Cuando se habla de desórdenes o de trastornos alimenticios,
habitualmente se hace referencia sobre todo a la bulimia y la anorexia,
los más comunes y conocidos. Se ha escrito mucho sobre ellos porque
suponen un grave problema social de salud en Occidente, pero no siempre
conocemos todas las realidades de lo que llevan consigo estas
situaciones alimenticias tan dramáticas.
Recientemente, la Academia de Trastornos de la Alimentación ha publicado un listado con lo que han dado a llamar las nueve verdades sobre los desórdenes alimenticios.
Algo que resulta muy interesante y sobre lo que debemos conocer más
todos, porque hacen referencia a situaciones diarias que podemos
encontrarnos en nuestro entorno en cualquier momento.
Son muchos los conceptos erróneos que a lo largo del tiempo se han
ido instalando en las creencias populares que en ocasiones llevan a
tener impresiones que no se corresponden con la realidad de un problema
social tan importante. Por ejemplo, muchas veces se cree que quienes
sufren de estos trastornos, son personas extremadamente delgadas u
obesas, según los casos, y no tiene por qué ser así.
Por eso, merece la pena conocer lo que el organismo norteamericano ha
dado en llamar como nueve verdades sobre los desórdenes alimenticios,
que vamos a ver a continuación.
Se puede tener un aspecto saludable
Como decíamos, las personas que sufren de alguno de estos desórdenes,
no tienen por qué mostrar un aspecto exageradamente grueso o delgado.
No son pocos quienes aun sufriendo algún problema con la alimentación,
pueden pasar perfectamente inadvertidos en ese aspecto.
Las familias no son culpables
A diferencia de lo que en ocasiones se dice, las familias no deben
ser señaladas como culpables de situaciones tan dramáticas como las que
se producen como consecuencia de los desórdenes alimenticios. Bien al
contrario, como señala la Academia de Trastornos de la Alimentación, son
junto a los especialistas médicos, los mejores aliados para tratar de
revertir los problemas de quienes los sufren.
Un trastorno alimenticio es una crisis de salud
Hay quienes opinan que un trastorno alimentario es un obstáculo menor
en comparación con otros problemas de salud. Incluso, a veces se afirma
que es fácil de superar. Sin embargo, y a pesar de que se puede superar
si se siguen un proceso adecuado, los trastornos psicológicos que
conlleva no lo hace un asunto ni mucho menos simple, sino que se trata
de una crisis de salud con mayúsculas.
Los trastornos alimenticios no se eligen
Un desorden de este tipo puede comenzar cuando alguien que decide
pasar hambre porque cree que debe vestir tres tallas menos. Pero una vez
el cambio de actitud pasa a ser un desorden, ya deja de ser una opción
para convertirse en un problema de salud sobre el que no se tiene
control alguno.
Pueden afectar a cualquiera
Lo habitual es pensar que son las mujeres más jóvenes las que sufren
los rigores de los desórdenes alimenticios. Aunque este grupo sea el más
numeroso, no es ni mucho menos el único. De hecho, alrededor del 3 por
ciento de los hombres, por ejemplo, son víctimas de la bulimia. De igual
manera, la pertenencia a un determinado estrato socioeconómico no puede
asociarse más que otros a los trastornos alimenticios.
Suponen un mayor riesgo de suicidio
Según señala la Academia de Trastornos de la Alimentación, estos
desórdenes tienen una alta tasa de mortalidad, superada solamente por el
trastorno por consumo de opioides, en todo caso debidos a la aparición
de enfermedades psiquiátricas. Según un estudio de 2014, un 12% de los
afectados por trastornos alimenticios había intentado suicidarse y un
43% había pensado seriamente en ello en algún momento.
Los genes y el entorno tienen que ver
Los determinantes sociales y fisiológicos de la salud son complejos
de precisar. Aunque el peso está muy influenciado por la genética,
también puede estarlo por factores culturales, ya que las dietas son
distintas en culturas diferentes y los accesos a los alimentos no son
los mismos en todas partes.
Los genes por sí solos no determinan
Si bien no se puede negar la influencia de la genética en la salud y
los trastornos alimentarios, los genes no son el final en términos de
predicción. Los trastornos alimentarios pueden ser estimulados por la
percepción de una persona de cómo debería ser su cuerpo, a menudo
influenciada por imágenes en las redes sociales o la televisión, por
ejemplo.
Por otra parte, el colectivo sanitario también debe hacer un
ejercicio de responsabilidad y dejar de juzgar y culpar a sus pacientes
por su peso.
Una recuperación completa es posible
Aunque puede ser un desafío enorme sanarse de un trastorno
alimentario, no es ni mucho menos imposible. Sobre todo cuando quien
sufre el trastorno, sus seres queridos y los profesionales sanitarios
van juntos en la dirección correcta.
Los problemas relacionados con el peso deben tratarse como cualquier
otro problema de salud, con compasión, sensibilidad y preocupación, y no
con juicio, culpa o simplificación excesiva.
Cuando se habla de desórdenes o de trastornos alimenticios, habitualmente se hace referencia sobre todo a la bulimia y la anorexia, los más comunes y conocidos.
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