Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


miércoles, 10 de abril de 2013

“Si hubiera podido contar antes lo que he visto y oído en la prisión franquista de Zaragoza lo hubiera hecho” * “No remataban ni a los fusilados, les echaban tierra y tapaban los cuerpos con una máquina en una zanja”

JAN

Asegura que no le gustaría morirse sin que nadie oyera alguna de las historias que está dispuesto a revelar.  Insiste en contar algunas de los episodios que escuchó y vivió en la época más dura de la posguerra, cuando la ley del silencio franquista imperaba, y hablar de esto podía acarrear incluso la muerte. Ángel es un albañil ya jubilado, de origen andaluz y que vive en Navarra desde hace más de 40 años. Este es parte de su historia.


Así, Ángel comienza su relato hablando sobre su infancia en la zona más oriental de Andalucía, muy cerca de Albacete y Murcia. Y recuerda que, una vez acabada la guerra civil,  teniendo unos 10 años, el bando vencedor capturó casa por casa a los que eran partidarios del otro, para matarlos. “En algunos casos, también se llevaron a las mujeres y las fusilaban”, recuerda.


Pero su contacto más estrecho con la realidad del posfranquismo fue en Zaragoza, cuando “por suerte o por desgracia” le “tocó hacer el servicio militar”. “Hice el servicio militar en Zaragoza y entonces me tocó hacer guardias en muchos sitios, la principal en la cárcel de Torrero, que era la cárcel de los hombres. Y allí todas las noches de 2.30 a 2.45 entraba la policía y sacaba a los presos para matarlos. A veces uno, a veces dos, y a veces tres presos. A los 10 minutos escuchábamos los disparos”, revela Ángel.


Una de las cosas más importantes, según Ángel era no revelar nada de lo que pasaba dentro o fuera de la cárcel a la vuelta al cuartel tras una guardia en Torrero.  “El oficial, nada más llegar a la cárcel nos decía -de lo que veáis aquí, que no salga de vuestra boca nada, nada, a ninguno; nos prohibía decir nada a ningún compañero, ni aunque fuera de la mili, ni nada. Que no salga nada de vuestra boca, porque si no vosotros vais detrás”.


Los condenados a muerte y ajusticiados según Ángel, “eran presos de cuando la guerra, y previamente los tenían haciendo carreteras o trabajos, y luego los mataban. Eso no fallaba, todas las noches había ejecuciones”.  “Decían que había 600 tíos en la cárcel, yo no los conté. Eran jóvenes, tendrían unos 30 años, algunos 35. Gente joven en general”, cuenta Ángel. Lo cierto es que la prisión estaba preparada para unos 250 reclusos, y llegó a haber más de 1.000, según hemos podido comprobar.


Sobre las ejecuciones,  Ángel asegura que  fuera de la cárcel “había unas trincheras, al lado del cementerio, de 4 o 5 metros, y no sé a cuántos les habrán echado la tierra encima allí mismo, vivos. Porque cuando a un tío le pegaban un tiro y caía en la zanja, no le repetían el tiro. Eso sí, tenían allí una máquina para echarle  a los cuerpos la tierra encima. Ellos no les remataban, no se sentía más que dos o tres tiros, así fueron llenando la zanja con todos los presos”, concluye sobre esos episodios.
“Yo quisiera que cosas como estas se publicaran, que se entere la gente. Les mataron en esa cárcel y en otros muchos sitios para que no pudieran explicar a los que no lo habían visto lo que había pasado. En definitiva,  para dar su versión sobre lo sucedido en la Guerra Civil. Si hubiera podido contar, lo que he visto y oído en Zaragoza antes, lo hubiera hecho”.


Durante la Guerra Civil Española y el periodo posterior de represión del franquismo  (hasta agosto de 1946) fueron fusiladas en la ciudad de Zaragoza 3.543 personas en las tapias del cementerio de la localidad, el cementerio de Torrero: 3.096 durante la guerra y 447 después, todas ellas por causas políticas al pertenecer o ser miembros de familias entre cuyos integrantes había republicanos. De ellas, 607 víctimas todavía no han sido identificadas. 


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Artículo 1º: Todo elemento extremista que al darle el grito de VIVA ESPAÑA, no conteste de igual forma, será ejecutado pasado por las armas en el acto. Artículo 2º: Al presentarse las autoridades a las inmediaciones de sus domicilios y no salga el personal que haya dentro del mismo antes de la llegada de la fuerza con los brazos abiertos en alto gritando VIVA ESPAÑA serán pasados por las armas en el acto.


 LA JUSTICIA SIGUE EN MANOS DE LOS HEREDEROS DEL FRANQUISMO
 
 
 
 

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