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lunes, 20 de julio de 2020

Ocho africanos comparten una 'cama caliente' ocupada en un piso patera en Lleida

 

*Han transcurrido meses desde que llegaron los primeros grupos de jornaleros a la capital del Segriá y todavía siguen durmiendo grupos de ellos por las calles. La influencia combinada de la extensión de la pandemia y la precaridad de estos trabajadores extranjeros ha originado situaciones indeseables como la aparición de nuevas “casas-patera” o el hacinamiento de muchos de los jornaleros en habitaciones subarrendadas u okupadHan transcurrido meses desde que llegaron los primeros grupos de jornaleros a la capital del Segriá y todavía siguen durmiendo grupos de ellos por las calles. La influencia combinada de la extensión de la pandemia y la precaridad de estos trabajadores extranjeros ha originado situaciones indeseables como la aparición de nuevas “casas-patera” o el hacinamiento de muchos de los jornaleros en habitaciones subarrendadas u okupadas.El diario Público ha pasado varios días investigando las teas.El diario Público ha pasado varios días investigando las te
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Ocho africanos comparten una 'cama caliente' ocupada en un piso patera en Lleida

 


Han transcurrido meses desde que llegaron los primeros grupos de jornaleros a la capital del Segriá y todavía siguen durmiendo grupos de ellos por las calles.


 La influencia combinada de la extensión de la pandemia y la precaridad de estos trabajadores extranjeros ha originado situaciones indeseables como la aparición de nuevas “casas-patera” o el hacinamiento de muchos de los jornaleros en habitaciones subarrendadas u okupadas.


El diario Público ha pasado varios días investigando las terribles condiciones de vida de los africanos. 


La pandemia es un inmejorable caldo de cultivo para la picaresca y el abuso.


 En una de estas llamadas “camas-calientes” o compartidas por turnos han llegado a dormir, simultáneamente, “entre seis y ocho personas”, según el arrendador rumano del piso.


 Al decir de este inmigrante, le han “okupado” un cuarto contra su voluntad y a punto están de echarle de su propia casa.


Entre tanto, está a punto de cumplirse dos semanas desde que la Generalitat cerró supuestamente el perímetro de Lleida para hacer frente al coronavirus, y todavía continúan llegando africanos de todos los lugares del país en busca de un empleo.


 Ni siquiera tienen que burlar ningún control porque, muy frecuentemente, los accesos a Lleida se hallan expeditos.





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