" COMO HAN PASADO los AÑOS las VUELTAS que DIO la VIDA "
“España no puede ser de unos contra otros; España debe ser de todos y para todos”, ha proclamado el rey Felipe VI durante la solemne sesión de apertura de la XIV Legislatura.
Minutos antes, los grupos independentistas, que finalmente no acudieron
al acto, lo habían tachado de “heredero del franquismo” y le habían
lanzado un mensaje que es toda una declaración de guerra: “No tememos rey”.
De esta manera, el hemiciclo vivía la tensión propia del momento
histórico que vive el país. Y en ese contexto se esperaba con curiosidad
cuál iba a ser la reacción del Gobierno de coalición, un ente formado por dos almas: una, la socialista del PSOE que sigue aceptando por pragmatismo político el actual “statu quo” y la legitimidad monárquica; y otra, la de Unidas Podemos,
que es esencial e irrenunciablemente republicana.
Esa contradicción ha
estado presente desde el mismo momento de la constitución del gabinete
de Pedro Sánchez y de cómo el Consejo de Ministros sepa gestionar esa dualidad en el futuro dependerá en buena medida el éxito o el fracaso de la Legislatura que hoy se inicia.
Todos en el Congreso recordaban aquella apertura solemne de noviembre de 2016,
cuando los diputados morados organizaron un festivo y abierto desplante
al monarca. Hoy todo era muy diferente. La formación de Pablo Iglesias
ha madurado, forma parte del Gobierno de España y se imponía el juego
limpio institucional, el respeto a otro poder del Estado que, hoy por
hoy, forma parte de nuestro ordenamiento constitucional.
Tocaba por
tanto aparcar la puesta en escena de asamblea popular, la performance
callejera revolucionaria, y en esa tesitura Unidas Podemos ha optado por
una solución responsable (sin renunciar a los principios) que le
permite salir airoso de un envite que se podía haber convertido en una
trampa peligrosa para los intereses no solo del Ejecutivo de coalición
sino del propio partido morado.
Habría resultado harto complicado explicar a la opinión pública la
imagen de un Iglesias cruzado de brazos y piernas en su escaño,
impertérrito y desafiante ante el borbón, días después de haber
prometido lealtad a la Corona con la mano posada sobre la Constitución.
De ahí que finalmente haya optado por aplaudir a Felipe VI (se negó a
hacerlo hace tres años), dejando libertad a su tropa para que hiciese lo
que considerara conveniente.
Lo contrario, participar junto a las
formaciones independentistas en el boicot antimonárquico previo a la
apertura de la sesión, hubiese sido posicionarse junto a los que
pretenden acabar con el Régimen del 78, dar argumentos a la extrema derecha y lo que es todavía peor: ponerle en bandeja a Vox
los votos de todos aquellos españoles que sintiéndose de izquierdas no
están de acuerdo con el derrocamiento de la monarquía en España.
Cabe
recordar que Santiago Abascal se jacta de haberle
sustraído electores al PSOE por la izquierda y hace bien el Gobierno de
coalición en controlar ese flanco, frenando las exhibiciones
republicanas gratuitas en un momento especialmente delicado, justo
cuando la ultraderecha sigue creciendo con fuerza gracias a un discurso
furibundamente patriótico y antiindependentista.
Más allá de ese momento crucial de los aplausos, el protocolo y el
respeto al monarca, el discurso de Felipe VI ha sido ajustado a la
realidad, e incluso ha apelado a la resolución del conflicto en Cataluña por la vía de la negociación, algo que no habrá gustado a PP y Vox.
“España debe ser de todos y para todos. Así lo ha querido la sociedad
española desde hace más de 40 años. Así lo sigue queriendo y, sobre
todo, así lo merece”, ha asegurado el jefe de Estado durante su discurso ante diputados y senadores, informa Europa Press.
El rey ha confiado en que se inicie un período político en el que se
decida cómo resolver los problemas de los ciudadanos a través de la
reflexión, el debate y el diálogo, y teniendo como “base firme” la
Constitución, porque esta “ha sido el lugar de encuentro de todos los
españoles, de diferentes modos de entender y sentir España”.
El monarca ha incidido en que la Carta Magna “nació del diálogo y el
acuerdo, y también para el diálogo y el acuerdo”, ya que se redactó
“proyectándose hacia el futuro como un marco político pactado y
compartido” para el desarrollo de la vida democrática.
Además, ha
recordado que los tres pilares esenciales sobre los que se ha construido
la España actual, Estado Social, Estado Democrático y Estado de Derecho son “inseparables e indisociables los unos de los otros de una misma realidad”.
Mientras tanto, la “número dos” del PSOE, Adriana Lastra, trasladaba su respeto a la labor que ejerce el rey como jefe del Estado, “frente a la censura de ERC, Junts, Bildu, CUP y BNG”,
que se han ausentado del acto solemne de apertura de la legislatura
para manifestar su rechazo a la monarquía.
“El Gobierno de España y el Grupo Parlamentario Socialista
respeta y apoya la labor del jefe del Estado, como siempre”, se ha
limitado a responder Lastra al ser preguntada por los medios de
comunicación por el manifiesto de los independentistas en contra del
rey.
El PSOE está donde siempre estuvo: racionalidad, lealtad
institucional y sentido de Estado.
Es lo que se espera de un Gobierno
por encima de ideologías fundacionales y de utopías irrenunciables como
la conquista de una Tercera República que, hoy por hoy, se antoja todavía lejana.
“España no puede ser de unos contra otros; España debe ser de todos y para todos”, ha proclamado el rey Felipe VI durante la solemne sesión de apertura de
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