El drama de las residencias durante la pandemia: “Personas golpeando y suplicando por salir”
Médicos Sin Fronteras denuncia en un informe el “inaceptable desamparo de los mayores” en las residencias durante la Covid-19.
“Poco, tarde y mal”. Así resume Médicos Sin Fronteras (MSF) la respuesta dada a la pandemia del Covid-19 en las residencias de mayores estos
meses.
Un “inaceptable desamparo” que denuncia en un informe publicado este martes tras dar apoyo a casi 500 de estos centros en toda España. En él, además de poner de relieve las carencias del sistema, esta organización detalla el drama que se ha vivido en muchas de estas residencias.
Un “inaceptable desamparo” que denuncia en un informe publicado este martes tras dar apoyo a casi 500 de estos centros en toda España. En él, además de poner de relieve las carencias del sistema, esta organización detalla el drama que se ha vivido en muchas de estas residencias.
Así lo relata en este documento Andrés, jefe de Bomberos, que dirigió
labores de desinfección y apoyo en colaboración con MSF en algunas de
estas residencias en los momentos en los que la pandemia golpeaba con
más dureza.
Según explica este bombero, los responsables de estos
centros “respiraban un poco cuando les decías que la desinfección
profunda de paredes, de suelos, de armarios, de camas, la íbamos a hacer
nosotros, porque no veían cómo podían dedicarse a esto con tanto
personal de baja y tantas cosas por hacer en momentos tan críticos”.
“Esta barrera mental disminuía cuando sentían que no iban a estar
solos en esa tarea, pero persistía el miedo a mover a las personas, con
todas sus pertenencias, de un lugar a otro, para crear zonas limpias y
sucias”.
“Preferían muchas veces que los mayores, mientras no hubiese
resultados fiables de las pruebas, quedasen encerrados en sus
habitaciones, en lugar de reagruparlos en zonas, por miedo a perder el
control y que todo el edificio se viese así contaminado”, continúa
Andrés, que apunta que “el resultado era espantoso”.
“Una sucesión de
puertas cerradas, en ocasiones con llave, y personas golpeando y suplicando por salir. Un horror”.
Médicos Sin Fronteras señala en este informe que “la forma rápida de
aislar, sin considerar la convivencia y los cuidados dignos, consistió
en mantener a los residentes en sus habitaciones, anulando toda posibilidad de salir a los pasillos y
a las áreas comunes”.
Así, “los casos considerados como positivos en
Covid-19, ya fuera por síntomas o por diagnóstico, eran marcados en las
puertas para que el personal que debía atenderlos fuera consciente de la
necesidad de utilizar allí las medidas de protección asignadas”.
“Los pasillos”, afirma, “se convertían así en una sucesión de puertas
cerradas, algunas de ellas con llave para contener a las personas más
díscolas o más difíciles debido a su estado cognitivo, o que no llegaban
a entender lo que sucedía y se rebelaban”.
Esto provocaba que, en
algunos sitios, estos mayores pasaran así varias semanas “y nos han
reportado casos de residentes con deseos de morir que dejaron de comer y de tomar la medicación, que se encontró escondida una vez fallecidos”.
Esta organización médica apunta también que la mortalidad durante
esta pandemia muestra “problemas estructurales y sistémicos en relación
al modelo español de residencias”. En concreto, demuestra “la necesidad
de mejorar la atención médica que debe brindarse a quienes viven en
estos centros, sean públicos, privados o concertados”.
“La lógica del
modelo de residencias actual responde más a las condiciones del proveedor de servicios que a las necesidades sociales y sanitarias de las personas mayores”.
Para MSF “esto ha tenido un grave impacto directo en su salud y
mortalidad”, ya que se estima que las personas mayores fallecidas en
residencias (27.359 entre el 6 de abril y el 20 de junio, según el
Ministerio de Sanidad) representan el 69% de las personas fallecidas por
Covid-19 en toda España.
Muchas de ellas, remarca esta organización,
“murieron aisladas y solas” ante la existencia de un “déficit
estructural de recursos y de supervisión sanitaria y ningún plan de
contingencia”. Una “combinación” que “hizo inviable que pudieran
responder a la epidemia”.
Y es que, “no se priorizaron las derivaciones
hospitalarias ni los circuitos preferentes para que las personas
contagiadas fueran trasladadas a otros centros u hospitales”. Esto hizo
que las residencias, “lugares para la convivencia y el cuidado y no para
el tratamiento medicalizado”, se vieran obligadas a “dar unos cuidados
para los que no estaban preparadas”.
A esto hay que sumar la falta de medidas de protección y unos
perfiles profesionales “poco desarrollados en términos de competencias y
capacitación”, además de las bajas laborales provocadas por los
contagios que no fueron sustituidas al ritmo y en ratio adecuados.
En este informe la organización también destaca que la propuesta de ‘medicalizar’ las residencias como
única vía urgente y excepcional de respuesta “fue más una promesa que
una realidad”.
Según sostiene, “la medicalización de las residencias no
debe prevenir o sustituir las debidas derivaciones a los hospitales u
otra alternativa viable que asegure cuidados de calidad y respete la
dignidad del paciente”. “Las residencias continúan siendo hogares”,
zanja.
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