"Desde que murió Paula (mi hija), hace 27 años, he perdido el miedo a la muerte.
Primero, porque la ví morir en mis brazos, y me dí cuenta de que la
muerte es como el nacimiento, es una transición, un umbral, y le perdí
el miedo en lo personal.
Ahora, si me agarra el virus, pertenezco a la
población más vulnerable, la gente mayor, tengo 77 años y sé que si me
contagio voy a morir.
Entonces la posibilidad de la muerte se presenta
muy clara para mí en este momento, la veo con curiosidad y sin ningún temor.
Lo que la pandemia me ha enseñado es a soltar cosas, a darme cuenta de
lo poco que necesito.
No necesito comprar, no necesito más ropa, no
necesito ir a ninguna parte, ni viajar.
Me parece que tengo demasiado.
Veo a mi alrededor y me digo para qué todo esto. Para qué necesito más
de dos platos.
Después, darme cuenta de quiénes son los verdaderos amigos y la gente con la que quiero estar.
¿Qué crees que la pandemia nos enseña a todos?
Nos está enseñando
prioridades y nos está mostrando una realidad. La realidad de la
desigualdad.
De cómo unas personas pasan la pandemia en un yate en el
Caribe, y otra gente está pasando hambre.
También nos ha enseñado
que somos una sola familia. Lo que le pasa a un ser humano en Wuhan, le
pasa al planeta, nos pasa a todos.
No hay esta idea tribal de que
estamos separados del grupo y que podemos defender al grupo mientras el
resto de la gente se friega.
No hay murallas, no hay paredes que puedan
separar a la gente.
Los creadores, los artistas, los científicos,
todos los jóvenes, muchísimas mujeres, se están planteando una nueva
normalidad.
No quieren volver a lo que era normal. Se están planteando
qué mundo queremos .
Esa es la pregunta más importante de este momento.
Ese sueño de un mundo diferente: para allá tenemos que ir.
Y
reflexiono: Me di cuenta en algún momento de que uno viene al mundo a
perderlo todo.
Mientras más uno vive, más pierde. Vas perdiendo primero a
tus padres, a gente a veces muy querida a tu alrededor, tus mascotas,
los lugares y tus propias facultades también.
No se puede vivir con
temor, porque te hace imaginar lo que todavía no ha pasado y sufres el
doble.
Hay que relajarse un poco, tratar de gozar lo que tenemos y vivir
en el presente".
Isabel Allende


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