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jueves, 6 de febrero de 2020

Peleas, grandes apuestas y criaderos ilegales: lo que oculta el robo de perros


Un american stafford rescatado en la Cañada Real
Un american stafford rescatado en la Cañada Real -

 

Policías y protectoras narran cómo actúan estas mafias en la región, la reventa en el mercado negro y su uso en competiciones de lo más violentas



Esquina de un descampado entre la calle del Doctor García Tapias y Arroyo de la Media Legua, en el barrio de Moratalaz. Un pitbull yace, con su cuerpo señalado por mordiscos. Está muerto.


Esta escena se reproduce, de vez en cuando, en lugares poco transitados de Madrid, cercanos a donde se organizan peleas ilegales de perros a precio de oro. Es un ejemplo más del último eslabón de la cadena de muchos casos de robo de canes.


Un asunto que ha vuelto a la actualidad a partir de la polémica del caso Pocahontas: la denuncia de un adiestrador de Aranjuez de que le habían asaltado cuatro tipos a punta de pistola para sustraerle a la perra.


 Lo cierto es que el atraco como tal nunca existió (o eso mismo reconoció el individuo), pero sí se investiga si el animal estuvo retenido varios días como «prenda» de una deuda impagada.

«Sin embargo, el robo de perros es algo que ocurre continuamente.

 

 Sobre todo, de galgos. Los galgueros denuncian continuamente, aunque no tenemos una cifra concreta de cuántos canes se roban en la Comunidad», explican fuentes policiales. Señalan que hay, a grandes rasgos, dos tipos de motivaciones detrás de estos delitos. 


Por un lado, están «razas que son muy codiciadas para la cría».


 Hablamos de los pinscher, yorkshire, chihuahua, bichón maltés, westy... «Hay gente que se los toman como juguetes o para regalar a sus niños o parejas. Esos perros, como el bichón, cuestan en un criadero legal 800 euros, y en el mercado negro son 200-300 euros.


Se venden en webs de objetos de segunda mano. Pero muchos de ellos acaban en pisos de barrios marginales y en poblados como la Cañada Real, donde abundan muchísimo».



Un ejemplo reciente es el de un desalojo de una de las infraviviendas de los clanes que allí se asientan. La Policía encontró un yorkshire mini de poco más de un kilo, el viernes pasado.


 «Esa zona está llena de perros pequeños. A las hembras les sacan más jugo, por las hacen parir, y así venden los cachorros», explican expertos policiales.



Los robos suelen ser al descuido. Por eso, tanto los policías nacionales como desde Justicia Animal, que preside Mati Cubillo, aconsejan a la gente que no dejen a sus perros atados a farolas y marquesinas, «ni aunque sean cinco minutos para comprar el pan en el supermercado».


 Hay gente, explican los investigadores, que va rondando por zonas buscando.


Eso sí, pocos son los casos (como el falsamente denunciado de Pocahontas) en los que la sustracción se comete con violencia o intimidación. «Es más habitual que se produzcan en parques de barrios bastantes populosos, pero no hay zonas concretas», añaden.


La otra finalidad, más cruel si cabe, es la de utilizar a los perros robados como «sparrings» para otros animales que se entrenan para peleas ilegales. «Aunque no hay cifras, por las redes sociales vemos que se está moviendo más el asunto de los robos», comenta Cubillo, que lleva décadas en el mundo de la defensa animal y colabora con el Seprona de la Guardia Civil.


Incide en que los dueños deben tener más cuidado con sus animales, pero también ofrece un dato interesante: «Entre el 90% y el 95% de los perros que recogemos no tienen chip», algo a lo que están obligados por ley.


Sobre las peleas de perros asegura que sí que las hay en la Comunidad de Madrid: «Incluso existen campeonatos nacionales e internacionales». Se llevan a cabo en zonas marginales de la Cañada, los Berrocales, Villa de Vallecas, Orcasitas, Leganés Norte... «Pero también las hay de gente que vive en grandes chalés y que, de cara a la sociedad, llevan unas vidas muy respetables».

Operación Chase 


En estos casos se trata, sobre todo, de razas PPP (perros potencialmente peligrosos), explican fuentes policiales. Pitbull y american stafford (principalmente, en su modalidad «blue») son las predilectas: «Pasear por determinados barrios con un perro así te da un estatus que no tendrías.


 Te puede costar 500-600 euros. En condiciones normales, un ‘blue’ con sus papeles en regla alcanza los 2.000 euros».


El mundo de las peleas de perros es muy hermético.Se apuestan decenas de miles de euros y, de trasfondo, puede estar el hampa del narcotráfico.


 El ejemplo más claro es la operación Chase, dirigida por un juzgado de Torrejón de Ardoz, con tentáculos en Madrid y Tenerife y que se saldó con 23 detenidos.


 Organizaban «peleas de Champions» en Fuente el Saz del Jarama y Batres.


 Entre los encartados, se encontraba un policía local canario y un veterinario.


 Las convocatorias las realizaban a través de una estructura piramidal que controlaba páginas webs clandestinas, según reza en el sumario.
 

A la espera de juicio, a los principales encausados se les imputan los delitos de maltrato animal, tráfico de drogas, tenencia ilícita de armas y organización criminal.

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