Sin embargo, algunos críticos han ponderado el programa como fenómeno social. Vamos a ver. Si tan relevante era, ¿por qué los nuevos gestores de Telecinco, sucesores de Vasile, han decidido suprimirlo? Yo se lo digo: porque les daba vergüenza comenzar la renovación de la cadena teniendo como icono un espacio cuajado de cotillas, vocingleros, soeces y figurines. Y esta purga tiene un coste inicial en audiencias.
El paro aumentará en Madrid tras la liquidación del estercolero. Belén Esteban, Matamoros, Patiño, Jorge Javier y la numerosa tropa sin oficio ni beneficio que se refocilaba en el fango del comadreo español ya están a la cola del INEM y el reciclaje. Y su productora, La Fábrica de la Tele, presentará un ERE contundente. ¡Que ninguno de los traficantes de intimidad vuelva a las pantallas con su veneno! Menos mal que nuestra Adela González, tristemente implicada en el último año de la letrina, se rehabilita con su regreso a los informativos de La Sexta.
Solo los candorosos creen que con el cierre de Sálvame se acaba la telebasura. Ha caducado su más fétida experiencia; pero seguirán Bertín y sus casposos invitados, regresa Gran Hermano con Ion Aramendi de rastreador de la bazofia y Emma García mantendrá su tóxica Fiesta. Está por ver hasta dónde llegará por las tardes la sangría de verano de Sandra Barneda y desde septiembre Ana Rosa Quintana, salteadora de novelas ajenas, llenará su plató de nuevos reptiles. Ese fue el mensaje de la grotesca despedida de Sálvame: bajo otro disfraz y apariencia ligera, continuaremos.
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