y a los grandes grupos
de comunicación.
Que es posible que los componentes del gobierno actual
no sean culpables directos de traición a los principios fundacionales
del socialismo español; que es posible que sean rehenes de los
acomodados o enriquecidos pero en todo caso envilecidos socialistas de
la “vieja guardia” que rondan los 70 (más o menos presentes en sus
deliberaciones o en la sombra), no impide que parte de la militancia y
de los votantes les vean indignos por debilidad o por dejarse sodomizar…
El
caso es que en España,
esté al
frente
del
gobierno uno u otro de los dos partidos del bipartidismo, en lugar de
acortar la distancia en las desigualdades sociales, las ahonda;
en lugar de evitar o aminorar las injusticias de una legislación
mostrenca relacionada con la fiscalidad, con la propiedad, con
el crédito,
con los desahucios, las mantienen o las recrudecen; en lugar de
modificar las prioridades presupuestarias, las maquillan…
Una
España que, esté uno u otro partido en el gobierno, incumple
sistemáticamente las directivas de la UE, se aferra al concepto
rígido y pétreo de “unidad” del españolismo franquista y
detiene o ralentiza cada día más
sospechosamente el proceso de desarrollo democrático que se
esperaba cuando entró en la democracia y se integró en la Unión
Europea…
Que
no nos vengan los defensores de esa componenda “socialdemocracia”
que se han hecho “cosas”.
Faltaría más. Pero lo cierto es que
millones de españoles que les han votado y
les
votan
como mal menor, no sienten la satisfacción de ver, ni de lejos,
cumplidas ni la mitad de la mitad de sus expectativas.
Es más, no
han dejado de ver en esa formación política una especie de
artificio consentido, una suerte de “coartada” que desde el
principio convino a las formaciones dueñas reales del solar
“nacional”, para que España no se aparte significativamente
del ideario del dictador.
Si Alianza Popular y luego el PP han representado ese ideario
favorecido por el neoliberalismo enmascarándolo de diversas formas,
ahora, animado por la deriva ultraderechista europea, hay ya un partido
que se ha decidido a desplazar a los franquistas “débiles” para, en un
par de legislaturas, suplantarles sin disimulo.
Jaime Richart
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