Directora
del documental 'El proxeneta', Mabel Lozano se ha erigido en adalid de
las mujeres víctimas de la trata que son prostituidas en nuestro país.
Para protegerlas pide una ley integral con perspectiva de género, que
incluya la reinserción y la prevención.
- Si la situación habitual de las prostitutas en España ya es mala de por sí, ¿cómo les está afectando el confinamiento?
- Hay
que hablar de mujeres prostituidas, porque el porcentaje mayoritario de
las que hay en España son víctimas de trata y de explotación sexual. Y
sí, ya es de por sí un colevtico muy vulnerable y esta situación lo
agrava mucho más.
- ¿Cómo lo están viviendo?
- Tiene que
ver con dónde se encuentren. Los pisos son compartidos con otras
mujeres, y tienen que pagar unos 1.000 euros de cuota mensual por el
piso, los contactos, etc. Un dinero que deben pagar sí o sí, se ocupen o
no se ocupen, porque el dueño se lo va a cobrar. A esos 1.000 euros hay
que añadir el porcentaje de todo el trabajo que haga la mujer. En el
caso de los burdeles, están cerrados por una razón: la policía vería los
coches en el parking.
- Pero dentro se han quedado las víctimas de la
trata porque tienen deuda, y los proxenetas no pueden dejarlas salir:
les deben dinero. Además, cuando pase esta crisis, las necesitan para
venderlas, son su materia prima. En cuanto a las que trabajan en la
calle, en muchos casos están en pisos compartidos con sus proxenetas o
en los de otras mujeres, en condiciones muy precarias porque apenas
están trabajando y no tienen ahorros. Y en los burdeles pequeños no les
están cobrando nada por quedarse allí.
- ¿Continúa funcionando el negocio?
- Los
pisos sí, porque el demandante de sexo de pago, el prostituyente, sigue
buscando triquiñuelas para ir. No tanto como antes, pero funcionan
porque están a nombre de particulares y para la policía es difícil
localizarlos. Hay mucho kamikaze que continúa yendo, porque si es un
putero, es un putero y no se queda en casa ni en estas circunstancias. Y
al hacerlo está burlando la seguridad de su hogar y la de la calle para
llegar a estos pisos, que por cierto ofrecen casi todos los servicios
más baratos. Las mujeres tienen que hacer lo que el hombre diga porque
tienen al proxeneta al lado las 24 horas del día.
- ¿Cómo lo hacen ahora?
- Solo hay que meterse en páginas como pasion.com, que es donde se anuncian las mujeres, y se ve que hay muchísimo movimiento.
- ¿De qué manera viven ahora estas mujeres?
- Están
hacinadas en los pisos o burdeles. Preocupa la violencia física que
puedan estar sufriendo por parte de sus proxenetas. Pero no creo que les
estén haciendo daño físico más allá de las amenazas, la deuda, el miedo
y el aislamiento, pues se ha roto el cordón umbilical que mantienen con
asociaciones que normalemnte van a verlas. Las necesitan, son su
mercancía.
- ¿Qué ocurre si se contagian?
- Afortunadamente,
la Sanidad española es universal y siempre las atiende. Los mismos
proxenetas las llevan a los hospitales, pues son su mercancía. Ellas
están aleccionadas, saben lo que pueden o lo que no pueden decir, las
obligan a mentir hasta delante de un juez, imagina ante un médico. Ha
habido casos de enfermas de coronavirus, que las han sacado de los
burdeles y las han llevado a los hospitales. Ellas tienen muy bien
aprendida la lección: 'Estoy en este club, pero porque yo quiero'.
- ¿Qué necesitan?
- En
estos momentos, recursos reales de comida o un lugar para vivir. Los
tendría que haber dado el Gobierno. Pero lo que necesitan sobre todo,
ahora y siempre, son leyes abolicionistas, una ley integral contra la
trata con auténtica perspectiva de género, que hable de reinserción, de
prevención, es decir, leyes que las cuiden y las protejan.
- Esa
legislación no existe, es un paso adelante que tiene que dar el
Ministerio de Igualdad: en un país como el nuestro en el siglo XXI no
puede tener cabida un sistema como este de explotación y de violencia
hacia las mujeres. El Gobierno no se ha desmarcado, no ha dado ese paso
adelante y no está haciendo bien los deberes, son las asociaciones las
que están dando la respuesta a esta gente en situación de extrema
precariedad.
- Todos tenemos miedo de qué va a pasar con nuestro trabajo después de la cuarentena. ¿Qué ocurrirá con la prostitución?
- Estoy
convencida de que esto no le va a afectar. Cuando surgió el sida, y
fíjate que en la mayoría de los casos se les exige a las mujeres
prácticas sexuales sin preservativo, los dueños de los clubes pensaron
que les iba a hacer mucho daño. Pues bien, el negocio no se resintió
nada. Por eso, por desgracia, estoy convencida de que esta crisis
tampoco, que cuando termine los hombres seguirán yendo tranquilamente a
los burdeles.
- Ahora no hay coches en los parkings de los clubes por el
miedo a la policía, pero luego estarán atestados, como siempre, con
total tranquilidad. Por eso le exijo al Gobierno que dé ese paso
adelante por un mundo más justo e igualitario. Y todos tenemos que
pensar qué puedo hacer yo o qué estoy haciendo yo.
- Mabel Lozano: "La prostitución sigue funcionando, porque los clientes encuentran triquiñuelas para ir a los pisos"El Mundo
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