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lunes, 27 de marzo de 2017

Felipe y Alfonso, ni hola ni adiós


 Los históricos líderes socialistas arropan juntos a Susana Díaz pero mantienen su evidente distanciamiento desde 1991


Como llegaron se fueron. Sin un hola ni un adiós. Felipe regaló alguna sonrisa forzada a los presentes y también aplausos. Alfonso ni lo uno ni lo otro.


 Para la galería quedará la foto, pero los dos metros de distancia y las dos personas que los separaban este domingo 26 de marzo en la primera fila del pabellón 1 de Ifema en Madrid es solo la metáfora de un distanciamiento histórico que ha vuelto a quedar en evidencia ante 7.000 entregados simpatizantes y militantes en el comienzo de la carrera de Susana Díaz para liderar el PSOE vía primarias.


Felipe González y Alfonso Guerra, su histórico número dos durante décadas en el partido y también en sucesivos ejecutivos socialistas desde 1982 a 1991, rompieron cualquier tipo de relación, personal y profesional, más o menos desde aquel 12 de enero de 1991 en la clausura del congreso de los socialistas extremeños, cuando el entonces vicepresidente del Gobierno presentaba su dimisión irrevocable.


El caso del ‘hermanísimo’ Juan Guerra dio al traste con una entente que se mantuvo cordial hasta aquel momento crítico en que uno de los hermanos del vicepresidente del Gobierno fue condenado a un año de prisión y multa de 150.000 euros por delito fiscal. Alfonso Guerra fue eximido de toda responsabilidad penal, pero el daño al partido, al Gobierno y a la relación entre Felipe y su mano derecha se resintió hasta este domingo mismo en Madrid, en que ninguno de los dos ha movido un dedo para que los simpatizantes y militantes puedan interpretar cierto acercamiento. Nada más lejos de la realidad.
 

Ambos han acudido juntos a contadísimos actos de partido, siempre que la crítica situación así lo requería en el guion. Ni la presencia de ambos en el cierre de campaña de las generales de 1996 pudo evitar la llegada de Aznar. Tampoco sirvió para mucho que los dos prestaran su presencia en un mitin para lanzar la candidatura de Rubalcaba a la presidencia del Gobierno en 2011, el año de la llegada de Rajoy a Moncloa.


Ahora Susana Díaz vuelve a probar suerte para disputar el liderazgo del partido a sus compañeros Pedro Sánchez y Patxi López. Es consciente de que esta puesta en escena de poderío territorial con el apoyo de numerosos barones y de históricos como González y Guerra es un arma de doble filo que la alinean con un pasado repleto de desencuentros internos, batallas intestinas y fratricidas.


 Ninguna comparable a la que vive el partido desde el pasado 1 de octubre pasado, con un riesgo de fractura más que posible a día de hoy.


  Natalio Blanco








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