¿Cuándo vamos a tirar la manta?

No. Ya no se trata de 'tirar de la manta'. Es preciso tirar la manta entera, triturarla, quemarla, pulverizarla... Para que la política, esta política, no acabe con la democracia. Es la única forma de empezar a limpiar tanta mierda, tanta indecencia, que se extiende de arriba a abajo y de izquierda a derecha.

Ya vale de palabras huecas en el Congreso o ante los micrófonos, de hipocresías y aspavientos. Ya vale de pedir dimisiones, comparecencias o responsabilidades políticas. En este país la mayoría de los políticos no asumen nada porque no tiene coste electoral y se saben impunes ante el delito.

Hay corruptos y mafiosos en todas las casas, pero los mayores delincuentes proceden de las 'mejores' familias. Y son justamente los que tienen las llaves para tomar medidas contra las fechorías que ellos mismos llevan cometiendo toda la vida. ¿Cómo van a hacer transaparente la financiación de los partidos si es en sus cloacas donde traman sus delitos?

También están los corruptores, de los que se habla menos porque apenas se dejan ver. Sin embargo ellos son los que realmenre manejan los hilos importantes, aquellos que mueven millonadas, dejando la calderilla para sus lacayos que ocupan ministerios, alcaldías o presidencias.

Este es un país con unos jueces vendidos en su mayoría a los intereses del partido que les puede subir en el escalafón. Unos jueces que no se atreven a meter las narices en cajones incómodos. A buena parte de ellos les importa poco el estado de derecho porque no han salido de la caverna. En un país serio, la sede del PP estaría intervenida por la policía judicial desde hace días.

Es un país que desde el poder no se ha hecho nada por inundar de valores éticos una ciudadanía mezquina, ruin y egoísta, que salió del franquismo con el objetivo de enriquecerse como sea y que envidia a quien roba al Estado.

Es un país donde los grandes medios de comunicación han olvidado el periodismo y se han pasado a las relaciones públicas. Salvo en contadas ocasiones, esconden o minimizan informaciones incómodas para el poder, tanto político como económico, y solo las cuentan cuando explotan las redes sociales o se inundan las calles.

Pero no solo están los comportamientos ilegales. Hay también una corrupción 'legal' propia de una política pervertida que anda más cerca del negocio que del servivio público. El aterrizaje en grandes empresas de políticos que se han sentado en el Consejo de Ministros es un claro ejemplo.

PP y PSOE están muertos y no sirven para crear algo nuevo. El PP porque nunca lo ha querido, y el PSOE porque se le olvidó nada más llegar al poder, arruinando la esperanzas de millones de personas que hoy andan perdidas en este chapapote que ensucia la política.

Y antes de que esto pueda estallar, las formaciones más a la izquierda quizá deberían ir adaptando sus formas de actuar a las nuevas circunstancias. Ya no sirven solo las mociones, los comunicados o las manifestaciones con horario fijo. Habrá que idear otros modos de rebeldía más rotundos y molestos, como suelen protagonizar las 'mareas'. Unas protestas en las que prime la legitimidad por encima de esta 'legalidad' que cada vez se parece más a la de un régimen autoritario.

Lo decía el 15-M, ridiculizado a izquierda y derecha. Sus lemas rotundos dibujan mejor que nada lo que estaba pasando en este país desde hacía décadas. Esto no es una crisis. Ni siquiera una estafa. El problema está en el sistema. En la manta. Por eso hay que tirarla. ¿Cuándo lo hacemos y empezamos a tejer algo nuevo y transparente?. En eso consiste hacer política.

Santiago Arellano Borrajo