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domingo, 4 de octubre de 2020

Ayuso y Aguado, un gobierno desalmado

 

 

Ayuso y Aguado, un gobierno desalmado

 

Sí. Así la podría titular Ibáñez si creara una historieta de tebeo sobre la CAM. Pero no es para reírse, todo lo contrario, es un título que responde a la verdad. Un gobierno que desgobierna y cuyo único interés es mantener toda la tensión posible contra el gobierno del Estado, aunque ello suponga un olvido de los madrileños, quienes pagan, con su infección y algunos con su muerte, la factura de una guerra inútil.

 

Qué triste que la vida de muchos ciudadanos madrileños esté en manos de un personaje nefasto como Ayuso. Prepotente, perniciosa, mentirosa y desafiante, mientras la gente enferma y se deja la vida, su única preocupación es ser la punta de flecha del PP y de su presidente Casado, contra Sánchez y el gobierno del Estado.

 

Siendo la voz de Pecas (el perro de Aguirre), antes de ser presidenta (por cierto, parece que ser tuitera fue su máximo mérito para ser nombrada candidata), pretendía ser aguda y simpática, sin conseguirlo, pero es verdad que no hacía daño y que su ladrido era inofensivo, por lo que abogo para que vuelva a hacer de perro, al menos no haría daño y estaría en un papel más apropiado.

 

Todo ello con la complicidad de su socio Aguado (Ciudadanos), al que no le importa ser un pelele y, aunque disimule con ciertas contradicciones con su socia, prefiere mirar a su silla antes que presionar a Ayuso para que solucione el problema, a sabiendas de que está en sus manos. Una amenaza de favorecer una moción de censura provocaría un vuelco en el gobierno o unas elecciones, algo que él teme al dejarle fuera de juego o, como mucho, pasar a ser soldado raso. 

 

Mientras Ayuso es perversa, ultrajante y agresiva, Aguado es, como su propio apellido anuncia, incoloro e insípido. Es un hombre vacío, con un único objetivo, personal e intransferible: mantener el sillón de vicepresidente que jamás hubiera pensado obtener y que debe en gran parte al PP y a Vox. Sabe perfectamente cuál es la situación de su partido, cuya descomposición ya comenzó en las últimas generales, y su única pretensión es la de mantenerse en el podio, medalla de plata que no quiere perder de ninguna manera.

 

Aguado podría ser la clave de un cambio de gobierno en la CAM, pero es un hombre vacío, desnudo de poder, tiene los sesos aguados y lo único que le piden es mantenerse, algo que le hace, por un lado, actuar suavemente contra la presidenta Ayuso (de ahí, sus diferencias) y a la vez, tener mucho cuidado para no romper el pacto que le dejaría en pelotas, fuera del poder.

 

Tal para cual. Una, capaz de mentir y atacar, siguiendo las órdenes de Casado, al gobierno central y el otro, disimulando y siempre entre Pinto y Valdemoro, intentando que no le coja el toro y pueda salvar los muebles. Y los dos sabiendo que esto está costando enfermos y vidas, pero esto es poco importante, lo que es vital es la conquista del poder o mantenerse en el mismo. Todo lo demás les resbala.

 

Las hazañas de Ayuso son bien conocidas, mentiras (afirmar que las residencias estaban medicalizadas, negar que enviaban –a pesar de las pruebas-- cartas a las residencias para que evitaran enviar a los viejos a los hospitales, falsas promesas de contratación de sanitarios y de rastreadores, manipulación de datos sanitarios, etc.), abandono de la atención primaria, insultos y declaraciones insidiosas contra el gobierno central. Las únicas medidas contra el virus que ha tomado discriminaban a los barrios y pueblos más desfavorecidos y donde el PP obtiene menos votos.

 

Las dos decisiones políticas que ha tomado --las únicas de este gobierno que no gobierna-- han sido: el anuncio de la bajada de impuestos, en un momento donde todos los recursos son pocos, y la aprobada ley del suelo, que supone la vuelta de Aznar, con el consiguiente riesgo de una nueva burbuja inmobiliaria.

 

Y todo ello habiendo recibido 1500 millones de euros que deberían servir para luchar contra la pandemia y de los que no se ha dado cuenta. Hoy, ya a primeros de octubre, se empiezan a contratar rastreadores, algunos profesionales sanitarios, gracias a la presión que desde el gobierno central y los medios de comunicación se está produciendo. Con tres meses de retraso.

 

En fin, esta es la historia, hasta ahora –seguro que mañana y pasado habrá más tropelías-- del gobierno de la CAM, un gobierno que no ha aceptado ninguna responsabilidad, a pesar de ser el ejemplo de desgobierno más claro, salvo algunas dimisiones decentes, que no han podido resistir este gobierno de la Comunidad que no toma medidas y deja que el virus se amplifique: El consejero de políticas sociales, la directora general de Salud Pública y un secretario general técnico.

 

Lo dicho, un ejemplo de despropósito tras despropósito. Y recordemos lo que dijo el gran califa Casado: La gestión de Ayuso es lo que haríamos a nivel nacional. Y tan pancho. ¡Joder!, ahora entiendo lo que dijo la presidenta: Madrid es una España dentro de España. ¡Cómo cuadra todo!

 

Salud y República

 

 

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