La gata Simona y el maltrato animal
La autora del texto llama la atención sobre el maltrato
indiscriminado que siguen sufriendo los animales a partir de la muerte
violenta, a manos de desconocidos, de una gata que vivía en una
comunidad del barrio de San Lorenzo. Al mismo tiempo, reclama la
colaboración ciudadana para localizar a los autores de la muerte del
animal con la intención de llevar el caso ante la justicia mientras
exige que se acabe con la impunidad en el maltrato animal.
Artículo de opinión por María Pilar Guerrero Trillo.
«El
medio más seguro para valorar el grado de educación de un pueblo y de
un hombre consiste en la manera como consideran y tratan a los
animales».
Se llamaba Simona,
aunque para muchos era solo una molesta gata de la calle. La historia
de Simona es la historia de cientos, miles de animales en nuestro país.
Una historia que no puede volver a repetirse. ¿Qué clase de monstruos
creamos como sociedad para que ocurra esto?
Simona no hacía daño a nadie. No sabemos si fue abandonada o se escapó, pero lo cierto es que solo trataba de sobrevivir en la calle. Vivía en un patio de una comunidad de vecinos en la calle Santa Catalina
de San Lorenzo y su error fue confiar en el ser humano.
Cuando nos
dimos cuenta de que no era feral y su lugar no era la calle, la
intentamos rescatar sin descanso.
Hablamos con los
vecinos para explicarles que debían tener paciencia: no es fácil
rescatar a un animal con miedo.
Quedaron informados también los
operarios de la obra que se estaba produciendo en aquellos momentos en
la comunidad.
Simona fue una gata sin suerte. Parió y mataron a sus cachorros.
Solo vivieron dos: uno fue encontrado en un contenedor cercano, otro
fue capturado con jaula trampa. Y entonces le tocó el turno. El 17 de
agosto se nos volvió a escapar. Y tres días después desapareció.
El 22
de agosto, la encontramos en el mismo patio de vecinos donde vivió
durante dos meses. Esta vez tenía la cara reventada a
golpes. Alguien decidió ocuparse del asunto por su cuenta. Alguien
decidió que la solución para Simona era un golpe seco en la cabeza que
la dejara muerta en el acto.
Quizá no usó la fuerza suficiente. Quizá se
movió en el último momento. El resultado fue una mandíbula rota, una agonía brutal de dos días hasta que la encontramos, una hemorragia en el pulmón, una hemorragia en la cabeza, una muerte lenta y dolorosa.
Simona venía a tus brazos si la llamabas por su nombre. Había sufrido demasiado y por eso nunca caía en las jaulas
trampa. Y ayer, justo ayer, pudimos cogerla. Pero para entonces ya era
demasiado tarde.
Se fue en silencio a la una de la mañana en la mesa de quirófano,
mientras las veterinarias trataban de reparar la brutal paliza que
había recibido.
Ella no lo sabía, pero su cría estaba esperándola entre
juegos en una habitación especialmente preparada para ellas. Ella no lo
sabía pero los que queríamos ayudarla éramos muchos más. Nosotros, a
diferencia de aquellos que apalean a un animal y le
dejan herido de muerte y agonizando, fuimos de frente.
Y quien es capaz
de hacerle esto a un ser indefenso es capaz de hacerlo todo. A veces me
pregunto qué ejemplo estamos dando a los niños. Estoy
segura de que el que lo hizo pensó que solo era una gata de la calle.
Pero Simona nos tiene detrás y no vamos a parar hasta encontrar justicia.
Por
desgracia, los salvajes que llevan a cabo actos tan viles no suelen
andar lejos. Gustamos de decir los segovianos que en Segovia nos
conocemos todos. Por esa razón, si crees que has podido presenciar algo o
tienes información que nos pueda ser útil escríbenos a justiciaparasimona@gmail.com.
Y tú, pequeña Simona, espero que hayas encontrado al otro lado del
arcoíris la paz y el descanso que nunca se te concedió en vida. Vuela
alto pequeña, jamás te olvidaremos. Ya te hemos prometido que el
culpable pagará ante la justicia.
PD: Vaya público agradecimiento a
los ángeles que cada día, en silencio y sin pedir nada, se desviven por
cuidar, alimentar, y mejorar las condiciones de vida de los gatos de la
calle.
Vaya público agradecimiento también a las protectoras
de Segovia y voluntarias que han estado con nosotros día y noche, sin
importar si era sábado o domingo, que han llorado nuestras penas y se
han desvivido, sin pedir nada a cambio, para que Simona tuviera una vida
mejor.
Ya está bien de que el maltrato animal quede impune.
La autora del texto llama la atención sobre el maltrato indiscriminado que siguen sufriendo los
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