El Loco, asesino confeso de Chapinería, confesó el crimen cercado por las pruebas
El brutal
asesinato de Marisa C. V., la septuagenaria de Chapinería descuartizada
supuestamente por su yerno, fue fruto de una discusión.
Así lo declaró
Emilio R. M., alias «El Loco».
En su deposición, de más de cinco horas ante el juzgado, el pasado
sábado. Adujo que no le gustaba cómo trataba a su novia, África, una de
las dos hijas de la víctima y quien está también en prisión acusada del
crimen, después de negarse a hablar ante la autoridad judicial.
Aquel
día de finales de julio, la bronca fue a mayores. Se supone (o así lo
afirmó África) que la hija dormía en el piso superior de la casa cuando
todo ocurrió, pero nadie la cree.
Él ha intentado exculparla del caso,
pero los investigadores están convencidos de que formó parte del cruel
plan.
Emilio habría temido que Marisa avisara a la Guardia Civil y,
según explicó, hizo lo siguiente:«Fui a la cocina, cogí un cuchillo y le corté el cuello»,
indicaron a este periódico fuentes policiales.
Luego, con un serrucho y
un hacha, que posteriormente enterró y está siendo analizado por el
servicio de Criminalística de la Benemérita, la descuartizó.
Su
intención, al dejar los restos en un enconar cercano bajo tierra, era
que «se la comieran las alimañas».
Todos los trozos del cuerpo de Marisa han sido encontrados por los investigadores, a excepción de la cabeza.
No se sabe si la escondió en otro lugar, para dificultar la
identificación o la manera en que la mató (y disminuir así la imputación
a homicidio) o porque algún animal se la llevara los días posteriores
al suceso. Veinticuatro horas después, volvió al paraje, a solo 500
metros de la vivienda familiar.
Como ayer adelantó ABC, Emilio ha ido encadenando entradas y salidas de prisión desde 2001, por delitos contra la salud pública, robos con violencia y robos con fuerza.
En 2017 salió de la cárcel por última vez,
aunque África le había denunciado por violencia de género y pesaba
sobre él una orden de alejamiento de 500 metros que ninguno cumplía,
pues convivían juntos en casa de Marisa después de hacerlo de okupas.
El
de ahora es su quinto ingreso en la cárcel. Y todo apunta que allí se
quedará hasta que llegue el juicio. Sobre el móvil del crimen, más allá
de la discusión «porque Marisa trataba mal a África», no se descarta el económico, puesto que la víctima les pagaba todo su día a día, incluidos sus vicios.
El día 28, la denuncia
Cuando
la mujer empezó a no dar señales de vida, su otra hija se temió lo
peor. El 28 de julio interpuso la correspondiente denuncia ante la
Guardia Civil.
Dos días después, la amplió, dejando caer sus sospechas sobre el
entorno más cercano, especialmente sonbre su «cuñado», el Loco. Luego, se supo que el asesinato se había cometido el 25 de julio.
Cuando
acudió a la vivienda, su hermana, África, le dijo que no sabía dónde
estaba la madre y que se había ido voluntariamente de casa, algo que no
creyó.
Un par de días después, cuando los restos de la mujer aún no se
habían encontrado, a Emilio lo paró una patrulla de la Guardia Civil con un carro en el que transportaba efectos de la víctima que, supuestamente, pretendía vender.
Desde
que una persona que paseaba los perros encontró los restos en el
encinar, el Grupo de Homicidios de la Guardia Civil supo que Emilio era
el presunto autor.
El Loco, asesino confeso de Chapinería, confesó el crimen cercado por las pruebas
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