¡Que levante la mano el partido que no haya fichado a un personaje de la televisión! Digo más. ¡Que levante la mano el que no haya nombrado a alguien sin formación académica para un cargo público!
Así que no veo motivo para escandalizarse por la elección de Pedro
García Aguado como director general de Juventud de la Comunidad de
Madrid.
En su currículum no hay licenciaturas ni másteres -algunos lo
consiguieron haciendo trampas-, pero hay una exitosa carrera olímpica en
el waterpolo y, lo que es más importante, una historia de
superación personal contra las drogas tras un infierno de once años de
adicción. Ay, amigo, eso vale más que un doctorado en Harvard.
Este señor no tiene nada que ver con los borjamaris de Nuevas Generaciones del PP, de polo Lacoste y pulserita rojigualda.
Aguado es de lo mejor que ha habido en la tele.
Su espacio Hermano Mayor,
de matriz francesa, tuvo una enorme relevancia social durante las once
temporadas -otra vez once- que duró en Cuatro, con registros elevados.
Tuvo la valentía de presentar con crudeza los conflictos derivados de
conductas agresivas de adolescentes; pero acertó en un mensaje de oportunidad para los chicos y chicas sin salida. Algunos dijeron que aquello era una teatralización pactada. Pues no, no era Sálvame.
Ya político, García Aguado ha anticipado que se volcará
en la prevención de las dependencias, incluida a las nuevas tecnologías.
Veremos si le dejan, porque su problema es el PP, una formación de derechas que se funda en la ley del más fuerte, tan darwiniana.
Depende de su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, quien también llega con su
drama familiar a cuestas y que tanto le pesa.
Pedro vuelve a la
pantalla, ahora en el escaparate de los telediarios. El hombre que daba
oportunidades merece la suya. Ya saben: nos juzgarán por las oportunidades que dimos.
El hombre que daba oportunidades
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